Verano en Brooklyn (Little Men) (2016)
Escrito por Carlos Fernández Castro el 06/11/16 • En la Categoría Cine moderno,Críticas de cine,2016
Nota: 8
Dirección: Ira Sachs
Guión: Ira Sachs, Mauricio Zacharias
Reparto: Theo Taplitz, Michael Barbieri, Greg Kinnear, Paulina García, Jennifer Ehle, Alfred Molina, Talia Balsam
Fotografía: Óscar Durán
Duración: 85 Min.
Quién no recuerda aquella época de su infancia en la que tres meses eran más que suficientes para forjar una gran amistad, vivirla con intensidad e incluso verla desaparecer en el horizonte. A esas tiernas edades nuestros corazones parecen alcanzar su tope de sensibilidad y nuestros cerebros, como contrapartida, parecen adquirir la extraña habilidad de olvidar ciertos traumas que años más tarde serían insuperables. Pero llega el momento en el que nuestra versión infantil es derrotada por el tiempo y se convierte en otro adulto que no recuerda haber llevado pañales.
Verano en Brooklyn compensa nuestra falta de memoria devolviéndonos un doble reflejo de nosotros mismos: el de quiénes fuimos y el de quiénes somos. Pero la cuestión no es oponer pasado y presente, sino mostrarlos al mismo tiempo para comparar dos sensibilidades complementarias e igualmente preciadas, que rara vez conviven en una misma persona. Sin embargo, Sachs otorga un mayor protagonismo al punto de vista infantil, ese que la mayor parte de sus espectadores ha dejado atrás y el que parece reivindicar con cierta nostalgia.
Porque Jake y Tony viven ese periodo de tiempo en el que los sentimientos del ser humano permanecen ajenos a las diferencias de clases y al poder del dinero. Si pudieran observar la película que ambos protagonizan, no entenderían las implicaciones sociales y jerárquicas de vivir en el piso de arriba o llevar un negocio en la tienda de abajo, de ser inmigrante o de pertenecer a una familia de raíces americanas, de abandonar la magia de Manhattan por el terrenal (y más barato) Brooklyn.
Probablemente, las imágenes que mejor reflejan el momento vital de estos dos amigos son los largos travelling que persiguen sus recorridos por las aceras de Brooklyn. Sobre un monopatín y calzando unos patines, Tony y Jake se sienten ajenos a cualquier problema del mundo real, despreocupados, llenos de vida, libres. Tan solo unos miles de dólares amenazan sus felices existencias, pero ellos lo desconocen. Y en el caso de que lo supieran, encontrarían infinidad de soluciones a semejante nimiedad.
Sin embargo, el padre y la tía de Jake contemplan la tienda que han heredado de su padre (por la que actualmente la madre de Tony paga un alquiler desfasado y a punto de expirar) como una oportunidad para mejorar su calidad de vida. Donde Ken Loach hubiera planteado una lucha de clases, Ira Sachs propone una reflexión sobre la complejidad de las relaciones humanas. A través de una construcción realista de sus antagonistas adultos, el director norteamericano huye del maniqueísmo y ofrece una segunda línea argumental que enriquece y condiciona la lectura de la narración principal.
Sin grandes artificios, el director de Love is strange sigue indagando en los mecanismos del comportamiento humano e incluso mantiene veladamente sus constantes temáticas (la probable homosexualidad de Jake). A la riqueza de su guión, Sachs añade un sutil empleo de la imagen en el que destaca el empleo de los fundidos a negro para marcar el tempo narrativo y unos movimientos de cámara que refuerzan el contenido de los diálogos. Una vez concluida, Verano en Brooklyn es percibida como esa brisa de aire que acaricia suavemente tu rostro en una sofocante noche de verano.
Carlos Fernández Castro