Día de lluvia en Nueva York (Rainy Day in New York, 2018)
Nota: 7,5
Dirección: Woody Allen
Guion: Woody Allen
Reparto: Timothée Chalamet, Elle Fanning, Sele
Fotografía. Vittorio Storaro
Duración: 92 Min.
Tras haber demostrado su buen estado de forma en películas dramáticas como Irrational Man (2015) y Wonder Wheel (2017), Woody Allen recupera su mojo (como diría Austin Powers) en el terreno de la comedia. Día de lluvia en Nueva York supone la resurrección de su creatividad en en términos de escritura de situaciones y líneas de diálogo. El ingenio y la chispa vuelven a dominar la narración, quizás con propósitos más livianos que en sus trabajos más logrados pero con la suficiente solidez como para articular unos discursos repletos de convicción y espíritu crítico.
A través de la bifurcación de su estructura narrativa, Allen salda cuentas con la industria cinematográfica y con la burguesía neoyorquina. Mientras que la trama dedicada a Elle Fanning ridiculiza los líos de faldas y las inseguridades de directores, guionistas (autocrítica incluida) y actores del cine americano, la que sigue los pasos de Timothée Chalamet critica la endogamia de las clases altas y garantiza un mínimo de optimismo a través de ese manual de la comedia romántica, protagonizado por el joven actor y Selena Gómez, que renueva el género desde dentro.
No cabe duda de que gran parte del éxito de la película radica en la acertada selección de actores. Si la pareja protagonista destaca por su frescura y naturalidad, no menos se puede decir de unos secundarios entre los que destaca la arrolladora y carismática presencia de Selena Gómez. Tanto unos como otros representan las piezas que compondrían el puzzle de la personalidad cinematográfica del director (en esta ocasión, para bien y para mal, en mayor o en menor medida, hay más de un alter ego del director), contribuyendo a que Día de lluvia en Nueva York destile el aroma de su cine por todos los poros.
Lejos de acomodarse en un punto de vista propio de su edad, el cineasta neoyorquino se pone en la piel de unos universitarios que todavía no se han estrellado contra la cruda realidad y mantienen parte de su inocencia. Entran en juego la mitomanía, la ignorancia, las inseguridades y la desorientación, dando a la película una cierta atmósfera de guía de iniciación para enfrentarse al mundo real. Y esta idea es reforzada desde el punto de vista visual a través de la fotografía del siempre genial Vittorio Storaro: expresiva como pocas y capaz de insinuar la presencia del sol en los días más nublados.
Allen lo tiene claro: nunca es tarde para regresar al punto de partida (en este caso Manhattan) y escoger un nuevo camino que te acerque a la felicidad.
Carlos Fernández Castro
En fin, Woody critica la endogamia de la burguesía manhattiana, pero hace que el prota deje a la rubita que no sabe quién es Shakespeare para irse con otra hija de la misma burguesía que él y, además, hace que todos lo entendamos, lo que es un poco contradictorio.
Hola Mari Cruz. La verdad es que no te falta razón, pero qué vamos a esperar de un burgués como Woody. Al menos se decanta por el lado intelectual de esa burguesía y apuesta por el romanticismo en lugar de la inercia. Un fuerte abrazo.