La Noche del Cazador (The Night of the Hunter) (1955)
Nota: 9,5
Dirección: Charles Laughton
Guión: James Agee (novela de David Grubb)
Reparto: Robert Mitchum, Lilian Gish, Shelley Winters, Billy Chapin, Sally Ann Bruce, Peter Graves
Fotografía: Stanley Cortez
En 1955 Charles Laughton dirigió su primera y única película, “La Noche del Cazador”. Por aquel entonces era toda una institución en el mundo de la interpretación y había trabajado con los mejores directores: Alexander Korda, Alfred Hitchcock, Robert Siomak, William Dieterle…., dejando siempre constancia de su talento (Arco del Triunfo, Rebelión a Bordo, Posada Jamaica o Esmeralda la Zíngara). Contagiado por el saber hacer de los maestros que le habían dirigido, realizó, inesperadamente, una de las grandes obras maestras del cine clásico.
Argumento: Durante su estancia en la cárcel, el Reverendo Harry Powell (Robert Mitchum) conoce a Ben Harper (Peter Graves), un ladrón de poca monta, que está condenado a muerte por haber participado en el robo de una cuantiosa cantidad de dinero. Antes de ser detenido, entrega el dinero a sus hijos para que lo escondan y les hace prometer no contárselo a nadie. Conocedor de esta situación y ya en la cárcel, Harry intima con Ben, siendo su único objetivo descubrir el paradero del botín. Una vez puesto en libertad, el Reverendo Harry hará lo necesario para ganarse la confianza de la viuda de Ben (Shelley Winters).
“La Noche del Cazador” es una obra oscura, con uno de los personajes más aterradores que jamás hayan protagonizado una película: el Reverendo Harry Powell. Robert Mitchum realizó una interpretación pavorosas, dando vida a este falso reverendo que persigue a un par de niños para hacerse con un puñado de dólares. La imagen del actor americano, enfrentando sus dos manos tatuadas, una con la palabra LOVE y la otra con la palabra HATE, cual enfrentamiento entre el bien y el mal, ha pasado a la historia del cine con letras mayúsculas.
Charles Laughton, con una habilidad impropia de un novato, consigue que el espectador se identifique enseguida con los niños y mire la historia a través de sus ojos, con lo que la percepción del miedo, representado por alguien como el reverendo, se hace todavía más potente. La transición de la zona en la que gobierna el Mal (casa familiar) al lugar donde los niños son protegidos por el personaje interpretado por Gish (que encarna el Bien), es representada por un viaje en barca, siguiendo el cauce del río.
Los efectos de la persecución de Mitchum se ven multiplicados gracias a la confección de unos planos aterradores, cuyo estilo bebe directamente del expresionismo alemán. La utilización de las sombras añade un componente sobrenatural a Harry Powell, tal y como se aprecia en la citada persecución y en el plano en que los niños tienen el primer contacto con su futuro padrastro….terrorífico, al más puro estilo Murnau. Evidentemente, el éxito del resultado no solo es atribuible a la composición de planos confeccionada por Charles Laughton; gran parte del mérito corresponde a Stanley Cortez, que hace un trabajo de iluminación esencial para la consecución de esa estética tan gótica de la que hace gala el film.
Inexplicablemente, un actor con nula experiencia como director, creó un buen puñado de esos planos que jamás se olvidan. A su habilidad en la dirección, hay que añadir la destreza con la que guía a sus actores a lo largo de todo el metraje, obteniendo unas interpretaciones óptimas de cada uno de ellos, destacando la de su alter ego en la película, el carismático Robert Mitchum. Se dice que, debido al odio que Laughton sentía hacia los niños, tuvo que ser Mitchum quien les dirigiera en la mayor parte de los planos en que intervenían. Según Hitchcock, que dirigió hasta en dos ocasiones al orondo actor británico, en cine había tres reglas de oro que consistían en evitar hacer películas con niños, animales y Charles Laughton; éste último, en su debut cinematográfico, incumplió cada una de ellas.
Carlos Fernández Castro
Siendo profana en la materia y poco dada ha intervenir en este tipo de págimas no puedo, sin embargo, dejar pasar la oportunidad de comentar mi impresión sobre esta película. La vi hace unos dos años y pese a tener ya más de 30 tacos me impactó brutalmente; el silbido que transportado por el viento anticipa la presencia aterradora de Mitchum, y la desconfianza y la inocencia perdida que se refleja en los ojos de los niños fueron suficientes para trasmitirme una ansiedad y desasosiego que no habían conseguido los directores actuales con tantos recursos técnicos.
