Hispania, la Leyenda (2010)
¡Qué sorpresa más agradable nos ha traído el invierno! (No me malinterpretéis, eso lo dije cuando descubrí el primer capítulo de Hispania), y ¡Qué bueno que en España se arriesgue de esta manera! (Esto sí lo dije de corazón), son las dos primeras exclamaciones que surgieron de mi boca cuando supe de la existencia de este proyecto.
Hace unos años, una serie como la que nos ocupa no hubiera sido posible. No por el dinero que hay que invertir en ella, ni por la calidad de los profesionales que pudieran actuar, sino por la mentalidad de los espectadores. Durante mucho tiempo nos han adoctrinado para que pensemos que en España solo se pueden hacer series cómicas o dramáticas, de todos los matices posibles, sí, pero más o menos cómicas, más o menos soeces o más o menos dramáticas. Hoy ese pensamiento ha cambiado.
La ventaja de Antena 3, productora de la serie, no ha sido otra que observar el éxito de otra serie de producción nacional, emitida en TVE. «Águila Roja» es la causante del éxito de audiencia de «Hispania». Es una obviedad que el género de aventuras suscita entre el público una gran curiosidad. Hemos crecido viendo en la televisión todo tipo de series americanas. Algunas, la mayoría, eran una basura. Pero nos las hemos visto con ansiedad. Porque estábamos deseando ser el líder de la resistencia contra una invasión alienígena, o el líder de una banda de mercenarios que hacen el bien a lo largo y ancho de su país, o el sheriff de la ciudad más corrupta del Oeste y hacer frente a una banda de forajidos. Y eso en España no era posible hasta hace bien poco. ¿O es que sólo valemos para adaptar a la televisión grandes joyas de la literatura española? En España aunque sea basura se ve y punto. Así que, ¿porqué no arriesgar?
«Hispania, la leyenda» ha llegado a la televisión con mucho éxito, para que nos vamos a engañar. No puedo más que alabar la fuerza de los creadores de la serie por mantenerse fieles al espíritu que «Hispania» nos propone. Son encomiables las ganas y el valor que han demostrado. Aventuras, historia, amor, traición, venganzas. Estas palabras son la razón de ser de la serie. Y nos la presentan en un formato muy british, pocos episodios para una gran historia. Pero tranquilos (irónicamente), ya han dicho que volverán.
El argumento….
El argumento nos presenta una Lusitania (que no Hispania) dominada por los romanos en el siglo II a.C. El pretor de la República de Roma en la península es Servio Sulpicio Galba (Lluís Homar), enviado para mantener la paz con las tribus peninsulares, mientras Roma tenía controlado el Levante y la zona Andaluza de la actual España. Pero Galba tiene otros planes. Quiere llegar a ser cónsul y para ello no duda en hacer cualquier cosa que le beneficie. Necesita ganarse el favor de Roma por sus méritos militares y no por su matrimonio con Claudia (Nathalie Poza), hija de un respetado senador. Por ello decide engañar a todas las tribus lusitanas, y a través de su mano derecha, el general Marco (Jesús Olmedo), masacra sin piedad a todo el mundo, en la conocida como «la matanza de Galba». De ella consigue escapar un pastor llamado Viriato (Roberto Enríquez), pero su hija Altea (Lily Morett), desaparece sin saber de ella, creyéndola muerta. Junto a él se encuentran su cuñado, Sandro (Hovik Keuchkerian), el herrero del pueblo, y Darío (Alfonso Bassave), el hijo del jefe del consejo del pueblo.
Juntos deciden escapar a las montañas y formar un reducido grupo de rebeldes que lucharan contra el ejército romano del pretor Galba. Hasta allí llegan Paulo (Juan José Ballesta), un impulsivo joven, al que los romanos le arrebatan su novia el mismo día de su boda. Paulo ha jurado no descansar hasta rescatarla de las garras de Galba. Su novia es Nerea (Ana de Armas), que una vez capturada pasa a servir como esclava de Claudia, la esposa del pretor, junto a otra esclava, Sabina (Ángela Cremonte), totalmente leal a su dueña. Otro de los integrantes de los rebeldes se llama Héctor (Pablo Derqui), es el hermano de Sandro. Pero tiene un secreto. Es ambicioso, ruin y mezquino.
Sólo me queda hablar de la enamorada de Viriato, Helena (Manuela Vellés), hija de uno de los más acaudalados habitantes del pueblo, Teodoro (Antonio Gil), y que está prometida, muy a su pesar, con un rico celtíbero, amigo de los romanos (Javier Rey).
El argumento parece, bueno, no lo parece, ES como el de una telenovela brasileña de sobremesa. Pero han conseguido su propósito. Porque lo más importante en los comienzos de una serie es que la gente se identifique con los protagonistas. Y en Hispania, las cosas quedan bastante claras muy pronto. Los romanos son los malos y los lusitanos son los buenos. No hay vuelta de hoja, sucede igual que con los indios y los vaqueros. Nadie lo discute.
