Puñales por la espalda (Knives Out, 2019)
Dirección: Rian Johnson Guion: Rian Johnson Reparto: Ana de Armas, Daniel Craig, Jamie Lee Curtis, Michael Shannon, Christopher Plummer, Chris Evans, Don Johnson, Toni Collette, Keith Stanfield Fotografía: Steve Yedlin, Duración: 130′
El autor de películas tan estimables como Brick o Looper aprovecha los réditos de haber dirigido Los Últimos Jedi para filmar una película muy personal (aunque a primera vista no lo parezca) y contratar un casting que atraiga al gran público a las salas de cine. Desde el punto de vista del entretenimiento, Rian Johnson construye un producto destinado a complacer al espectador más ávido de intrigas y ritmos trepidantes. Desde una perspectiva social, formula la denuncia que el cine norteamericano no se había atrevido a realizar hasta este momento.
Para asegurarse de que incluso los menos avispados asimilen el subtexto del film, Johnson diseña una escena que ridiculiza el América first del presidente Trump y azota la ignorancia de sus compatriotas más racistas. Puñales por la espalda reivindica el papel de la inmigración en los Estados Unidos y lo hace a través de su protagonista: una enfermera interpretada por Ana de Armas que se ve involucrada en una especie de Cluedo digno de las novelas de Agatha Christie.
Cómo alumno aventajado de la escritora británica, Johnson escribe una trama enrevesada en la que el whodunit (que podríamos traducir como un «¿quien lo ha hecho?») nos lleva por afluentes narrativos sorprendentes e inesperados. Y como buen admirador de Alfred Hitchcock, el director americano desvela la identidad del asesino en el primer tercio de metraje. De esta manera, mata dos pájaros de un tiro: identificar al espectador con el personaje adecuado y, como consecuencia de ello, asegurar el significado de su discurso.
En este sentido, poco importa la verosimilitud de una trama que, a pesar de todo, mantiene cierta consistencia dentro de unos parámetros ya de por si disparatados. Como tampoco importa la naturaleza paródica de unos personajes que no tendrían cabida en el mundo real. En Puñales por la espalda, todo ello funciona en beneficio de un fresco social que sí responde a una realidad americana.
Los hijos del malogrado Harlan Thrombey (Christopher Plummer) representan a un sector de la América actual: en su mayor parte, ciudadanos de clase alta que viven de los éxitos de sus antepasados. Han perdido todos los valores que hicieron grande a la familia. Son ambiciosos, pero rechazan el esfuerzo como clave del éxito. Juegan a favor de la perversidad del sistema para conservar esa jerarquización por la que unos nacen con los derechos que otros, con mucha suerte, ganarán conforme a unas reglas inhumanas e injustas.
Por eso Johnson nos vende a Harlan como la antigua América de valores sólidos que reconoce el valor de la inmigración a la hora de construir los Estados Unidos y mantener su grandeza. Un padre que reniega de sus hijos consentidos y emocionalmente inoperantes. Por otra parte tenemos a Marta (Ana de Armas), una joven enfermera cuyo origen no parece importarle al resto de los personajes. Demostrando su indiferencia hacia los inmigrantes, se refieren a ella como brasileña, ecuatoriana, uruguaya y paraguaya. Se trata de un dato de suma relevancia en un film que coloca a cada uno donde merece.
Con el dinero de la industria hollywoodiense, Rian Johnson se arriesga a lanzar un mensaje peligroso en tiempos de Trump y se niega a desprenderse de la autoría que le hizo renovar el film noir (Brick) en el seno de un instituto americano y la ciencia ficción en el futuro distópico de Looper. Alternando la diversión y la denuncia social, aquí vuelve a poner patas arriba un género clásico de marcado carácter lúdico. Todo un triunfo gracias a su escritura rabiosamente inteligente y repleta de recursos geniales de guion, así como a la convicción con la que ejecuta su plan maestro: todos irán a ver una película de intriga y se llevarán a casa una reflexión sobre el problema migratorio de regalo. A punto de llegar al periodo navideño, el 2×1 sigue siendo una apuesta segura.
Carlos Fernández Castro