Atlanta (segunda temporada, 2018)
Nota: 9,5
Dirección: Donald Glover (Creador), Hiro Murai, Donald Glover, Janicza Bravo, Amy Seimetz
Guión: Donald Glover, Stephen Glover, Jamal Olori, Stefani Robinson, Fam Udeorji, Taofik Kolade, Ibra Ake
Fotografía: Christian Springier
Reparto: Donald Glover, Emmett Hunter, Keith Stanfield, Terri Abney, Jane Adams, Brian Tyree Henry, Lucius Baston, Zazie Beetz, Precious Bright, Deaven Brooks
Olvídense del esquema tradicional del serial televisivo, con tramas estiradas a lo largo de cada temporada y sembradas de cliffhangers parciales al final de cada capítulo. Olvídense de esos enormes puntos suspensivos a la espera de una posible renovación. Atlanta juega a otra cosa y compite en otra liga. Si en la primera temporada se adivinaba un hilo argumental que ocasionalmente era ignorado por la entrega semanal de turno, en la segunda sus creadores han decidido romper todas las reglas para seguidamente reconstruirlas a partir de un criterio propio y muy particular.
Tratándose de unos capítulos que funcionarían a la perfección de manera autónoma, la suma de los mismos exhibe una envidiable cohesión que los vincula, desde el punto de vista conceptual, en un conjunto de lo más compacto y coherente. Asimismo, la minuciosa descripción del entorno que habitan sus personajes contribuye a la construcción progresiva del universo que propone la serie: un mundo de afroamericanos en el que éstos comparten los mismos vicios y virtudes que los blancos, además de soportar la carga histórica del sometimiento a una sociedad que sigue mirándolos por encima del hombro.
Una vez definidos los personajes en la primera temporada, Donald Glover da rienda suelta a sus obsesiones en una segunda entrega que aprovecha la solidez de los cimientos bien asentados, para desplegar las obsesiones de su creador: desde el egoísmo masculino en las relaciones de pareja, pasando por los daños colaterales de la fama y su fuerza de gravedad, la camaradería entre hombres, las obligaciones creadas por los vínculos familiares, la transformación de un mundo en el que lo virtual va ganando terreno a lo real y, por supuesto, el racismo latente en la sociedad americana.
Así como hace gala de una rica variedad temática, también se puede apreciar en sus entregas un gusto casi kamikaze por explorar una amplia diversidad de géneros. En este caso, el reto no radica tanto en la escritura de sus magníficos guiones, sino en la habilidad del director principal de la serie, Hiro Murai, para adaptarse a todo tipo de registros sin perder un ápice de su identidad autoral: thriller psicológico, drama familiar, romántico y social, comedia alocada, surrealismo, terror… Y es que Atlanta se atreve con todo y sale airosa de cada nuevo reto que se propone.
Y en cierto modo la fórmula funciona porque sus personajes son carismáticos, divertidos, vulnerables y, por encima de todo, tan imperfectos y tan complejos como cualquiera de sus espectadores: el brillante Earn es atrapado por las fauces del underground rapero de su primo cuando apuntaba a grandes logros tras su brillante trayectoria universitaria, mientras que Paperboy es presa de la ansiedad y no puede escapar del macho alfa que esperan que sea cuando debería conformarse con ser una estrella del rap y disfrutar de las ventajas de su fama.
Antihéroes, a ratos detestables y a ratos adorables, habitantes de una vida compleja y aprendices del difícil arte de relacionarse con otros seres humanos y negociar el eterno círculo vicioso confeccinado por los conflictos de intereses entre unos y otros. Quien busque una rima consonante o asonante en su estructura, se sorprenderá al comprobar que Atlanta es un verso libre que desprecia las limitaciones y solo responde al universo de un Donald Glover al que nunca le gustaron las ciencias exactas.
Carlos Fernández Castro