Viaje a Sils Maria (Sils Maria) (2014)
Crítica de ‘Sils Maria’ – Olivier Assayas, 2014
Nota: 8,5
Dirección: Olivier Assayas
Guión: Olivier Assayas
Reparto: Juliette Binoche, Kristen Stewart, Chloe Grace Moretz, Johnny Flynn, Lars Eidinger, Hans Zischler
Fotografía: Yorick Le Saux
Duración: 124 Min.
Dos mil quince es el año en el que el séptimo arte está redescubriendo al teatro como una fuente inagotable de argumentos cinematográficos. Concretamente, los guionistas han decidido exprimir la figura del actor, que tan pronto se sube a las tablas como se enfrenta al gélido objetivo de una cámara de video. Entre los diversos atractivos que ofrece esta peculiar temática, destacan la vida privada de las estrellas, los ensayos previos al estreno, la construcción de sus personajes, y como no, la siempre difícil gestión del ego. Huelga decir que no estamos ante una fórmula novedosa inventada por Alejandro González Iñarritu (Birdman) y Barry Levinson (La Sombra de un Actor), pero tampoco cabe la menor duda de que su funcionamiento es tan preciso como el día en que se estrenó ‘Ser o no Ser’.
Claro que, no menos cierto es que desde ‘Persona’, de Ingmar Bergman, y ‘Eva al Desnudo’, de Joseph Mankiewicz, ningún director había analizado la profesión con tanta crudeza como Olivier Assayas en ‘Sils Maria’. Echando la vista atrás, las ‘Balas sobre Broadway’ de Woody Allen se mofaban de la egocéntrica Diane Wiest, pero evitaban que la sangre llegara al río gracias a un guión eminentemente cómico. Algo parecido ocurría en ‘Qué Ruina de Función’, en la que Peter Bogdanovich llevaba al borde del esperpento la tensión de una representación teatral en la que todo salía mal. Y qué decir del día en que Dustin Hoffman se metió en la piel de la desempleada ‘Tootsie’.
Podríamos afirmar que ‘Sils Maria’ se diferencia de ‘Birdman’ y ‘La Sombra del Actor’ en su forma de abordar el universo interior de un ser tan frágil como delicado, relegando el argumento de la película a un segundo plano. Assayas muestra un interés casi enfermizo en las devastadoras consecuencias del paso del tiempo en el ego de una intérprete a las puertas de la menopausia. A pesar de que Maria mantiene un estatus privilegiado en la industria teatral, siente el constante acecho de una espada de Damocles con forma de minutero. En este sentido, el guión acorrala a su protagonista desde diferentes flancos, que sin resultar reiterativos, inciden angustiosamente sobre la idea principal del film.
A pesar de sus reticencias iniciales, Maria acepta protagonizar la misma obra que, en su adolescencia, le catapultó al éxito. La única salvedad es que en esta ocasión será la antagonista, un personaje veinte años mayor al que interpretó en su aclamado debut. Durante los ensayos, asistimos a la enorme dificultad con que afronta este cambio de rol, algo que se manifiesta en las constantes discusiones que mantiene con su joven asistente. Se trata de un doble enfrentamiento entre la juventud perdida y la implacable madurez, que se ve reforzada por el contenido del texto a representar. No contento con ello, Assayas esconde una nueva zancadilla para su protagonista, que en el escenario, se ve obligada a revivir el drama que monopoliza sus preocupaciones.
De esta manera, el inexorable paso del tiempo se erige en el verdadero protagonista de esta película, que ofrece una nueva versión del eterno duelo a muerte entre lo antiguo y lo moderno. Los amantes de los clásicos no comprenden el auge del cine de superhéroes en la taquilla. En un abrir y cerrar de ojos, las nuevas estrellas pierden el respeto a las viejas glorias, menospreciando su legado. De repente, la cotización de la experiencia desciende al mismo ritmo que despunta el valor de la frescura. ¿Acaso el tiempo pasa más rápido ahora que antes?
Quizás sería demasiado atrevido comparar ‘Sils Maria’ con ‘El Crepúsculo de los Dioses’, desde el punto de vista del paralelismo entre sus personajes y las actrices que las interpretan. Pero lo que es evidente es el relevo generacional que implica la elección de su casting. La cincuentona Binoche no tardará en ceder el testigo a Kristen Stewart. Lo mismo ocurrirá cuando Chloe Grace Moretz asuma los papeles que hoy día acapara la protagonista de ‘Crepúsculo’. El tiempo no espera a nadie, y menos a una mujer.
Porque no nos engañemos, ‘Sils Maria’ esta protagonizada intencionadamente por una actriz. A estas alturas, seguimos consintiendo que los arrugas femeninas pesen más que las líneas de expresión masculinas, y el mundo del cine no escapa de esta discriminación. Assayas nos presenta una diva que debe hacer frente a su desmesurado ego, cuya fecha de caducidad viene determinada por un sinfín de factores que no afectaría a la fama de un actor. Comprendemos a Maria a pesar de sus inseguridades y a pesar de sus intentos desesperados por llamar la atención.
Desde sus primeros compases hasta su melancólico final, ‘Sils María’ evoluciona al ritmo de unos majestuosos y serenos fundidos a negro, y de unas elipsis que insinúan todo aquello que no es necesario mostrar. Los diálogos, rebosantes de autenticidad, y la puesta en escena completan un retrato bastante severo y poco complaciente de esas divas que solemos imaginar en sus maravillosas mansiones y viviendo sus fascinantes vidas. Una mentira a la que accedemos a través del punto de vista de una asistente personal interpretada por Kristen Syewart, que logra no desentonar junto a la siempre brillante Juliette Binoche.
Carlos Fernández Castro