Un Dios Salvaje (Carnage) (2011)
Nota: 8
Dirección: Roman Polanski
Guión: Roman Polanski, Yasmina Reza (Obra: Yasmina Reza)
Reparto: Kate Winslet, Christoph Waltz, John C. Reilly, Jodie Foster
Fotografía: Pawel Edelman
Música: Alexandre Desplat
El estreno de una nueva película de Roman Polanski es siempre un acontecimiento a tener en cuenta; más aún después de la decepcionante «El Escritor» (Ghost Writer), película rodada en 2010, que hacía presagiar el principio del fin de un cineasta genial. Afortunadamente, aquellos que pensábamos enterrar a Polanski antes de tiempo estábamos equivocados; el director de «Repulsión» ha vuelto por sus fueros y nos ha regalado una comedia negra -muy negra-, repleta de matices y muy crítica con la sociedad occidental actual. Dirigida con la confianza de quien sabe que tiene un excepcional material entre manos e interpretada impecablemente -como cabría esperar de un ramillete de actores de la talla de John C. Reilly, Kate Winslet, Christoph Waltz y Jodie Foster-, «Un Dios Salvaje» es sin lugar a dudas su mejor trabajo desde «El Pianista» (2002).
Argumento: Dos matrimonios se reúnen en la casa de uno de ellos con el fin de arreglar un conflicto surgido entre sus vástagos: el hijo de Nancy (Kate Winslet) y Alan (Christoph Waltz) ha roto el labio y un par de dientes al hijo de Penelope (Jodie foster) y Michael (John C. Reilly) después de una disputa en el parque. Lo que parecía que iba a tener un inmediata solución se va complicando poco a poco hasta llegar a un punto de no retorno, entre cómico y patético…
Si hay algo que siempre temo al enfrentarme a la adaptación cinematográfica de una obra de teatro es que resulte demasiado estática y artificial; es decir, demasiado teatral. Pero cuando se trata de un director como Roman Polanski, curtido en estas lides como demuestra su excelente «La Muerte y la Doncella», no hay por qué temer. Bien cierto es que en sus primeros compases «Un Dios Salvaje» adolece de los defectos mencionados anteriormente, pero debido a motivos completamente ajenos al origen del texto en que se basa; ansioso por homenajear «El Ángel Exterminador» de Luis Buñuel, Polanski provoca la permanencia de Nancy y Alan en el piso de Penélope y Michael de una manera un tanto forzada. Una vez superado este pequeño capricho, la película empieza a tomar cuerpo y nada consigue desviar la atención de lo que está ocurriendo entre estos dos matrimonios.
Polanski aprovecha este film para arremeter contra lo que considera una civilización occidental en decadencia, que no sabe discernir lo banal de lo importante y no es capaz de establecer una escala de valores coherente. El director polaco enfrenta a sus personajes con el único objeto de dejar al descubierto sus miserias y las de aquellos espectadores suficientemente autocríticos como para darse cuenta de que esos personajes no son más que el reflejo de la sociedad en que tan cómodamente vivimos.
Estamos ante una película que invita a la reflexión, dejando en entredicho nuestra dependencia de lo material frente a lo espiritual. Los personajes de «Un Dios Salvaje» discuten entre si, defienden sus opiniones a toda costa e intentan justificar el comportamiento de sus hijos, pero solo pierden los nervios cuando se estropea un móvil, se moja accidentalmente una colección de arte o un bolso sale volando por los aires; algunas de sus pertenencias parecen ser lo único que les hace reaccionar o despertar del letargo emocional en que está inmersos.
Aún así, el director de «Chinatown» decide salvar a uno de sus personajes. Michael (John C. Reilly) es un tipo poco sofisticado, sin ambiciones desmesuradas, tiene un trabajo de perfil medio-bajo sin grandes aspiraciones, es bastante conciliador y parece disfrutar de las pequeñas cosas de la vida; realmente es el único que vive en paz consigo mismo, mientras que los demás personajes son un «quiero y no puedo», viven esclavizados por sus ambiciones profesionales o simplemente están frustrados con su vida.
