En buenas manos (Pupille, 2018)
Nota: 7,5
Dirección: Jeanne Herry
Guion: Jeanne Herry
Reparto: Sandrine Kiberlain, Giles Lellouche, Elodie Bouchez, Olivia Còte, Clotilde Mollet, Jean-François Stévenin
Fotografía: Sofian El Fani
Duración: 107 Min.
La asistente social habla seria, casi con solemnidad. De hito en hito, el pequeño fija en ella la mirada, vuelve los ojos al suelo, los alza de nuevo, el ceño fruncido, grave el gesto, como si a sus dos meses y medio fuese consciente de la situación que le está siendo explicada. No hay trucos generados por ordenador: solo un montaje preciso y, sobre todo, una impecable dirección de actores por parte de Jeanne Herry que, entre otras cosas, sabe arrancarle a un recién nacido una interpretación elocuente. Cosas del genio femenino. Verdaderamente el cine tiene una magia inenarrable, si está en buenas manos.
Herry firma también un fino guion que parte del esbozo de tres existencias radicalmente distintas para anudarlas después en torno a un simpático lactante. Tres opciones de vida que sirven a la francesa para realizar una profunda reflexión en torno a ese singular vínculo afectivo que constituyen las relaciones paternofiliales. Coherente con su propuesta narrativa, Herry deja que los personajes, con sus dispares enfoques, deambulen por el metraje, tomen sus decisiones, se equivoquen acaso. Pero nunca los juzga. Su cámara se acerca a cada situación vital sin censurarla y sin dar más datos que los necesarios, como construyendo cada biografía con sutiles pinceladas. De modo complementario a esta vaguedad consciente (y poética), la cinta representa con exactitud casi documental los procesos de adopción y de acogida, las bambalinas de un sistema a veces arduo como una carrera de fondo, y ello por un solo motivo: garantizar el derecho del niño a tener unos buenos padres. Que no al revés, como el film defiende con asertiva firmeza.
En buenas manos se antoja una película de obligado visionado para quienes guarden relación con el mundo de la adopción, así como para los padres con niños pequeños, en su reivindicación de que los críos se percatan de más de lo que a veces se asume, y quieren ser tomados en serio. Y en general satisfará a quienes quieran disfrutar de un film de impecable factura, rebosante de humanidad.
Rubén de la Prida Caballero