Blue Jasmine (2013)

Nota: 8’5

Director: Woody Allen

Guión: Woody Allen

Reparto: Cate Blanchett, Alec Baldwin, Peter Sarsgaard, Alden Ehrenreich, Sally Hawkins, Luis C.K., Michael Stuhlbarg, Bobby Cannavale, Andrew Dice Clay

Fotografía: Javier Aguirresarobe

Duración: 98 min.

Este pequeño gran director al que todos adoramos ha demostrado sobradas veces su gusto por cambiar de registro y género cuando le viene en gana. Sus giros no siempre han convencido al público y a la crítica, pero al final siempre logra meterse a ambos en el bolsillo con ese innato humor inteligente, elaborado a base de reírse de uno mismo, con parodias histriónicas hacia ciertos sectores de la sociedad o con los contados dramas que brillan en su filmografía. Dramas que suelen mezclarse con romances imposibles esbozados a ritmo de clarinete, diálogos familiares y lecciones inolvidables sobre lo trágico de lo cotidiano.

Con su regreso a Estados Unidos ha vuelto a desequilibrar la balanza con una historia tan amarga que puede sorprender a muchos después de la comedia simplona filmada en Roma. ‘Blue Jasmine’ pone relieve a una mujer de clase alta que se ha quedado en la ruina por los fraudes fiscales de su marido. Una ‘milady’ de mediana edad despojada del dinero que un día le convirtió en un ser artificial, elitista y sin ningún valor más allá que las pulseras y la marca de sus zapatos. Sin duda la mejor Cate Blanchett que ha conocido la pantalla. La actriz se mete tanto en la bipolaridad, el autoengaño y la esquizofrenia de su papel que llegas a creer que la degeneración que estás viendo no es ficción. La desprecias por su discurso egocéntrico y por no aparentar interés en recuperar a la familia que perdió, pero a la vez te identificas con ella, con su progresiva demencia y con sus anhelos de encontrar su propia identidad.Interpretación inspirada en la Blanche DuBois de “Un tranvía llamado deseo” y que recuerda a las mejores antiheroínas de Bergman, Almodóvar y demás directores de culto especialistas en resaltar los claroscuros del universo femenino.

La película rebosa de inteligencia por todas partes. Sabe manejar la emoción del espectador pasando de escenas ligeras e incluso cómicas a otras cargadas de tensión y dramatismo. Un pulso narrado mediante un montaje que alterna el pasado y el presente de forma que la tragedia se explica a dos tiempos. Los días de vino y rosas se mezclan con los de whisky y pastillas, y el relato se sostiene gracias a una intriga constante que evoluciona mientras todo se desmorona.

Más valiente aún es haber seleccionado un reparto poco conocido más allá de la protagonista y Alec Baldwin. Un amplio conjunto de secundarios que intentan poner sentido común a la mente de Jasmine y a la vez otorgan el equilibrio que la historia necesita en los momentos más ásperos. Sobre todo por la sencillez de una hermana entrañable que se conforma con lo justo, un cuñado currante y bonachón y un hijo que renuncia a ser señalado por culpa de un padre estafador.

La impostura y la codicia de ese estamento de seda intocable, cada vez más poderoso, cuya única finalidad no parece ser otra que avanzar a costa de pisotear al pequeño, hacen que estemos ante una película necesaria para nuestro tiempo. La genialidad de Allen ha sido manejar el drama subido a una escalera para demostrarnos que hasta los villanos sufren su propio martirio. Que a cada cerdo le acaba llegando su San Martín. Y que como siempre desprende el mensaje final de sus fábulas, la vida sigue, por buena o por mala que sea.

Manu Sueiro