Call Me By Your Name (2017): Festival de cine de San Sebastián
Nota: 9,5
Dirección: Luca Guadagnino
Guión: Luca Guadagnino, James Ivory (Novela: André Aciman)
Reparto: Timothée Chalamet, Armie Hammer, Michael Stuhlbarg, Amira Casar, Esther Garrel, Victoire Du Bois
Fotografía: Sayombhu Mukdeeprom
Duración: 130 Min.
Como si se tratase de una de esas ventanas o puertas de Jean Renoir, donde el mundo y la vida parece abrirse de par en par ante sus personajes (Una partida de campo, 1936). En cada recoveco del encuadre de Call Me by Your Name, solo penetra la luz que emanan Elio (Timothée Chalament) y Oliver (Armie Hammer), quienes comparten una historia de amor que nace desnuda y pura, lejos de artificios, culpabilidades o dramatismos: A Song of Two Humans, de forma prácticamente análoga al olvidado subtítulo de la magistral Amanecer (F.W. Murnau, 1927) o a ese baile de miradas que se regalan Ethan Hawke y Julie Delpy mientras escuchan Come Here (Kath Bloom) en Antes del amanecer (Richard Linklater, 1995).
En una perdida verbena de la Riviera italiana donde reside cada verano la familia del adolescente Elio, suena Love My Way (The Psychedelic Furs) y, acto seguido, los cuerpos ejecutan una coreografía tan torpe e ingenua como -y esto es lo verdaderamente importante- libre. Sin orden ni concierto, se sucederán a lo largo de los paseos en bici, de los chapuzones veraniegos o de las comidas familiares que comparten Elio y Oliver una banda sonora donde se dan cita Franco Battiato, Ryuchi Sakamoto, F.R. David y, sobre todo, Sufjan Stevens. En Call Me by Your Name también se respira una idílica armonía en el cuidado de las formas durante todo el metraje, fruto de un interesante diálogo a propósito de la belleza que trasciende de las frases de los personajes a la puesta en escena que despliega Luca Guadagnino y a la fotografía escogida por Sayombhu Mukdeeprom, cuyo currículum nos remite a interesantes cineastas como Miguel Gomes (Las mil y una noches, 2015) y Apichatpong Weerasethakul (Tío Boonmee recuerda sus vidas pasadas, 2010).
Estamos ante un trabajo de contenida y sutil insinuación, caracterizado por una sinceridad difícilmente rastreable en el cine reciente y donde Luca Guadagnino describe con precisión hasta el más mínimo detalle de todo cuanto nos conduce al deseo. Y posteriormente, al amor. De hecho, se podría hacer todo un trabajo comparativo sobre el tratamiento de los personajes hasta la “impresión” del primer beso en La vida de Adéle (Abdellatif Kechiche, 2013) y Call Me by Your Name. Eso sí, lejos de cualquier comparación posible encontramos a la pareja formada por Timothée Chalamet y Armie Hammer, quienes ponen la piel como lienzo donde dibujar sus sentimientos.
Será en el ocaso del estío, cuando un nudo imposible se instale en nuestras gargantas. En apenas cuestión de segundos, sentimos que se agolpan cientos de recuerdos, pero aún sigue siendo imposible articular palabra alguna o desviar nuestra mirada absorta por el vacío. Ya en los compases finales de Call Me by Your Name, mientras desfilan los títulos de crédito, será cuando el espectador podrá al fin pasear su mirada por un rostro surcado por la calidez que solo puede dejar aquello que no se ha fingido, sino que se ha experimentado, que se ha vivido. En ese preciso instante, Luca Guadagnino parece decirnos sin titubeos que nada es más importante que enamorarnos, que disfrutarnos, que llorarnos, que sentirnos. Sencillamente, necesitamos amar más, aunque también duela. En definitiva, de eso va Call Me by Your Name, de amar.
Antonio Cabello Ruíz-Burruecos