The Yellow Sea (Hwuanghae) (2011)

Nota: 7

Dirección: Na Hong-jin

Guión: Na Hong-jin

Reparto: Ha Jung-woo, Kim Yun-seok, Cho Seong-ha, Lee Cheol-min, Lim Ye-won, Kwak Byeong-gyu, Tak Seong-eun

Fotografía: Lee Sung-je

Música: Jang Young-gyu, Lee Byung-hoon

Montaje: Kim Sun-min

Después del impacto inicial del cine de Won Kar Wai (Hong Kong, más allá del heroic bloodshet), de los ejercicios de sobriedad y plasticidad entregados por el chino Zhang Yimou y el primer Ang Lee (Taiwan), y de las esporádicas -mas brillantes- obras que nos llegan desde el resto de naciones del continente asiático, me imagino que no me lincharán si me atrevo a señalar a Corea del Sur, como la actual gran potencia cinematográfica oriental.

Sé que para algunos esta afirmación será un atrevimiento algo más que discutible, pues atribuirán la mayor parte de los reconocimientos que cosecha este cine, a dos insignes nombres: Park Chan Wook y Kim Ki Duk -algo así como el duopolio imperante en nuestra tediosa liga de fútbol-. Pero es que de un tiempo a esta parte, no dejan de arribar a mis retinas cintas como mínimo destacables (firmadas todas ellas por creadores fuera de la insigne dupla). Valgan unos ilustrativos ejemplos: la notable “Noche y día” del genial Hong San-soo; la divertidísima “El bueno, el malo y el raro” de Kim Ji-Woon (que nos prepara para 2013 un western con Eduardo Noriega y Arnold Swatchzenegger); y sobre todo y ante todo, el debut en la dirección de Na Hong-jin: “The Chaser” -algo así como el anverso perfecto de la mítica “Memories of Murder” (Bong Joon-ho, 2003)-.

En la asfixiante “The Chaser”, un jovencísimo Na Hong-jin no duda en revolucionar los cánones clásicos del thriller -desplazando al crimen del centro a la periferia del relato-. El resultado: una de las películas más vibrantes que haya tenido ocasión de ver.

Apenas un par de años después de su flagrante éxito con «The Chaser», Hong-jin nos entrega «The Yellow Sea», un interesante thriller operístico dividido en 4 actos –tan fascinante en ocasiones, como descarrilado y desmedido en otras-.
Sus dos capítulos iniciales («El taxista» y «El asesino») es de lo mejor que, en cuestiones cinematográficas, nos ha llegado desde más allá de los Urales. El primero, rodado en clave drama social, supone una ejemplar recreación de atmósferas y presentación de personajes -orquestada mediante una puesta en escena sublime-. Gracias a “El taxista” ubicamos en el mapa la ciudad de Yanji y sus miserias –entre ellas, aquella que consume a nuestro protagonista-.

El segundo episodio por su parte, supone una dosis exacta del mejor thriller mafioso. Trepidante, minucioso, angustioso, genial.

Pero en los dos últimos pasajes que componen la obra -cuando la película se entrega por completo al cine de acción-, Hong-jin se enquista en la ominosa fantasía incontrolada que, ocasionalmente, castiga las historias surcoreanas. A mi entender, al no saber dosificar tan prolífica inventiva, el joven director asiático resta potencial a su film conforme discurren los acontecimientos.

De tal manera que, si bien cuando opera dentro de las escenas de batalla cuerpo a cuerpo (siempre descartando las menos poéticas armas de fuego) su cine emerge fascinante, abrasivo y sugestivo. Cuando, por contra, toca narrar huidas imposibles o desacertados duelos al volante, distancia irremisiblemente al espectador de la trama -al parecerse ésta en demasía al peor cine comercial americano-. Además, si las comparaciones son odiosas, no se imaginan hasta que punto si se realizan con «Drive» -competidora contemporánea en nuestra cartelera- o con la propia «The Chaser» – cinta sencillamente insuperable-.

Hong-jin pertrecha a sus personajes, tanto al héroe poco al uso de su cinta como al pérfido malvado de la misma, de ese halo de indestructibilidad más propio del comic que del lenguaje cinematográfico (por otra parte, seña característica de las creaciones coreanas).

Por cierto, la película -que ayer se estrenaba en salas-, además de constituir una exótica propuesta de cine de acción, incide sobre una situación harto conocida en nuestra realidad: el trágico fenómeno de la inmigración ilegal. Con un tono bastante distante del presentado por “Le Havre” -cinta estrenada hace justo 7 días-, indaga en la problemática común de las fronteras delimitadas no sólo por barreras físicas. De igual modo, un par de cuestiones existenciales acompañan su desarrollo: ¿Cuándo ha de plegarse la supervivencia a la ética? ¿Qué seríamos capaces de hacer por amor?

“Dependiendo del entorno, la línea entre lo bueno y lo malo se diluye considerablemente” Kim Yun-seok

Es curioso, pero si hablamos de migraciones, no debemos obviar que la peli está producida -en parte- por la Fox. Habiéndose asegurado Na Hong-jin ser el responsable de un hipotetico remake a la americana, parece como si éste hubiese perpetrado su salto a la orilla opuesta del Pacífico -mucho más glamourosa y onerosa- .

Y es que “The Yellow Sea”, a pesar de ser un film tan imprescindible como irregular, supone una excelente carta de presentación -¿tenemos acaso un Fincher asiático en ciernes?-.

Queda dicho, quedan avisados.

Alberto G. Sánchez – pelucabrasi