Z. La ciudad perdida (The Lost City of Z) (2016)
Nota: 7,5
Dirección: James Gray
Guión: James Gray (Libro: David Grann)
Reparto: Charlie Hunnam, Robert Pattinson, Sienna Miller, Tom Holland, Angus Macfayden
Fotografia: Darius Khondji
Duración: 140 Min.
Recuerdo haber salido de ver La sal de la tierra (The Salt of Earth, 2014) y haber quedado prendado del inmenso talento de su protagonista: el fotógrafo Sebastiao Salgado. Sin embargo, no llamó tanto mi atención su gran labor fotográfica como la inmensa generosidad de su mujer, quien le apoyó desde sus inicios y se hizo cargo de una familia que contaba entre sus miembros con dos hijos, uno de ellos afectado por síndrome de Down. Durante largos periodos de tiempo, el brasileño se ausentaba de su hogar y se desentendía de la realidad en busca de nuevo material para sus reportajes. ¿Quien era el verdadero héroe de los dos?
Por esta misma razón, mientras presenciaba la aventuras de Percy Fawcett en Z. La ciudad perdida me resultaba imposible esquivar el recuerdo del maravilloso documental de Wim Wenders y cuestionarme, una vez más, qué hubiera sido de este ilustre explorador si no hubiera tenido la fortuna de conocer a la persona que confirmó documentalmente la coherencia de sus teorías y, al mismo tiempo, madre de sus hijos. Una vez más, podríamos contemplar esta situación desde la perspectiva del inmenso sacrificio de una mujer que supedita sus intereses a las aspiraciones de su marido o desde la perspectiva del egoísmo de un hombre que se empeña en perseguir sus sueños a toda costa.
Como ya ocurría en El sueño de Ellis (The Immigrant), James Gray da visibilidad a la cara b de una situación propensa a la exaltación heroica, aunque en esta ocasión la carga crítica no sea tan contundente como en su trabajo anterior y deje un amplio margen para la admiración del soñador británico. A lo largo del film, acompañamos a Percy Fawcett en sus numerosas exploraciones y en su participación en la I Guerra Mundial, comprobando como su necesidad de trascender y su carácter intrépido dan paso a la sincera voluntad de contribuir al conocimiento histórico del ser humano.
En este sentido, resulta fascinante la forma en la que James Gray construye y desarrolla el arco dramático de su protagonista a partir de situaciones tan descriptivas como la que tiene lugar en una cacería a los pocos minutos de arrancar el film, aquella en la que apoya moralmente a su hijo mientras este intenta convencer a su madre para que le permita acompañar a su padre en la aventura definitiva que demuestre la existencia de Z, o las que tienen lugar en el hogar familiar. Al estar frente a una estructura argumental que alterna la vida civil del protagonista y sus numerosas expediciones, la película requiere de una serie de elipsis que el director maneja con una maestría ejemplar.
A través del retrato poliédrico de este explorador, Gray evita la hagiografía y perfila un personaje creíble que, si bien exhibe más luces que sombras, no responde al arquetipo de los héroes que rellenan las páginas de los libros de historia. En este proceso, el director aprovecha para rendir uno de sus habituales homenajes a Coppola, estableciendo ciertos paralelismos entre el protagonista y el Capitán Willard de Apocalipsis Now, y al primer Indiana Jones de Steven Spielberg, que se reencarna momentáneamente en Fawcett en una huida muy similar a la clásica de En busca del arca perdida. Como en anteriores ocasiones, el director no duda en recurrir a los clásicos para abrir nuevos caminos en el cine moderno.
Carlos Fernández Castro