También la Lluvia (2010)

NOTA: 8

Dirección: Iciar Bollain

Guión: Paul Laverty

Reparto: Luis Tosar, Gael García Bernal, Karra Elejalde, Juan Carlos Aduviri, Raúl Arévalo, Carlos Santos

Fotografía: Alex Catalán

EN POCAS PALABRAS (para los impacientes)

“También la Lluvia” es la contribución personal de Iciar Bollain al “Metacine”, es decir, utilizar como argumento de una película (real) la realización de otra película (en este caso ficticia) o como se suele decir: cine dentro de cine. La directora vasca sale más que airosa del reto gracias a tres factores fundamentales: un solvente guión, un reparto con tres actores en estado de gracia y una inteligente, a la par que nada autocomplaciente, utilización de este subgénero cinematográfico. Escribo esta última frase porque habitualmente, los cineastas que trasladan los entresijos de su profesión a la gran pantalla, suelen hacerlo con un cierto aire vanidoso y la única intención de acentuar su fingida y exagerada trascendencia como artistas. En el caso de Bollain, la utilización del mismo está al servicio de la historia en todo momento, de tal modo que las dos líneas argumentales que contiene, conectan a la perfección como dos imanes unidos por una atracción inquebrantable.

SI QUIEREN PROFUNDIZAR…

El argumento de la película abarca el drama, la temática social e incluso la acción en algunos momentos. Cuenta la historia de un equipo de rodaje español que acaba de llegar a Cochabamba, Bolivia, para rodar una película enmarcada en la época en que Colón descubrió América. A lo largo del metraje, asistimos a las dificultades que los protagonistas experimentan en la gestión técnica y humana del proyecto, así como a momentos de la filmación, la cual se ve dificultada continuamente por la situación pre-revolucionaria que vive el país.

Si hay algo admirable en esta obra, son su cohesión, originalidad y coherencia, tan poco frecuentes en el cine patrio, el cual parece inexorablemente abocado al teta-culo-pedo-pis que tanto le caracteriza. Gran parte del mérito es atribuible al guión de Paul Laverty (habitual colaborador del cineasta británico Ken Loach), que aborda, muy acertadamente, el camino que recorre una película desde el ensayo hasta la filmación, y las dificultades que implica la ejecución de un proyecto de gran envergadura (mas si se realiza en un país extranjero y bajo unas calamitosas circunstancias sociales).

Por decirlo así, el libreto marca tres niveles narrativos diferentes: los preparativos de los protagonistas para llevar a cabo el rodaje, la filmación de la película en cuestión y el contexto social que vive Bolivia en ese momento. Gracias al primer nivel, aquellos que no tengan muy claros los sistemas de trabajo o las funciones que desempeña un productor, un director o un actor de cine, adquirirán unas nociones básicas al respecto.

Sin embargo, los siguientes dos niveles funcionan de manera muy diferente y rebasan la intención anecdótica del primero, porque, no nos engañemos, lo que realmente interesa a Bollain y Laverty es el paralelismo entre lo que cuenta la película que dirige Sebastian (Gael García Bernal), ambientada en el siglo XV, y la realidad del pueblo boliviano en el año 2.000. Tanto en aquel momento como en la actualidad, los indígenas han sido sometidos, directa o indirectamente, por el hombre blanco (ya sea de origen europeo o boliviano), como si los quinientos años de separación entre ambas épocas no hubiesen servido de nada. La única diferencia es la hipocresía con la que hoy, se critican conductas del ayer,  cuya vigencia es de rabiosa actualidad, aunque miremos a otro lado. Para reflejar esta actitud, Laverty construye unos personajes españoles concienciados de esta situación de indefensión y desigualdad que sufren los indígenas bolivianos, la cual no dudan en ignorar si pueden beneficiarse de ella. Bien cierto es que el escritor británico construye dos personajes protagonistas (Tosar y Bernal), cuyos posicionamientos respecto al conflicto parten de extremos opuestos para cruzarse en un momento del metraje y llegar a ocupar el uno la posición del otro hacia el final.

Para lograr esta percepción, la directora imprime un realismo brutal a todos los planos de la película que filman sus actores, evitando en todo momento la visibilidad de los equipos de rodaje. De este modo, si alguien comenzara a ver «También la Lluvia» en cualquiera de esas secuencias, podría pensar que se trata de una historia sobre la conquista de América. La directora logra con ello que el espectador no asista a un falso rodaje dentro de su película, sino a la recreación fidedigna de unos acontecimientos no muy diferentes de los que está viviendo el pueblo boliviano en la actualidad.

En otro orden, Bollain demuestra la utilidad de su pasado como actriz dando una lección en la dirección de actores y desarrollando cada uno de los personajes con pinceladas escasas (debido a la limitación temporal) pero de una precisión apabullante. Los actores saben que están en buenas manos y dan lo mejor de si mismos. Luis Tosar realiza una interpretación más que notable, como en él es habitual; pero en el caso de Juan Carlos Aduviri y Karra Elejalde, portentosas sería un calificativo más adecuado para describir sus actuaciones; la secuencia en que este último empieza a interpretar su papel de Colón ante sus ficticios compañeros de reparto, es una auténtica exhibición….uno de los mejores momentos cinematográficos del año, créanme.

«Tambien la Lluvia» es, con diferencia, la mejor película española del año, a pesar de haber sido rebasada en nominaciones a los Premios Goya de 2010 por la bochornosa «Balada Triste de Trompeta». Esto demuestra el delicado estado de salud del cine español, aunque gracias a películas como la que nos ocupa, seguimos manteniendo  la  escasa fe que manteníamos en él.

Carlos Fernández Castro