Anna Karenina (2012)
Nota: 7
Dirección: Joe Wright
Guión: Tom Stoppard (Novela: Léon Tolstói)
Reparto: Keira Knightley, Jude Law, Aaron Johnson, Olivia Williams, Domhnall Gleeson, Kelly McDonald, Ruth Wilson
Fotografía: Seamus McGarvey
Duración: 130 Min
Cuando nos enfrentamos a una película de época, habitualmente tenemos la sensación de saber con qué nos vamos a encontrar: historias de amor imposible, retorcidas intrigas de palacio, paseos a lo largo de frondosos jardines victorianos bajo una fina capa de lluvia, multitudinarios bailes celebrados en lujosos salones de mansiones aristocráticas… El ritmo acostumbra a ser pausado, las interpretaciones cuidadas, y la dirección suele apoyarse en un magnífico diseño de producción para lograr la atmósfera adecuada. «Anna Karenina» cumple todos los requisitos para ser merecedora de la codiciada etiqueta «cine de época», aunque no aguanta la comparación con las grandes obras del género, como «Lo que queda del Día», «Las Amistades Peligrosas» o «La Edad de la Inocencia».
Sin embargo, la ultima cinta de Joe Wright dista bastante de la mediocridad; el director británico ha logrado reinventar las formas del género, algo que hasta el momento se nos antojaba impensable. Al tratarse de una novela archiconocida, «Anna Karenina» no dispone de un argumento que sorprenda al espectador por su originalidad y frescura. Conocedor de esta circunstancia, el director de «Orgullo y Prejuicio» se vuelca en el aspecto formal del film, tratando de compensar la previsibilidad de su propuesta.
Y la verdad es que lo hace de una manera impactante, apostando por una mezcla terriblemente arriesgada entre teatro (la acción se presenta en formato teatral…) y cine (…para ser desarrollada posteriormente a través de una narración cinematográfica) que rebosa creatividad e inteligencia. De esta manera, las transiciones entre secuencias son una auténtica obra de orfebrería y verdaderos alardes de imaginación; el tiempo y el espacio se funden en un sinfín de magistrales elipsis que dotan de un ritmo especialmente ágil a la narración, algo atípico en este tipo de películas pero tremendamente efectivo.
Cualquiera que haya leído la novela de Tolstoi reconocerá las situaciones y personajes recreados para la gran pantalla; y aquellos ajenos al universo del escritor ruso disfrutarán de una historia que indaga en la mente del ser humano con cierta precisión y una especial tendencia a las pasiones más tormentosas; pero en ambos casos, llamará la atención la escasa profundización con que el director inglés aborda tan ambicioso proyecto. Probablemente es el precio que hay que pagar por dedicar tantos esfuerzos a la renovación de un género que parecía inamovible. «Expiación» fue un gran paso en este sentido; «Anna Karenina» es una zancada, que sienta unas sólidas bases para futuros intentos.
Joe Wright transforma el exclusivo cine de época en un género más accesible para los que todavía lo observan desde lejos y con un amplio ramillete de prejuicios. A parte de agilizar el ritmo y modernizar el lenguaje con que se ejecuta, emplea un reparto que probablemente le abre las puertas a un público más joven; en este sentido, destaca la presencia de Aaron Johnson (Kick-Ass, Nowhere Boy), llamado a convertirse en uno de los grandes actores británicos de los próximos años, y la sobriedad con que Jude Law interpreta a un personaje alejado de sus papeles habituales. Lamentablemente, Keira Knightley, actriz fetiche del director, sigue sin justificar las grandes esperanzas que hay depositadas en su esquelético cuerpo.
«Anna Karenina» es un film entretenido, que se observa con gran agrado y admiración; además, contiene grandes momentos de cine que quedan grabados en la memoria e invitan a nuevos y reveladores visionados. Joe Wright ha creado una película desafiante, arriesgada e imperfecta, que merece ser observada con benevolencia. Porque en ocasiones, cuando ya conocemos una historia, la forma de contarla marca la diferencia.
Carlos Fernández Castro
http://youtu.be/OHuAmSf9N_4