La Deuda (The Debt) (2011)
Nota: 6,5
Dirección: John Madden
Guión: Assaf Bernstein, Jane Goldman, Ido Rosenblum, Peter Straughan, Matthew Vaughn
Reparto: Sam Worthington, Jessica Chastain, Marton Csokas, Helen Mirren, Tom Wilkinson, Ciarán Hinds, Jesper Christensen
Fotografía: Ben Davis
Música: Thomas Newman
Intrigante. Ágil. Con buenas interpretaciones. E incluso con algún que otro momento de inspirada dirección. La deuda es, en general, un thriller más que aceptable donde se abordan temas tan eternos como la mentira y la culpa, tratados a través de una historia en dos tiempos donde ganan, con mucho, las escenas del momento pretérito frente a las ubicadas en el presente.
La estructura de la película –que, en realidad, es un inmenso y convencional flash-back: resulta mucho más lineal de lo que pretende- se basa en un principio narrativo que me es especialmente afín: el relato de un mismo hecho desde dos ópticas diferentes. En este caso, el giro de guión que resulta de esa doble narración no resulta tan sorprendente como se pretende, pero sí que nos atrapa e interesa conocer el proceso y el día a día que conduce a los tres espías protagonistas a ese momento climático del film.
Un trío de espías que, en el ayer, está protagonizado por una sorprendente Jessica Chastain, un magnético Marton Csokas y un (eternamente) inexpresivo Sam Worthington. El papel de este último, sin embargo, le permite que esa incapacidad suya para comunicar nada que no sea apatía se convierta, de modo imprevisto, en todo un don, pues le ayuda a construir y a hacer creíble su personaje: el callado e introvertido David. Este triángulo, con su toque de cine clásico –algo hay de Casablanca en ese amor imposible bien narrado aunque carente de situaciones especialmente originales- funciona gracias a la química de los actores, a algún hallazgo de puesta en escena (Rachel dando la mano a David cada vez que salen de la clínica y pasando de ser actriz y temeraria espía a ser amante y vulnerable joven) y –sobre todo- al inmenso talento de Jessica Chastain, todo un descubrimiento que consigue hipnotizarnos desde el primer momento en que aparece en pantalla.
En el presente, este trío pasa a ser interpretado por Helen Mirren –siempre impecable, aunque no es este un papel de los que le planteen un verdadero desafío-, Tom Wilkinson –repitiendo el mismo personaje por enésima vez: ¿por qué se encuentra tan encasillado?- y Ciarán Hinds –que quizá resulte un partenaire un tanto descafeinado para el tête-à-tête que mantiene con Helen Mirren en el tramo final de la película.
Y así, la cámara nos lleva del ayer al hoy, y del hoy al ayer para regresar, por fin, a ese hoy en un tramo final que es, sin duda, lo peor de La deuda. A cambio, el relato de la vida de los tres jóvenes en Berlín –y, especialmente, de las semanas que pasaron encerrados en el mismo apartamento- resulta especialmente eficaz y claustrofóbico, con un Jesper Christensen que –en el papel de malo malísimo de la función- sabe sacar lo mejor de su personaje en cada una de las escenas que comparte con este trío de jóvenes. Secuestrado y rehén que responde a la violencia física de sus secuestradores con un ataque psicológico lento y continuado. Un acierto de guión que John Madden sabe potenciar y reforzar, consciente –supongo- de que es lo mejor –lo más logrado- de su película.
Algo hay en La deuda de la reflexión sobre la culpa que ya viéramos en una cinta –esta sí- magnífica, El lector. Algo de la frialdad del cine de espías que viéramos en el Munich de Spielberg. Algo del aliento de los triángulos amorosos del cine de espías clásico. Y hasta del cine negro. Y sí, todo funciona aquí, todo entretiene, todo intriga… Lástima que el cliché arruine algunas escenas y que los diez minutos finales sean tan previsibles, inverosímiles y, sobre todo, precipitados. Un final adulto –y no uno estilo Bourne- habría sido de agradecer. Y, seguramente, habría enriquecido las lecturas de un film que, pese a sus pretensiones, resulta mucho más plano y obvio de lo que pretende.
http://youtu.be/RFp28r9sqUw
Fernando J. López
