Siempre hace Buen Tiempo (It’s Always Fair Weather) (1955)
Nota: 8
Dirección: Stanley Donen, Gene Kelly
Guión: Betty Comden, Adolph Green
Reparto: Stanley Donen, Cyd Charisse, Dan Dailey, Dolores Gray, Micheal Kidd, David Burns
Fotografía: Robert Bronner
Cuando hablamos de Stanley Donen y Gene Kelly lo primero que nos viene a la cabeza es «Cantando Bajo la Lluvia», probablemente el mejor musical jamás realizado. Gracias a la Metro, este par de genios volvieron a unir sus talentos en dos musicales que, si bien inferiores al anteriormente citado, son una auténtica delicia: «Un Día en Nueva York» (On the Town, 1949) y «Siempre Hace Buen Tiempo» (It’s Always Fair Weather, 1955), supuesta segunda parte del primero y objeto de nuestro estudio.
Argumento: Tres soldados del ejercito americano vuelven a los Estados Unidos tras haber participado en la II Guerra Mundial; después de su última juerga juntos, prometen volver a encontrarse en el mismo bar dentro de diez años manteniendo su amistad intacta por el paso del tiempo. Transcurren los 10 años y los tres cumplen su promesa, pero parece que ninguno de ellos lo ha hecho con el entusiasmo que generó dicha propuesta en su momento. Algo ha cambiado…
«Siempre Hace Buen Tiempo» no es un musical al uso; un alto porcentaje del buen rollo que transmitían los máximos exponentes del género, fue sustituido por un cierto sabor agridulce, inexistente en los anteriores trabajos de Donen y Kelly. Los espectadores de mente más inquieta tendrán la posibilidad de detectar en los personajes de esta película uno de los múltiples lados oscuros del ser humano; aunque bien cierto es que el que no quiera, podrá disfrutar simplemente de una comedia, algo menos complaciente de lo habitual.
Desde un punto de vista objetivo, es prácticamente imposible no sentirse identificado con la embarazosa situación que plantea este film. Tres personas vuelven a encontrarse después de diez años, suficientes como para que cada una de ellas haya encauzado su vida en una dirección que nada tiene que ver con la de sus dos amigos, y sienta un cierto rubor al recordar los viejos tiempos. Es curioso cómo reacciona el ser humano ante estas tesituras, y admirable la destreza de Donen y Kelly para reflejarlo.
«Siempre Hace Buen Tiempo» no pretende lanzar un mensaje moralista, sino que simplemente invita a que nos planteemos algo que no solemos hacer: si transcurridos unos años sentimos que hemos cambiado de rumbo ¿es por haber cedido a la inercia o porque realmente lo hemos querido así?. En este caso concreto, la pluma de Adolph Green y Betty Comden empuja a cada uno de sus personajes a preguntarse si verdaderamente son sus amigos los que no han respondido a sus expectativas, o son ellos mismos quienes no lo han hecho.
Reflexiones a parte, la película brilla tanto en sus apartados técnicos como artísticos; la dirección de Donen y Kelly vuelve a ser tan imaginativa y original como siempre, incluso un poco más en la confección de determinadas secuencias como la cena en que los tres se preguntan, al son de una conocida melodía, por qué demonios han asistido a la cita. Los números musicales vuelven a ser deliciosos e innovadores; no hay mas que ver a los tres protagonistas bailar con la tapa de unos cubos de basura en sus pies, haciendo verdaderas acrobacias y derrochando encanto.
Pero a la hora de la verdad, y es que no podría ser de otra manera, el verdadero rey de la función es Gene Kelly, quien realiza un numero musical, sobre las ruedas de unos patines, de una asombrosa elegancia y extremada dificultad. La cámara de Donen vuelve a ser la compañera ideal de los movimientos del actor y logra transmitir toda la magia que éste es capaz de generar; y créanme, es mucha.
Aunque no sea el objetivo principal, «Siempre Hace Buen Tiempo» lanza otra reflexión al espectador; en este caso, se trata de la dirección que estaba tomando el mundo de la televisión en Estados Unidos en los años 50, que alarmantemente recuerda, más de los que desearíamos, a la televisión que sufrimos actualmente en nuestro país; es la era del «todo vale», en la que la moral y los principios pasan a un segundo o tercer plano en pos de la audiencia; aunque parece que esta llamada de atención no tuvo un gran alcance.
No quiero asustar a los adictos a los musicales; «Siempre hace buen Tiempo» tiene alma de comedia, y como tal, hace gala de un buen puñado de secuencias altamente cómicas. Aún así, he preferido centrarme en su vertiente dramática por la novedad que implica en el género. «Siempre hace Buen Tiempo» es una película especial; por eso he intentado que quienes la hayáis visto o quienes la vayáis a ver, la miréis con otros ojos; os sorprenderá.
Carlos Fernández Castro
http://youtu.be/RR7V8Fi0HUs