O sea, que desde el principio ya se han definido claramente ambos bandos. Pero en cualquier guerra existe un factor que ha determinado el ganador en más de una batalla. Y no son ni los mejores guerreros, ni las mejores armas; son las traiciones y las intrigas políticas. Y de eso anda sobrada la serie. Los mejores momentos de Hispania son cuando la facción romana, con Galba y su mujer Claudia a la cabeza, empiezan a clavarse puñaladas por la espalda, metafóricamente hablando (y no tan metafóricamente). Y es aquí donde sobresalen los mejores actores de Hispania. Lluís Homar está sencillamente genial, la variedad de registros que maneja es extraordinaria, y ha compuesto un Pretor Galba sencillamente odioso y terrorífico. Nathalie Poza, en su papel de Claudia, la esposa despechada de Galba, está maravillosa, radiante y muy metida en su papel de mujer inteligente, maquinadora y seductora.
Pablo Derqui es otra de las sorpresas de la serie. Interpreta al sinuoso Héctor, y también debo quitarme el sombrero ante su actuación. Es capaz de engañar a sus compañeros rebeldes y es capaz de enamorarnos con su interpretación.
No se si os habéis dado cuenta pero, a mi parecer, las mejores actuaciones son las de los villanos. ¿Qué tendrán los malos para apreciarlos tanto? El resto del reparto está bastante correcto, mención especial para Hovik, un actor español de origen armenio, nacido en el Líbano, ahí es nada. Su personaje, Sandro, tiene la fuerza y la bondad que emana de su corpachón. Roberto Enríquez hace gala de su saber estar delante de las cámaras; parece que todo lo hace bien este chico, y eso tiene mucho mérito, aunque para ser Viriato, está demasiado contenido. Debería dejar salir a la bestia que lleva dentro, pues así es como me imagino yo a Viriato, un hombre que estuvo ocho años luchando contra los romanos.
Uno empieza a ver la serie con bastante desconfianza. Como he dicho antes, no esperaba nada más allá de un melodrama histórico, pero a medida que avanzan los capítulos y la historia se enreda más y más, te das cuenta de que necesitas saber que le va a pasar a Viriato, o si Nerea se reunirá con su amado Paulo. Esto es mérito de los guionistas, me imagino bastante fogueados en multitud de series de sobremesa como para saber qué es lo que nos gusta a los españoles. Sí, lo reconozco yo también he visto alguna vez «Amar en tiempos revueltos». La curiosidad mató al gato.
Dejando de lado aspectos históricos, que los más acérrimos defensores han criticado, Hispania no deja de ser un mero espectáculo al servicio de los espectadores. Se nota que los actores han hecho un grandísimo esfuerzo por aparentar ser buenos jinetes o luchadores. Son muchas horas de trabajo. Pero me parece que el esfuerzo no ha valido la pena, por lo menos técnicamente. ¿Por qué siempre nos fijamos en lo que hacen otros? ¿Porqué esas ganas de enfrentar «Hispania» con «Roma» o «Yo,Claudio? Sí, vale, se podría haber hecho mejor, pero esto es lo que hay y lo que gusta, a tenor de las audiencias.
Tengo algunas quejas para los señores productores. No, no se preocupen no tiene nada que ver con las famosas licencias históricas, porque éstas ya me las conozco yo. Pero, por ejemplo. ¿Tan mal hablan algunos figurantes que tenéis que doblarles la voz? Si es por eso, ¿Porqué no le habéis doblado la voz a Juan José Ballesta?. Ahí va otra, y esto lo supongo yo, porque a mí no me han dado latigazos nunca, pero ¿no debería Ana de Armas lucir menos pechos y más cicatrices en la espalda? La chica tiene una piel que ya la quisieran muchas mujeres después de unos cuantos latigazos. Por cierto, ¿no ven ustedes cierto paralelismo entre Viriato y Robin Hood? Los dos luchan contra el mal, siendo proscritos, los dos tienen una amada a la que no pueden amar, los dos se refugian en los bosques y su lucha es una lucha de guerrillas, los dos tienen compañeros grandes, fuertes y nobles, Sandro y Little John, y los dos son inteligentes y grandes guerreros. ¿Pero esto que és? Podría seguir con más quejas, pero no quiero desilusionarles.
Me da mucha pena escuchar y leer muchas críticas negativas sobre Hispania. Tanto esfuerzo y trabajo invertido no ha conseguido el favor de la crítica. Pero, lo que de verdad cuenta en televisión, no es si los romanos llevan la armadura de plástico o de metal, sino los índices de audiencia. Cinco millones de espectadores llegaron a ver el segundo capítulo. No quiero ni pensar cuantos habrán visto el último de la temporada.
Sin rencor, ¡eh!.
Carlos Hillman