Un Cuento Chino (2011)
Nota: 6,5
Dirección: Sebastian Borenzstein
Guión: Sebastian Borenzstein
Reparto: Ricardo Darín, Ignacio Huang, Muriel Santa Ana
Fotografía: Rolo Pulpeiro
EN POCAS PALABRAS (para los impacientes)
Los argentinos son especialistas en hacer películas a partir de historias meramente anecdóticas, lo que podríamos llamar un gancho comercial. A diferencia de gran parte del cine americano, una vez que el motor ha arrancado, saben como mantenerlo en marcha, a través de todo lo que rodea a la idea principal. Por eso, al ver «Un Cuento Chino», no debemos centrarnos en el hecho de que un tipo asocial y gruñón tenga que hacerse cargo de un inmigrante chino, a la espera de encontrar a sus familiares en Argentina; lo que realmente busca Sebastián Borensztein en su debut cinematográfico argentino (ya había dirigido cine en Mexico y TV en Argentina), es contar la historia de un tipo repleto de miedos y fobias, en el cual podríamos vernos reflejados muchos de los espectadores de este film (independientemente de nacionalidades), y enfrentarle a las mismas mediante la aparición de factores externos que hacen tambalear su mediocre y rutinaria existencia.
SI QUIEREN PROFUNDIZAR…
El recurso del inmigrante chino resulta perfecto para lo que la película quiere expresar. Desde un principio el director argentino nos ofrece una serie de pinceladas que indican la naturaleza honesta y noble de Roberto (Ricardo Darín), a pesar de mostrarle como un ser poco comunicativo y arisco; de este modo, el argumento resulta muy creíble, al tratarse de una persona que ante la llegada de su nuevo inquilino, va a sentirse incapaz de deshacerse de él. Por decirlo así, una causa de fuerza mayor, personificada en Jun (Ignacio Huang), y circunstancias ajenas a su voluntad, materializado a través del acoso al que le somete Mari (Muriel Santa Ana), le obligan a derribar unos muros hasta el momento infranqueables.
El personaje de Roberto tiene otra peculiaridad, muy bien urdida en el guión de Borenzstein, que consiste en una extraña afición de recopilar sucesos rocambolescos de los periódicos; lo que podríamos identificar como los cuentos chinos a que hace referencia el título de la película, pero que no deberíamos tomar como tales. A lo largo del film, asistimos a las recreaciones imaginarias que hace el personaje de Ricardo Darín de estos sucesos, plasmadas brillante y acertadamente en imágenes por el director; Roberto se pasa la mitad de la película asombrándose de historias que el considera irreales, y de repente toma consciencia de que está viviendo una de ellas en sus propias carnes.
El acertado ritmo narrativo del director argentino, demostrando saber en cada momento donde colocar la cámara, junto a una fotografía de tonos cálidos, ayudan a que la película encuentre su forma desde el primer minuto de metraje y se muestre cercana al espectador. Ambos factores componen un contexto idóneo para que el reparto al completo realice un soberbio trabajo de interpretación, lo que ayuda a que la historia que estamos presenciando traspase la pantalla para colarse en nuestra cabeza, haciéndonos reflexionar sobre ella. Pero por encima de todos, resulta imposible obviar el trabajo de un Ricardo Darín (Carancho) que vuelve a dejarnos estupefactos con su naturalidad y múltiples registros.
En definitiva, «Un Cuento Chino» es una película pequeña, pero muy bien contada y excelentemente interpretada. El cine argentino vuelve a demostrar que el Séptimo Arte también sirve para hablar sobre sentimientos rutinarios y miedos comunes, que aunque estén presentes en nuestro día a día, no dejan de tener una importancia capital. No duden en ver esta agradable y bonita película.
Carlos Fernández Castro