El Cuchillo en el Agua (Nóz W. Wodzie) (1962)
Nota: 7
Dirección: Roman Polanski
Guión: Roman Polanski, Jerzy Skolimowski
Reparto: Leon Niemczyk, Jolanta Umecka, Zygmunt Malanowicz
Fotografía: Jerzy Lipman
Duración: 94 Min.
Después de realizar una serie de exitosos cortos, un joven Roman Polanski de 29 años dirigió «El Cuchillo en el Agua», su primer largometraje; para ello utilizó un exiguo reparto, compuesto por tres inexpertos actores, y un reducido pero habilidoso equipo técnico. El resultado fue una película que instantáneamente le dio a conocer al gran público, haciéndole merecedor de una nominación al Oscar a la Mejor Película de Habla no Inglesa en 1963, premio que perdió a manos de Federico Fellini y su «8 1/2».
«El Cuchillo en el Agua» es un thriller psicológico que ofrece varios anticipos de lo que sería el cine del director polaco en sucesivos largometrajes: atmósferas inquietantes, comportamientos aparentemente perturbados en sus protagonistas, situaciones absurdas o surreales, y una gran potencia visual. Después de haber visto la filmografía del director de «Un Dios Salvaje», podríamos decir que en esta película podemos vislumbrar tanto al Polanski de Repulsión como al de «Frenético»: el mas intelectual y el mas comercial.
Sorprende la capacidad del cineasta polaco para mantener un nivel de tensión tan notable a lo largo de casi todo el metraje de su debut cinematográfico; aunque es de justicia repartir este mérito con su director de fotografía, Jerzy Lipman, quien contribuye de manera determinante a que un espacio abierto como el alta mar (lago, en este caso) pueda resultar tan asfixiante y claustrofóbico, gracias a una fotografía en blanco y negro que marca grandes contrastes, y que en ocasiones tiñe el agua de una oscuridad absoluta, como si de un agujero negro se tratara.
Pero no nos engañemos; a pesar de la importancia que tiene el componente visual en este film, estamos ante una película de personajes; en concreto dos hombres y la mujer de uno de ellos. La película consiste en un enfrentamiento psicológico entre los dos personajes masculinos; uno de ellos intenta demostrar su virilidad y dominio de la situación ante su mujer, mientras que el segundo, un invitado improvisado, esquiva los ataques del primero hasta que decide entrar en su juego.
En este sentido, resulta especialmente interesante el simbolismo que otorga el cineasta europeo al cuchillo que posee este segundo personaje; el arma blanca funciona como un elemento dramático más, que disuade al primero de ir más allá en sus humillaciones a su joven invitado. Cuando este elemento desaparece, todo cambia en esta extraña relación a tres bandas.
El principal atractivo de «El Cuchillo en el Agua» radica en la habilidad que exhibe Polanski a la hora de hacer evolucionar a sus personajes y avanzar en un argumento cuyas situaciones están limitadas espacialmente por una única localización (un velero) durante la mayor parte del metraje. Dicha limitación juega a favor y en contra de la intensidad de la historia narrada, ya que, inevitablemente, provoca una sensación claustrofóbica, pero también puede derivar en una pérdida de atención del espectador; esto último no ocurre gracias a la asombrosa pericia del director, que mantiene el pulso narrativo mediante una fascinante lucha de egos que siempre avanza y que presenta suficientes alternancias en el «marcador» como para que el ritmo no decaiga.
A pesar de todas las virtudes de este magnífico debut cinematográfico, «El Cuchillo en el Agua» presenta un punto de partida deliberadamente torpe, que recuerda a la misteriosa fuerza que impide salir de la casa a los protagonistas de «El Ángel Exterminador», de Luis Buñuel. El joven que acompaña al matrimonio en la película de Polanski parece no poder evitar subirse al barco donde se va a desarrollar el resto del metraje. La obsesión de Polanski con esta película del director español no es puntual, ya que volvería a recurrir a ella en su reciente «Un Dios Salvaje». En ambos casos, el empleo de este recurso resulta forzado.
En definitiva, «El Cuchillo en el Agua» es una película interesante, habilidosamente narrada, teniendo en cuenta las limitaciones comentadas anteriormente; muy bien resuelta, si consideramos las dificultades técnicas que implica el rodaje en un espacio de dimensiones tan reducidas; y con un desenlace que desprende clase por los cuatro costados. Toda una proeza y un excelente debut para una de las careras cinematográficas mas admirables del cine europeo.
Carlos Fernández Castro