Interesantisima tambien la psicológia de los personajes secundarios: en la primera parte del film, identificada como el «Mal» por el comentarista, los miembros de la comunidad en la que siempre han vivido los niños se dejan llevar por las apariencias del falso profeta otorgandole toda la credibilidad. Posteriormente los extraños que acogen a los infantes desconfían del Reverendo percibiendo su perversidad hasta tal punto que arriesgan su vida por la de los recien llegados.
Yo tuve que hacer un trabajo en clase de realización sobre esta película y además de ser un placer, te aseguro que la simbología es tan acojonante y abundante, el guión es tan bueno y provocador y los actores están tan, me vais a perdonar, «de putisima madre» (que una estrella de esa época se atreviese a interpretar a un villano no es moco de pavo) que aún no entiendo cómo le has puesto solo un 9. Yo esta es una de esas películas que no me atrevería a calificar porque ponerle la máxima nota, sólo un 10, me resultaría insultante y ofensivo.
Si te sirve de consuelo, a mi también me ha dolido ponerle un 9, pero en algun lugar hay que establecer los límites. Es una película con la que disfruto cada vez más, no importa las veces que la haya visto. Es simplemente preciosa, lírica, aterradora….No quise ofenderte o insultarte, simplemente me limite a ponerle una altísima nota.
Un abrazo y gracias.
En mi opinión es una peli que me recuerda un poco a Lemora. Ambas geniales. Ésta, de todas formas, la vi hace muchísimos años, por lo que si estuviere reeditada en DVD seguro que la disfrutaría muchísimo viéndola de nuevo. Lo dicho, pantanos del cajun, balsas y persecuciones. Quizás Lemora tenga un algo paranormal que me gusta más. Pero vamos, del estilo.
La verdad es que no he visto «Lemora», pero me he estado informando, he leído el argumento, y parece bastante interesante. Intentaré hacerme con ella para poder disfrutarla y comentarla. Gracias.
Un saludo.
Pues estoy seguro de que te gustará. Seguro. Es todo un clásico bastante desconocido: la fotografía, la luz, la sensación de que te han abandonado a la puerta de un colegio por la noche… es una peli cojonuda. Por cierto, he llegado aquí por recomendación de mi hermana y su novio, que, por lo visto, compartieron contigo el camino de santiago.
Saludos.
Cuando veas Lemora me comentas.
Ahhhhhhhh Akiles, he oído hablar mucho de ti, jajaja.
Estoy intentando hacerme con «Lemora», pero no es fácil. En cuanto acceda a ella, te comentaré.
Un saludo. Espero volver a leer algún comentario tuyo.
Les recomiendo un fantástico libro monográfico que escribió el malogrado Domenec Font sobre esta película, publicado por Paidós hace unos años.
Por cierto, olvidé añadir una cosa. Casi al final del comentario afirmas que… «Inexplicablemente, un actor con nula experiencia como director, creo varios de los planos mas recordados de la década de los 50.»
Pues bien, tiene una explicación bastante sencilla. El director de fotografía del film fue Stanley Cortez, mitico cameraman de la RKO y responsable de «El Cuarto Mandamiento» de Welles. Vamos, que algo de composición, iluminación y estética conocía el buen hombre 😛 Y lo mismo con el guión de James Agee.
Laughton fue lo suficientemente inteligente y humilde (sin desmerecer para nada su trabajo como director) para dejarse aconsejar por otros que sí tenían esa experiencia.
Bueno, eso es como decir que el mérito de las imágenes de «Ciudadano Kane» son de Gregg Toland y de «El Cuarto Mandamiento» de Stanley Cortez; creo qeu son obras muy bien fotografiadas, pero con el talento narrativo de un director genial que probablemente no necesitaba de muchos consejos para componer esos magníficos planos. Aunque también es cierto que gran parte del mérito de las pelis de los Coen es de Roger Deakins; pero ¿hasta qué punto? algunos documentales llegan a asustar al respecto…
Un placer cruzar comentarios con usted, Señor Watanabe
Carlos
Bueno, a mi humilde juicio son cosas bien distintas.
¿Acaso dudamos de que los maravillosos montajes de las pelis de Scorsese son obra de Schoonmaker, que es una de las mejores montadoras del mundo? Sí, es cierto, Scorsese es también montador y tiene una idea muy clara de lo que quiere antes de pasar a la sala de montaje. La planificación la hace él, la puesta en escena la hace él, pero es «la señora» la que le hace las filigranas.
Del mismo modo, no me cabe la menor duda de que gran parte de la factura técnica (ojo, no hablo de autoría, hablo de técnica, de composición, de estética…) de «Ciudadano Kane» es responsabilidad de Toland, igual que en «El tercer hombre» es de Robert Krasker (sólo hay que ver las pelis que hizo Reed con y sin el fotografo australiano). Esto no debe confundirse con el tiempo, con el ritmo, con la cadencia de las imágenes o con mil cosas más que decide el director. Es decir, con todo eso que hemos venido a llamar «puesta en escena».
