Solo Contra Todos (Seul Contre Tous) (1998)
Guión: Gaspar Noé
Reparto: Philippe Nahon, Blandine Lenoir, Frankie Pain, Martin Audrain, Jean François Rauger
Fotografía: Dominique Colin
Muchos aficionados al cine no solemos saber que contestar ante la pregunta directa de: «¿Cuál es tu película favorita?». Solemos tener tres o cuatro películas cliché que sacamos a relucir para salir del paso. Quizá porque tal vez se trate de una pregunta más personal de lo que parece.
En cualquier caso, no imagino a alguien, a quien no le haya sido diagnosticado un cuadro patológico severo, afirmando que una de sus películas favoritas sea «Solo contra todos» del director Argentino Gaspar Noé. Y menos que la utilice como cliché para salir del paso. Si así fuera, yo mismo llamaría a las autoridades sanitarias para que se lo hicieran mirar.
Y es que la ópera prima del controvertido director se enfrenta de forma radical a cualquier posible complacencia hacia el espectador. Saboteando y poniendo trampas a la «buena» disposición de la audiencia, preparada para ver un drama humano que le emocione y le haga reflexionar durante un rato, pero para nada más. Es ahí donde Noé pertrecha su dispositivo fílmico de armas audiovisuales y se atrinchera para luchar solo contra todos.
Lo propio hace su protagonista, un ex-carnicero de quien no conocemos el nombre, solamente una batería de datos biográficos que el director nos presenta en un prólogo de cinco minutos. Dicha aproximación al personaje nos puede recordar en la forma, a «La Jetée» de Chris Marker, en el uso de la voz en off sobre una serie de imágenes estáticas; pero en el fondo parece más un registro de datos y fotografías sacadas de un archivo policial, que relatan de forma desapasionada la truculenta vida de este desgraciado.
El carnicero, padre de una hija de la que se debe hacer cargo en solitario después de que la madre se desentienda, acaba en la cárcel tras agredir a un obrero por creer que había violado a la joven adolescente. Tras cumplir la condena y habiéndolo perdido todo, incluso a su querida hija ingresada en una institución, deja embarazada a una mujer que le promete volver a abrir su carnicería, pero la promesa nunca se cumple y el carnicero acaba agrediendo brutalmente a la mujer, que pierde el hijo que llevaba en su interior. La huida hacia delante será el único camino posible en el que el protagonista sólo hará caso a su propia moral.
Moral es precisamente la primera palabra que nos muestra el film en uno de tantos rótulos sobre negro que Gaspar Noé gusta de colocar estratégicamente a lo largo de sus películas, a modo de verdades irrefutables, con las que el espectador tropieza sin remisión. «Vivir es un acto egoista. Sobrevivir una ley genética» o «La muerte no abre ninguna puerta» son sólo algunas de las frases con las que el protagonista combate la moral establecida que compartimos como sociedad, en favor de la suya propia. Convirtiéndose así, inconscientemente, en defensor de la moral del individuo y sus circunstancias.
Esto lo adentrará en una espiral que sólo gira hacia adelante. Para ello Noé se hace servir de símbolos recurrentes en su obra, como el del túnel. Pero mención especial merece el uso que hace de dinero. A medida que el tiempo avanza el carnicero encontrará menos en sus bolsillos, pero la sociedad que lo rodea cada vez le pedirá más. Una prostituta con la que se acuesta definirá el dinero como “energía”. Precisamente la que se le va agotando en una de las secuencias más desgarradoras del film. El carnicero recuenta entre sus manos un montón de calderilla mientras en off escuchamos: “Sí, suficiente para comprar un sandwich”.
Como también le ocurriera a Travis Bickle, sociópata protagonista de «Taxi Driver» (inevitable referente de «Solo contra todos»), el carnicero se ve más y más acorralado por una sociedad que no respeta sus verdaderos deseos, y se verá indefectiblemente abocado a un violento desenlace. Este in crescendo se ve expresado visualmente a lo largo de toda la película mediante una transición con sonido de disparo, que a su vez ayuda a reflejar la paranoia en la que vive instalado nuestro protagonista.
A este recurso habría que sumar otro con sello Gaspar Noé. Esos cambios de plano a negro acompañados de un sonido estridente de cuerda, además de contribuir al estado de trance en el que el director quiere sumir al espectador en todas sus películas, apoyan el ambiente claustrofóbico de esos barrios proletarios de Lille. De hallazgo visual se podría catalogar, ya que habituados como estamos a que después de un fundido a negro la imagen se ubique en otra localización, y por lo tanto en otra secuencia, lo que Noé hace es usar este recurso para cambiar solamente la escala en el plano (p.e de un primer plano a un plano medio y después a un plano general) transmitiendo la idea de que todo se mantiene invariable, y por lo tanto, convirtiendo la situación en insostenible.
