Sábado Noche Domingo Mañana (Saturday Night and Sunday Morning) (1960)
Nota: 8,5
Dirección: Karel Reisz
Guión: Allan Sillitoe (Novela: Alan Sillitoe)
Reparto: Albert Finney, Shirley Anne Field, Rachel Roberts, Hylda Baker, Bryan Pringle, Norman Rossington
Fotografía: Freddie Francis
Duración: 89 Min.
Rebelarse es una actividad inherente a la juventud. Ya sea contra el orden establecido, las normas sociales, o la tiranía de los progenitores. Pero la mayor parte de las veces se trata de una reacción meramente instintiva contra el abrazo invisible del conformismo y la irrechazable hoja de ruta que impone el destino. Siempre hay algo de lo que quejarse, siempre hay algo que mejorar. El ser humano construye estructuras que caducan en el mismo instante en el que una generación toma el relevo de la inmediatamente anterior; es ley de vida y, cómo no, es ley de cine.
Quizás esto explica el nacimiento del free cinema, movimiento cinematográfico que supuso un cambio de paradigma en el cine británico de los años 50. De repente, un grupo de «jóvenes airados» (angry young man) renegaron de las películas yanquis que invadían las carteleras anglosajonas y no reflejaban su realidad. Porque ellos no aspiraban al sueño americano. De hecho, su futuro era tan gris como el humo que salía de las fábricas en las que trabajaban, en las que anteriormente habían trabajado sus padres, y en las que probablemente trabajarían sus hijos si nadie lo remediaba.
‘Sábado noche, domingo mañana’ no cambió el mundo, así como tampoco lo hicieron ‘La Soledad del corredor de fondo’, ‘Un Lugar en la Cumbre’, o ‘El Ingenuo Salvaje’. Tampoco aportaron soluciones a esos jóvenes que habían dejado de ser adolescentes y todavía no asimilaban su entrada en la edad adulta. Sin embargo, sí susurraron un consolador «no estás solo» al oído de esos mismos chavales, reflejaron una época determinada, y emitieron un grito de auxilio desesperado.
A través de Arthur Seaton, el director Karel Reisz retrata al británico medio que ahoga su flamante juventud en litros de cerveza y se entrega a los placeres del sexo prohibido con mujeres casadas mientras corteja a una muchacha decente para construir una familia. «Lo que yo quiero es pasármelo bien. El resto es propaganda» es el lema de un joven de clase obrera que trabaja duro durante toda la semana para quemar su jornal en la efervescencia del sábado noche y comprobar durante la resaca del domingo por la mañana que la vida sigue igual.
Albert Finney interpreta a un perfecto antihéroe, un bribón, un vividor; en definitiva, un rebelde que cuanto más intenta huir de su destino, más se acerca a reproducir esa forma de vida que siempre criticó. Arthur no planea casarse, tener hijos, o ahorrar para comprarse una casa; en realidad, tan solo planea beberse el fin de semana para olvidar que el futuro no se presenta muy esperanzador y que la juventud pronto formará parte del pasado. Podría hacer algo al respecto, pero prefiere permanecer en un triángulo vicioso cuyas aristas coinciden con la fabrica donde trabaja, los bares en los que pierde el contacto con la realidad, y el hogar de una mujer casada.
Reisz no teme provocar el rechazo en el espectador, sino hacerle identificar en la gran pantalla la realidad británica del momento, y como consecuencia de ello, invitarle a pulsar el botón de alarma social. Movimientos como el free cinema y películas como ‘Sábado Noche, Domingo Mañana’ elevan el cine a una categoría artística superior y lo convierten en un instrumento inmejorable para despertar conciencias. Lástima que en ocasiones el ser humano sufra cegueras tan intensas como para ignorar el verdadero contenido de semejantes gritos de auxilio. El arte sirve para tomar consciencia de problemas reales; que nuestra ‘Hermosa Juventud‘ (Jaime Rosales, 2014) no los pase por alto.
Carlos Fernández Castro