Hay directores que saben de fotografía como Lynch, Kubrick o Welles, y otros no. Sinceramente, no creo que Wilder (salvo en títulos muy concretos) sea recordado por su estilo visual. Las películas de Rossellini tampoco destacan por su fotografía y sin embargo sus imágenes son memorables, en un sentido totalmente distinto. Su maestría está en la «puesta en escena», en la «verdad» de sus imágenes no en el valor estético del plano, que creo que es lo que estamos tratando.
De todos modos no podemos comparar a Welles con Laughton, no es el mismo caso. Yo creo que Laughton tenía una idea muy clara de la historia y la atmósfera que quería mostrar y contrató al guionista y al fotógrafo más idóneos para ese trabajo. Además, no olvidemos que Laughton venía de la RKO y la película hereda un estilo visual, una impronta o un sello, por definirlo de alguna forma, muy similar al de las producciones de Tourneur, por poner un ejemplo.
Placer compartido. Un saludo.
Si me lo permites, añado algunos fragmentos de un texto que escribí sobre la película hace tiempo:
«La declarada defensa de Laughton de los valores conservadores de la comunidad WASP y su adopción de la nacionalidad estadounidense junto a su esposa, la también actriz Elsa Lanchester, le permitirían eludir los ataques del maccarthysmo, reconduciendo su carrera hacia la radio y el teatro. Sus lecturas dramatizadas de fragmentos de obras de Shakespeare, así como de versículos bíblicos extraídos principalmente del Libro de Daniel, le convertirán en un personaje enormemente popular en las zonas rurales de la América profunda. La fascinación que sobre él ejercieron el paisaje y el primitivo puritanismo de las comunidades interiores -principalmente en los estados sureños en los que sus encendidas representaciones causaron un mayor impacto- le llevarían por primera y única vez a colocarse tras la cámara para firmar una obra maestra atemporal, cuya densidad narrativa y visual la hacen aún hoy difícilmente clasificable bajo los cánones del cine clásico.
Basada en la novela homónima del escritor virginiano Davis Grubbs, La Noche del Cazador (1955) es un tour de force sobre el eterno enfrentamiento entre el Bien y el Mal, el Amor y el Odio –el Hate & Love grabado en los nudillos del predicador-, a través de un viaje iniciático que marca el final de la infancia y la entrada inevitable en el mundo de los adultos. Un viaje que, sin embargo, se nos muestra en todo momento como una huida: la de dos niños perseguidos por una silueta fantasmal. Una sombra cuya extraña presencia alimenta sus pesadillas infantiles con cánticos y prédicas severas a la sumisión y el temor de Dios. Hänsel y Gretel enfrentados a una nueva encarnación del Mal, con la cual, paradójicamente, la comunidad puritana se identifica hasta el extremo de erigirle defensor implacable de sus valores morales y símbolo de su hipocresía. La presencia enigmática -a la par que demoníaca- del predicador, empujará a los pequeños fugitivos a traspasar la frontera que separa el mundo de los sueños y los terrores infantiles de la sucia y caótica realidad social de los años de la Depresión, hacia un territorio onírico e inexplorado. Un paisaje exuberante de sombras intensas y formas espectrales entre las que habitan, ocultos, seres fantásticos y criaturas de la noche.
La figura del asesino psicópata cristaliza de este modo los miedos heredados de la infancia, en una clara analogía con el temor hacia el castigo divino, hacia la ira de Dios. El predicador -como se ha señalado anteriormente- representa los valores morales de la comunidad WASP regida por su advocación a los textos bíblicos, hasta el punto de establecer sus códigos sociales bajo los preceptos de Pecado-Castigo-Redención. El elegido por Dios para redimir las almas de los pecadores, será al mismo tiempo el encargado de ejecutar su venganza sobre aquellos que quebrantan sus leyes. El conflicto entre culpabilidad y castigo, encontrará en la sexualidad el germen demoníaco del pecado, convirtiendo a la mujer en símbolo virginal de pureza, en un templo que no debe ser profanado jamás por el hombre.
En un acto supremo de catarsis mística, el predicador llevará los ideales puritanos de represión sexual hasta sus últimas consecuencias, entregando el cuerpo femenino –origen de la lascivia y la perdición de la carne- como ofrenda eucarística a Dios, derramando la sangre de los impuros sobre el tálamo nupcial convertido en improvisado altar del sacrificio ritual. La máscara de rectitud y entrega a la voluntad divina tras la cual se oculta el verdadero rostro del asesino, esconde del mismo modo la doble moral y la hipocresía de aquellos que la veneran. Por sus frutos los reconoceréis.»