Pero antes de que la violencia se desate definitivamente, el director franco-argentino, nos da la «oportunidad» de abandonar la sala, mostrando un rótulo con treinta segundos de cuenta atrás (ni que lo que hubiéramos visto hasta entonces fuera una producción para Disney Channel). Por supuesto, sabe mejor que nadie, que ningún espectador se va a levantar, y eso es precisamente lo que quiere.
Un final que no contaremos, por supuesto, aunque como buena revisión del clásico de Martin Scorsese, Gaspar Noé ha sabido darle una vuelta de tuerca ¿Final feliz?… Más bien caramelo envenenado. Si el propio director firmara esta crítica, probablemente en este punto insertaría un rótulo parecido a éste:
NO VEA ESTA PELÍCULA. NO PODRÁ CON ELLA.
Esta historia tiene un mayor recorrido en la filmografía de Noé; no en vano, el prólogo de «Irreversible», la cinta que le dio a conocer gracias a un plano secuencia de 10 minutos en el que Monica Belucci era violada, nos presenta al Carnicero, ya algo mayor, dejándonos otra de sus lecciones morales; «el tiempo lo estropea todo». Pero además, el mediometraje «Carne» previo a «Solo contra todos», es una precuela referente al periodo en el que el carnicero vive felizmente con su hija, hasta que todo se precipita y termina en la cárcel. No es necesario ver ninguna de las dos para «disfrutar» de la que nos ocupa, aunque «Carne» nos dará alguna clave para entender mejor la figura de su protagonista. Y por supuesto, siempre podremos admirar la soberbia actuación de Philippe Nahon.
Grito descarnado de la clase proletaria francesa en contra de las clases que la oprimen, cuento existencialista cercano a los postulados de Jean-Paul Sartre, espejo deformado ante el que su director nos obliga a mirarnos… Muchas son las lecturas posibles una vez finalizada esta película. En mí dejó el mismo poso de aquellas películas que amo: Tristeza, compasión, gratitud, esperanza… Mezcla de emociones a la que en éste caso añadiría el agudo dolor de una certera patada en los huevos.
Si alguien me preguntara: «¿Cuál es la película que más detestas?», es probable que eludiera lo personal de la pregunta y utilizara tres o cuatro películas cliché. «Solo contra todos» sería una de ellas, pero no porque la odie. Sólo para salir del paso.
Ander Elorza
Me ha gustado leer esta crítica, no te voy a decir que sea de mis películas favoritas porque mentiría, pero Gaspear Noe me parece un cineasta muy interesante. La referencia sartriana que apuntas, pues puede que tengas razón, aunque Noe trabaje estas ideas desde una postura bastante experimental. Y las referencias cinematográficas a Chris Marker o a Travis, el protagonista de Taxi Driver también me parecen de lo más acertadas.
Un saludo.
Muchas gracias por tu comentario, Babel. Más aún cuando es la primera crítica que escribo en esta página. Ya no está huérfano el apartado de comentarios 🙂
En cuanto a Sartre, intentaré junstificar un poco mejor la teoría: para el filósofo francés «la existencia precede a la esencia», o lo que es lo mismo (o parecido) la vida es la que definirá nuestra forma de ser; es decir, no existe una condición humana como tal. De la misma manera, el carnicero nos dice «Todo se decide al nacer».
Para Sartre el ser humano es lanzado a la vida y «condenado a ser libre», por lo tanto obligado a la acción y responsable de sus actos. El carnicero declara que «la vida es una mierda colosal a la que me impuso mi madre», «Pero no tengo miedo… al contrario. No pido la ayuda de nadie».
Además, Sartre ve la existencia como un fenómeno subjetivo: «El hombre no es otra cosa que lo que él se hace». Si un ser humano quiere acometer cualqueir acción, primero la piensa, la construye en su cabeza y eso será la esencia de lo que luego tendrá existencia. En este punto Gaspar Noé utiliza el lenguaje cinematográfico para expresarlo, mediante la constante voz en off y las recreaciones que el carnicero hace en su cabeza de lo que va a ocurrir en el futuro.
Entiendo perfectamente que digas que Noé trabaja estas ideas desde lo experimental. Por ejemplo, esas recreaciones que el carnicero hace en su cabeza, no son exactamente lo que en realidad ocurre. Y por supuesto el tono rabioso y autodestructivo de la voz en off del carnicero, no creo que sea exactamente lo que Sartre imaginaba cuando hablaba de existencia consciente.
Sólo añadir que espero que la última película de Gaspar Noé tenga por fin fecha de lanzamiento en España. «Enter the Void» ya se estrenó en el festival de Cannes del año pasado, y el mes pasado lo hizo en Estados Unidos. He oido cosas muy buenas y cosas muy malas respecto a esta peli, como es normal con este director. Así que queda pendiente una reseña a lo nuevo de Gaspar Noé.
Un saludo.
Muy buena crítica. No había encontrado interpretaciones tan interesantes por la web.
es que no las hay 😉