«Un Dios Salvaje» es fundamentalmente una película de personajes, en la que sus actores son las verdaderas estrellas. Kate Winslet realiza un trabajo memorable, tal y como nos tiene acostumbrados; John C. Reilly desprende la naturalidad que siempre le ha permitido bordar al hombre medio americano. Pero quien se lleva el gato al agua es el austríaco Christophe Waltz, quien ya asombrara a medio mundo con su magistral interpretación en «Malditos Bastardos»; sorprende comprobar que su gran capacidad para el drama es igualada por su talento para la comedia. Por el contrario, una actriz tan contrastada como Jodie Foster no logra brillar en su papel; ya sea por la dirección de Polanski o por la forma de interpretarlo, su personaje resulta demasiado extremo y poco creíble.
Podríamos disfrutar de «Un Dios Salvaje» como una simple comedia, pero estaríamos desperdiciando una preciosa oportunidad para realizar el ejercicio de autocrítica que tanta falta nos hace. Roman Polanski ha vuelto para quedarse, pero no de una manera complaciente, sino para molestarnos un poco.
Carlos Fernández Castro (@bandejadeplata en Twitter)
Bueno, por fin has publicado tu crítica, qué bueno. Me ha gustado mucho, y estoy de acuerdo en todas tus apreciaciones. No soy una experta en cine, sólo entiendo sí me llega o no lo que veo, y esta película me ha gustado muchísimo y, como tú dices, hace pensar en qué estamos haciendo con esta sociedad. Una comedia negra, sí señor.
Saludos,
Izaskun
Cuanto me alegro que coincidamos Izaskun;
creo que el mensaje que envía Polanski al espectador es bastante claro. Es una película corrosiva e hiriente que no hubiera aceptado otro género más que la comedia para expresar todo lo que expresa sin ahuyentar al espectador. Brillante maniobra del Sr Polanski, uno de los grandes.
Carlos, le has dado en el clavo, he visto en la pelicula todo lo que escribes aquí excepto el punto donde interpretas que Polanski quiera salvar el personaje de Micheal, o a lo mejor lo hace pero yo no. Veo defectos de moral y de actitudes en todos los personajes y me identifico en cadauno de ellos. Es impresionante como Polanski lo haya logrado. Me esperaba algo así y he salido del cine contenta. La escena del vomito la he saltada, me daba demasiado asco, eso si. Y no sabía que fuera un texto teatral pero al salir justo dije a Cintia que lo veia perfectamente adaptado a una obra de teatro.
Tengo una duda: en la escena final los dos niños estan jugando con la blackberry de Alan, no?
Que quiere decir? Que al final uno de los elementos de discordia sirvió para pacificar a los niños?
Me gustó mucho tambien la reflexion sobre las condiciones de victima y criminal, que creo que la hizo tambien para su propia condicion 😀 pero bueno, creo que sea licito preguntarse donde llega la inocencia de cadauno , donde empiezan las culpas, etc etc.
Kate impecable, el marido «Alan» imprescindible, mi personaje favorito.
solo quiero añadir que I wipe my ass with your human rights!! LOL
besos
Buenas Marina,
Con respecto a lo de la Blacberry no sabría decirte, puede que sea así, aunque si te soy sincero, no le di mayor importancia; los niños son así, forma parte de su nataleza y son parte de sus códigos de actuación por muy raros que parezcan.
Respecto a Michael, reconozco que hay varias posibilidades de interpretación, de modo que yo lo hago en función de mis propios criterios y reflexiones respecto a los temas que se tratan en la película; no creo que haya una sola interpretación posible, como suele suceder en arte.
Víctima Criminal? La linea que separa ambos es a veces tan fina que es imperceptible; puede que sea uno de sus mensajes aunque no veo que haga tanto hincapié en ello como para haber querido darle importancia. Pero, who knows…
Un saludo y gracias por compartir con todos tus percepciones
Carlos