Juego de Lágrimas (The Crying Game) (1992)
Nota: 9
Dirección: Neil Jordan
Guión: Neil Jordan
Reparto: Stephen Rea, Miranda Richardson, Forest Whitaker, Jaye Davidson, Jim Broadbent
Fotografía: Ian Wilson
¿Quien iba a pensar que «When a Man Loves a Woman», canción que inmortalizó Percy Sledge en 1966, iba a ser utilizada para acompañar a los títulos de crédito iniciales de una película como «Juego de Lágrimas»? De esta manera tan juguetona, o reivindicativa según se mire, comienza la película que salvó de la bancarrota, a principios de los 90, a Miramax, la productora independiente de los hoy todopoderosos Hermanos Weinstein. Y no es para menos, ya que esta obra rompió moldes en su momento por temas que trataba, por su estructura argumental y, sobre todo, por su forma de hablar del amor.
Argumento: Jody (Forest Whitaker) es un soldado británico destinado en Irlanda del Norte. Una tarde de permiso, conoce a una chica y pasa la tarde junto a ella. Cuando se apartan de la muchedumbre para tener mas intimidad, Jody es sorprendido por dos individuos que, compinchados con la chica, le secuestran en nombre del IRA. A partir de ese momento, Jody es retenido en un caserón, a la espera de que el gobierno británico cumpla con las exigencias del grupo terrorista. Fergus (Stephen Rea), uno de los secuestradores, entabla amistad con el soldado en las guardias que comparten juntos. Éste le pide que cuando le maten, busque a su novia y le diga que pensó en ella hasta el último momento de su vida.
Antes de ver «Juego de Lágrimas», jamás hubiera pensado que fuera posible hacer una buena película que hablara de sexo, terrorismo y amistad a partes iguales. El director irlandés Neil Jordan (Entrevista con el Vampiro) fue el responsable de la dirección y la confección de su magnífico guión, cuyas líneas aúnan temas tan dispares e inconexos como los comentados anteriormente. Lo que realmente hace fascinante este guión es la forma en que articula las dos partes en que está dividido; cada una transcurre en un contextos completamente diferente, pero ambas están ligadas inexorablemente.
El nexo de unión entre ellas es Fergus (Stephen Rea), un miembro del IRA, que, en contra de lo que podríamos pensar por su pertenencia al grupo terrorista, protagoniza una preciosa historia de amistad y una inolvidable historia de amor. Jordan hace Magia con mayúsculas. Presenta tres ideas difícilmente aceptables, saliendo airoso en dos y media de ellas. La primera es demagogia pura, ya que pretende convencernos de que incluso un terrorista tiene corazón; inteligentemente presenta un personaje como Fergus, eludiendo su pasado y mostrándonos un presente complaciente…demasiado complaciente de cara al espectador y ahí es donde pierde ese medio punto…o lo gana, según se mire.
Las dos ideas restantes son ejecutadas de manera absolutamente magistral. Calificaría de admirable la historia de amistad que consigue construir entre un terrorista del IRA y un soldado británico durante su secuestro; logra una credibilidad y ternura insólitas en una situación como ésta. Y en cuanto a la complejísima historia de amor que transcurre en la segunda parte del film, sería difícil encontrar adjetivos que describieran la perfección y sensibilidad con que Jordan nos la hace llegar. Hubiese sido tan fácil caer en el mayor de los ridículos.
Y es que ante todo somos seres humanos, independientemente de sexo, color, credo o religión. Jordan lleva esta afirmación al límite; no tanto como para caer en el esperpento, al que nunca se acerca, pero sí lo suficiente como para hacernos reflexionar y debatir a cerca de ello después de su visionado. «Juego de Lágrimas» enriquece sobre manera a todo espectador que se atreva con ella.
Carlos Fernández Castro
Buen comentario, aunque quedé con gusto a poco