Jojo Rabbit (2019)
Dirección: Taika Waititi Guion: Taika Waititi (Novela: Christine Neulens Reparto: Roman Griffin Davis, Scarlett Johansson, Taika Waititi, Thomasin McKenzie, Sam Rockwell, Rebel Wilson Fotografía: Mihai Malaimare Jr. Duración: 108′
Como ya demostrara en anteriores películas, Taika Waititi quiere convencernos a toda costa de que la infancia no es un juego de niños. En ella, intervienen factores externos que pueden convertir esa etapa destinada a soñar bajo el reinado de la inocencia, en una pesadilla propia de la edad adulta. Para probar su teoría, el director neozelandés se la juega al todo o nada en una película que apuesta por el humor en un contexto tan arriesgado como la Alemania dominada por el yugo de Hitler.
Ni Chaplin ni Lubitsch se atrevieron a ir tan lejos con El gran dictador o Ser o no ser, comedias que se mofaban del régimen nazi dentro de unos límites moralmente aceptables por la sociedad de la época. Sin embargo, Waititi ha estirado la cuerda para evaluar la resistencia de este escabroso tema al ejercicio del humor. Para algunos, la cuerda se rompe y para otros alcanza la tensión necesaria para ridiculizar y criticar la ideología nazi como siempre ha merecido.
Bien cierto es que el film de Waititi no alcanza la excelencia de estas películas clásicas, pero sí acierta a la hora de aplicar una fórmula que el neozelandés domina como pocos y en esta ocasión lleva hasta las últimas consecuencias: lo que provoca risas en la sala de cine, activa remordimientos en los comentarios posteriores a la proyección o en la tranquilidad del hogar. El sentido del humor disfraza el horror de constatar que hasta cierta edad no somos más que barro para moldear.
Bajo la apariencia de un producto atrevido y eminentemente travieso, Jojo Rabbit esconde un espíritu rabiosamente combativo contra la xenofobia y los pensamientos supremacistas que aspiran a gobernar el mundo actual. Waititi propone el sentido común frente las imposiciones dogmáticas: a lo largo del film, tanto la madre de Jojo como la refugiada judía que se esconde en las paredes de su casa, apelan al amor y el raciocinio frente al odio y el adoctrinamiento. Al igual que los hermanos Dardenne en la reciente El joven Ahmed, Taika Waititi parece advertir sobre el poder de seducción que puede tener el fanatismo sobre los más débiles.
Una vez más, el director y guionista recurre a la figura de un niño en el papel protagonista con el propósito de apelar a nuestra sensibilidad. Y para helarnos la sangre, le convierte en un militante nazi que idolatra a Hitler a pesar de haber crecido en una familia contraria a la ideología del gran dictador. Waititi parece señalar la inevitable influencia de la sociedad que nos rodea a la hora de moldear las mentes más tiernas y las menos instruidas. Por extensión, alude a nuestra responsabilidad como ciudadanos de rebelarnos contra cualquier ideología que margine, extermine, señale y condene al diferente. O lo que es lo mismo, que convierta a nuestros niños en pequeños monstruos de los que sentirnos avergonzados.
Todos estos motivos son más que suficientes para recurrir al humor y a esa estética tan colorista y jovial que trata de contrarrestar el subtexto negativo de la película. En primera instancia lo consigue, pero el triunfo de Jojo Rabbit radica en su capacidad de reaparecer en la memoria del espectador para reivindicar su verdadera identidad, la de una película que condena los horrores del holocausto judío (y de todos los fanatismos en definitiva) de una manera que ninguna otra lo ha hecho. Más que de una posibilidad, se trata de una obligación que ha sido asumida por un director tan comprometido con el arte como con la vida.
Carlos Fernández Castro
Una de las grandes obras de 2020, una vez más Taika Waititi demostrando su enorme talento. Estoy ansioso por verle detrás de las cámaras en la nueva película de Star Wars, que viendo lo que hizo en Mandalorian no creo que defraude. Saludos!