Orígenes (I Origins) (2014)

Nota: 7

Dirección: Mike Cahill

Guión: Mike Cahill

Reparto: Michael Pitt, Brit Marling, Astrid Bèrges-Frisbey, Steven Yeun, Archie Panjabi

Fotografía: Markus Forderer

Duración: 113 Min.

La ciencia ficción siempre ha sido el género cinematográfico más apropiado para tratar temas cotidianos, bien por su potencial metafórico, o bien por la perspectiva que proporciona a quién lo emplea como recurso narrativo. Si en su anterior película Mike Cahill hablaba sobre la dualidad del ser humano a través de un planeta similar a la tierra en el que cada persona tenía su «copia», en «Orígenes» se decanta por una interesante confrontación entre la ciencia y la espiritualidad. De esta manera, el director americano se erige, junto a James Ward Byrkit (Coherence) y Shane Carruth (Primer), en uno de los abanderados de la nueva ciencia-ficción americana de bajo presupuesto.

Apoyado en la siempre interesante lucha entre el ver y el creer, el director y guionista de «Orígenes» replantea el eterno dilema entre la cabeza y el corazón. Cahill cuestiona el excéptico «si no lo veo, no lo creo» en una película que pretende demostrar la existencia del alma a través del enemigo más feroz de la fe: el ojo humano. A lo largo de la primera mitad del metraje, el protagonista, un joven y brillante científico especializado en el campo de la visión, investiga las diferentes etapas evolutivas que han experimentado los organismos vivos en este campo; en concreto, busca una forma de vida que, sin tener ojos, albergue la posibilidad de generarlos.

La inteligencia del guión permite que el desarrollo argumental se sostenga sobre este tira y afloja entre el empirismo y la metafísica, aparentemente contrapuestos pero en ocasiones íntimamente ligados (en el ámbito de la ciencia, no hay nada como la fe para llegar a culminar demostraciones empíricas). A pesar de insinuar una respuesta definitiva en su desenlace, la película ofrece suficientes contradicciones como para suscitar el debate e invitar a la reflexión. Asimismo, destaca la construcción de un triángulo amoroso en el que todos los vértices están cuidadosamente perfilados: para Ian (Michael Pitt), la apasionada Sofi (Astrid Berges-Frisbey) representa el instinto, mientras que la cerebral Kate (Brit Marling) es el paradigma del raciocinio; ambas marcan los dos extremos que van a permitir la evolución personal del protagonista.

Desde el punto de vista del ritmo, «Orígenes» hace gala de una estructura inteligente y repleta de sorpresas, que impide la pasividad del espectador. En un momento de la película, Cahill propone un giro de guión que permite un refrescante cambio de género y se erige en el verdadero motor argumental de la película. De este modo, obtenemos un dos por uno en el que el drama romántico inicial, repleto de intriga y emoción, da paso a un thriller espiritual de ciencia-ficción que funciona a varios niveles y ofrece una nueva interpretación del conjunto.

Cine independiente de bajo presupuesto y gran alcance, que puede provocar rechazo debido a su alto componente espiritual. Un final abierto hubiera sido más apropiado para una película que constantemente invita a la participación activa del espectador. No obstante, su desenlace no empaña la consistencia con la que Cahill dirige esta emocionante historia de amor repleta de paradojas y que en el fondo intenta complacer nuestras dos versiones: la espiritual y la racional.

Carlos Fernández Castro