Sólo los Amantes Sobreviven (Only Lovers Left Alive) (2013)
Nota: 8,5
Dirección: Jim Jarmusch
Guión: Jim Jarmusch
Reparto: Tilda Swinton, Tom Hiddleston, Mia Wachikowska, John Hurt, Anton Yelchin, Slimane Dazi
Fotografía: Yorick Le Saux
Duración: 118 Min.
Era de esperar, una película de vampiros dirigida y escrita por Jim Jarmusch no podía parecerse a nada que hubiésemos visto antes. Una vez más, el director norteamericano ha recurrido a un género que parecía ofrecer pocas posibilidades de renovación, y lo ha adaptado a su peculiar personalidad, como si de una creación propia se tratara. «Only Lovers Left Alive» responde claramente a lo que entendemos por cine de autor, sin que por ello resulte pretenciosa o demasiado consciente de sí misma.
Los colmillos y los orificios en el cuello quedan relegados a un segundo plano en este singular experimento, en favor de un enfoque romántico y existencialista. Adam y Eve han aprovechado su inmortalidad para disfrutar los placeres que la vida ha puesto a su disposición: el amor, la cultura, la amistad, la ciencia… Curiosamente, Jarmusch dota a sus protagonistas del humanismo que carecen los seres humanos en esta película, tratados por el director como criaturas cuestionablemente racionales, y acomodadas en la mediocridad.
El director de «Flores Rotas» emplea el mito vampírico como excusa para divagar sobre las relaciones sentimentales, y parece proponer un modelo ideal a través de los personajes interpretados, con un magnetismo desbordante, por Tilda Swinton y Tom Hiddleston. Durante la mayor parte del metraje, Jarmusch presenta a dos enamorados que mantienen la pasión del primer día, y se tratan con respeto, educación, cariño, y ausencia de egoísmo. En definitiva, una reformulación de lo que deberían ser las aspiraciones amorosas de toda pareja.
Aprovechando las peculiaridades de sus protagonistas, el cineasta americano no sólo abraza el riesgo que implica una película de vampiros sin apenas hemoglobina o escenas violentas, sino que apuesta por un discurso ecológico, sorprendentemente adecuado y pertinente. Los vampiros de Jarmusch cuidan meticulosamente su alimentación, y desconfían del estado de la sangre humana, corrompida en el SXXI por una deficiente nutrición y el consumo de todo tipo de drogas. La metáfora es evidente, pero no por ello deja de ser acertada, elegante y original.
No sería descabellado argumentar que Adam y Eve representan las dos caras de una misma moneda, es decir, la versión pesimista y la versión optimista del director. El primero desprecia al ser humano por su falta de pasión, por su ausencia de valores, por su culto al éxito, por su incapacidad para aprender de la experiencia… Sin embargo, Eva funciona como el contrapunto que equilibra la balanza, la versión más positiva de un Jarmusch romántico y desencantado a partes iguales, la motivación que necesita para seguir luchando. Poniéndose en la piel de estos seres inmortales, el director toma la distancia necesaria para contemplar la realidad en la que vivimos con cierta perspectiva, y así ofrecer su visión sobre la misma.
Pero no todo es existencialismo en «Sólo los Amantes Sobreviven». Consciente del peligro que ello supondría, Jarmusch incorpora un elemento desestabilizador, que aporta la tensión y la incertidumbre que toda narración necesita. Al contrario que su hermana y Adam, Ava (Mia Wachikowska) es una vampiresa que guarda demasiadas semejanzas con el ser humano, y por esa misma razón, una amenaza para la estabilidad y seguridad de la pareja. El director aprovecha su irrupción para intensificar el ritmo pausado de la primera mitad del metraje, y encauzar el argumento hacia un desenlace incierto y magistral.
Jarmusch se toma su tiempo para construir la fascinante atmósfera que envuelve cada uno de los planos de su última obra. Asimismo, perfila minuciosamente sus personajes, y prepara la transición entre los diferentes actos del film, con una parsimonia embriagadora. «Sólo los Amantes Sobreviven» nunca hubiese existido en el Hollywood del que Jarmusch tanto recela, ése que Adam desprecia al considerar Los Ángeles un modelo de degradación y la prueba evidente de la decadencia del ser humano. Todo un dardo envenenado a la industria del cine más comercial.
Estamos ante una nueva muestra de lo que debería ser el cine independiente: un cine sin ataduras, un cine refrescante en el que los imperativos de los grandes estudios no tengan cabida, un cine capaz de sorprender a partir de recursos sobradamente conocidos, un cine que no acepte restricciones creativas. Como ya hiciera con el western (Dead Man), y con el cine de artes marciales (Ghost Dog, el Camino del Samurái), Jarmusch ha vuelto a demostrar que no todo está inventado en el Séptimo Arte. Y qué queréis que os diga, en los tiempos que corren, nunca está de más que alguien nos lo recuerde.
Carlos Fernández Castro