Bailar en la Oscuridad (Dancer in the Dark)(2000)
Nota: 8
Dirección: Lars von Trier
Guión: Lars von Trier
Reparto: Björk, Catherine Deneuve, David Morse, Peter Stormare
Fotografía: Robby Müller
Duración: 140 min.
Es frecuente relacionar a Lars von Trier con su actitud de “enfant terrible”, o con las rarezas y atrevimientos formales de sus películas. Sin embargo, fijarse en los aspectos más extravagantes del director danés, a veces nos impide ver aspectos más importantes. En este caso, creo que no es frecuente mencionar su mayor talento: el de la narración. Esto es comprensible, ya que cada nueva película parece diseñada para romper en pedazos varias convenciones, ya sea en la forma de rodar o en los temas que trata. Nadie relacionaría, por lo tanto, a Lars von Trier con una manera tradicional de hacer películas. Por eso es curioso que el director y guionista de, entre otras, Bailar en la Oscuridad, domine la narración clásica de forma tan efectiva. Sus tramas avanzan como un tren en marcha, sus personajes están bien definidos y no hay sitio para ambigüedades extremas. Es más, a veces adopta convenciones de géneros populares sin ningún problema. Otra cosa es que estas convenciones sean trastocadas para crear un significado opuesto al de la producción standard de Hollywood.
Bailar en la Oscuridad, en concreto, toma como punto de partida el género musical, y lo utiliza para desarrollar una historia con un fondo parecido al de Stroszek, de Werner Herzog. En común tienen la esperanza de encontrar una tierra prometida en los Estados Unidos, la desilusión que viene al descubrir un entorno hostil y la forma aparentemente amable bajo la que se presenta la hostilidad. ¿Es, entonces, el uso del musical un capricho? No, puesto que responde a las fantasías que la protagonista, Selma (Björk), tiene con respecto a este género. Selma Jezkova no sólo adora los musicales, sino que a veces pierde la cabeza con respecto a los mismos hasta el punto de salir perjudicada. En la subjetividad del espectador queda decidir si este rasgo de carácter supone un entusiasmo que evita a Selma caer en la desesperación o si se trata de una alienación que le impide darse cuenta de su situación real.
Pero no deberíamos limitar esta ambivalencia al personaje de Selma. Al hacer una película sobre los Estados Unidos, Lars von Trier sabe que los musicales han sido una de las principales formas de expresión de su cultura. Hacer uno que hable de la cultura del dinero, la hostilidad hacia los inmigrantes y la pena de muerte es claramente irónico, pero, al mismo tiempo, sigue mostrándose admiración hacia la vitalidad del género.
Otra característica de Selma es la devoción y el sacrificio con los que se vuelca hacia una causa. Su objetivo es pagar una operación a su hijo para prevenirle una ceguera hereditaria; ceguera que se está consumando en ella. El sacrificio de Selma es tan extremo que llega a anularse a sí misma. Como con el personaje de Bess McNeill en Rompiendo las Olas, Lars von Trier convierte su relato en una hagiografía. De nuevo, la valoración ética se deja a la libre interpretación: ¿son sumisos estos dos personajes y han perdido su independencia o, por el contrario, su sacrificio es una señal de fortaleza que los hace superiores?
En cuanto a la representación del entorno, von Trier planta varios paralelismos y motivos irónicos. Por ejemplo, está la mención que hace Selma con respecto al dinero que tienen sus vecinos, los Houston. Selma, en su esfuerzo por agradar, confía a su hijo que sus vecinos están orgullosos del dinero que tienen y que, si lo menciona casualmente en una conversación, dará una buena imagen. Esto ya dice por sí solo bastante ciertos valores sociales en relación con la vanidad, pero este motivo toma un color irónico cuando, más adelante, Linda Houston, al acusar a Selma de haber robado el dinero, comenta que siempre se había mostrado interesada en el mismo, señal de que lo codiciaba. Esta malinterpretación oportunista es un ejemplo de la doble moral y la sospecha continua hacia los demás que se pretende criticar en la película.
Cierto es que no todo el entorno de Selma es hostil, pero todo apoyo viene motivado por la relación entre individuos. Selma tiene de su lado a una amiga y compañera de trabajo llamada Kathy (Catherine Deneuve), que carga con parte de su lucha. No es el único personaje que la ayuda o que siente afinidad con ella, pero lo cierto es que Selma suele recibir antes un trato de amabilidad que de compasión. Hay más interés superfluo que humanidad en la gente que encuentra.
La narración de Bailar en la Oscuridad se puede describir como una en la que los agentes que condenan a Selma a la injusticia no están claramente agrupados y definidos en una categoría, así como los agentes que la ayudan. Podemos objetar que el trabajo en la fábrica es precario y mal pagado, pero nadie tiene la culpa de su ceguera, la cual, sin embargo, es un obstáculo más grande en su misión. El robo del dinero de Selma es claramente malicioso, pero ella también se expone en más de una ocasión por exceso de confianza. En definitiva, se hace el comentario social sólo en un contexto más amplio y complejo, que se acerca a la idea de que la justicia acaba siendo una cuestión bastante arbitraria.
Con todo, Lars von Trier compuso una película matizada e intensa que, no obstante, fue bastante discutida cuando la premiaron con la Palma de Oro. Independientemente de algunas pegas, como la falta de sutileza en algunos momentos, no llego a comprender el porqué. Es difícil encontrar películas en las que el significado y la emoción estén tan bien compenetradas.
Hugo Poderoso Silgado