Bruc, el desafío (2010)
NOTA: 7
Dirección: Daniel Benmayor
Guión: Jordi Gasull y Patxi Amézcua
Reparto: Juan José Ballesta, Vincent Pérez, Santi Millá, Astrid Bergés-Frisbey, Nicolas Giraud y Francesc Albiol
Fotografía: Juanmi Azpiroz
Esta mañana he ido al cine; uno que está cerca de mi casa y que, gracias a Dios, tiene programación matinal. Mientras me dirigía con paso alegre y despreocupado hacia mi segunda morada, me preguntaba cuántos habíamos decidido ver el día de su estreno, en su primera sesión, la película «Bruc, el desafío». Pues bien, yo te lo digo…. ¡Dos!, un personaje habitual de las sesiones matinales y un servidor. Y me pregunto: ¿por qué? Si dejamos de lado que es un día laboral y encima retransmiten la Lotería, pues es hasta normal que no haya nadie, pero es que este no es el caso. El cine estaba lleno de gente que iba a ver «TRON: Legacy», decisión muy respetable por otro lado.
Lo que intento hacer comprender a la audiencia patria es que «Bruc, el desafío», también habla de venganzas, pérdidas, reencuentros y amor; contiene acción, persecuciones y peleas. Todo lo que un cinéfilo busca en una película, lo tiene en el film dirigido por Daniel Benmayor.
«Bruc» trata principalmente de la redención del humilde carbonero tras sentirse culpable de todos los males que han asolado su pueblo y a su familia; y de la del Capitán Maraval, un francés humillado por un joven, que siente que está fallando en la búsqueda de la gloria de su Emperador. Ambos intentan resarcirse de la única forma que saben.
El argumento
Nos encontramos en 1808, y las tropas napoleónicas avanzan inexorablemente hacia la conquista de la Península Ibérica. Pero su avance se detiene cuando una inexplicable derrota sacude a la «Grand Armée». La leyenda cuenta que un joven tamborilero, con ayuda de su tambor, consiguió crear el desconcierto entre las tropas francesas. El sonido del tambor reverberaba poderosamente gracias a la especial disposición de las poderosas montañas de Montserrat. Los franceses se creyeron atacados por mil demonios y ante la desesperación de ver como sus compañeros morían a manos de los españoles, huyeron despavoridos. El joven Juan, después de la increíble gesta, volvía a casa ajeno a los peligros que le acechaban. El mismísimo Emperador se puso en contacto con el Capitán Maraval, para atrapar y asesinar a quién había ridiculizado a su ejército. Para ello, se rodea de un grupo de asesinos que secuestran a la prometida de Juan, Gloria, y así conseguir que el joven se entregue. En lugar de eso, Juan comienza su particular venganza, ayudado por la Virgen de Montserrat y los agrestes parajes que la cobijan.
Una historia de aventuras
Este, a grosso modo, sería el resumen de una historia que engancha desde el principio, desde el momento en que vemos los cadáveres de los soldados franceses tras la batalla del Bruc, batalla que por cierto, tenemos que imaginar; Benmayor la utiliza como algo que ya ha ocurrido, y cuando todo el mundo piensa que el film va a estar repleto de escenas de lucha entre las tropas españolas y las francesas, nos encontramos con una intimista historia de venganza.
Con un cuidadoso diseño de producción, vestuario y efectos especiales, y gracias a los guionistas del film, Jordi Gassull y Patxi Amézcua, asistimos a una película de aventuras clásica, de las de toda la vida, género que el cine español ha denigrado siempre. Y lo hace sin complejos, pisando un terreno desconocido para muchos.
Juan José Ballesta protagoniza su primera película como héroe español, y no será la última. Su interpretación es bastante comedida, serena, diría más bien. Nos regala algunas escenas antológicas, todo embadurnado de ceniza a la caza y captura del francés, cuál Sylvester Stallone en «Acorralado». Sí, es verdad, lo he pensado mientras lo veía, pero es que es la pura realidad. Pero no os dejéis engañar por esto último; las escenas de lucha y las persecuciones por la montaña están sobriamente dirigidas. Rápidas, directas, sin ambages.
Mención especial merece el grupo de mercenarios que intenta atrapar al carbonero, comandados por un hierático e inquietante Vincent Pérez como Maraval, con un único objetivo metido entre ceja y ceja. También debemos destacar un sorprendente Santi Millán, que pretende sacarse el sambenito de actor graciosillo que lleva colgado del pecho como una medalla; a ratos lo consigue, pero tendrá que trabajarlo un poquito más. Astrid Bergés-Frisbey pone la nota romántica del film, aspecto en que Benmayor no profundiza excesivamente, provocando un distanciamiento hacia el personaje que ésta interpreta. Aún así, se ha convertido en un refrescante rostro dentro del panorama nacional e internacional.
Para acabar no debo dejar pasar un aspecto: el entorno natural del film, que es espectacular, desde la montañas de Montserrat, pasando por el Monasterio. Desgraciadamente Benmayor abusa de las imágenes aéreas, que lo único que hacen es distraer de la acción real.
¿Es posible hacer cine español que enganche al espectador? Sí, es posible. Benmayor lo ha conseguido. ¿Debemos dejar de estar pendientes de lo que hacen en otros países? Definitivamente sí, con decisión y coraje. El director español se marcha a hacer las Américas; aun así, espero que no nos deje huérfanos tan pronto, ya que su aproximación al género histórico de aventuras ha sido, cuando menos, positiva.
Carlos Hillman