7 Days in Hell (2015): juego, set, y partido
Nota: 7
Dirección: Murray Miller
Guión: Jake Szymanski
Reparto: Andy Samberg, Kit Harrington, Michael Sheen, Mary Steenburgen, Lenna Dunham
Fotografía: Craig Kief
Cadena: HBO
Duración: 41 Min.
En la última edición de Wimbledon, finalizada hace pocas semanas, la organización debió advertir al jugador suizo Stanislas Wawrinka (sin importar su flamante victoria en Roland Garros) de lo inapropiado de sus habituales bermudas para participar en dicho torneo. El canónico y tradicional Grand Slam obliga a todos sus jugadores y jugadoras a utilizar impolutas prendas deportivas de un inmaculado blanco.
Ese escenario (no existen casualidades cuando se habla de HBO), tan poderosamente ortodoxo y de cierta “sacralización” deportiva, acoge la última genialidad que nos ha ofrecido la televisión en este estimulante (desde el punto de vista seriéfilo) y refrescante verano. Un mediometraje de 45 minutos para dinamitar convenciones, desmitificar mitos deportivos, reírse de los dramas tenísticos y redefinir la épica. Y además exhibe un sarcasmo y ritmo endiablados. Entramos en los “siete días infernales” que nos ofrece ‘7 days in hell’.
Planteada como una hibridación de géneros entre el falso documental, la parodia y el documental deportivo, su dispositivo argumental activa la posibilidad de un ficticio y fantaseado partido de tenis de 7 días de duración en el seno de la final de Wimbledom. Inspirado en el partido más largo de la historia: el francés Nicolas Mahut y el estadounidense John Isner estuvieron durante tres días (más de 11 horas en total) en Junio de 2010 en las pistas de Wimbledon. El guionista Murray Miller y el director Jake Szymanski perpetran un auténtico atentado contra las correcciones políticas, haciendo gala de un corrosivo y punzante humor que puede llegar a herir sensibilidades. Miller ha participado de la creación de la gamberra American dad (2005- Actualidad) y la brillante Girls (2012- Actualidad), y Szymanski ha dirigido un puñado de capítulos de Brooklyn 99 (2013- Actualidad), Globo de Oro a la mejor comedia en 2014.
La composición de los dos imaginarios e ilustres contendientes retrata a Aaron Williams (Andy Samberg) y Charles Poole (Kit Harrington) con intencionadas resonancias hacia jugadores reconocibles de la reciente historia tenística. El estadounidense Aaron resultaría de un cruce imposible entre la agresividad verbal de John McEnroe, las greñas del mítico Björn Borg (las referencias a Suecia no son tampoco accesorias) y el instinto animal de Pat Cash. Sin embargo Charles se muestra como un tímido jugador británico, dominado por el peso de una historia que carece de recientes ganadores autóctonos del torneo, inseguro y cuya madre ejerce de castradora entrenadora. Poole resulta ”demasiado” parecido al escocés Andy Murray. Aquel Murray definido por su ansiedad y obsesivo juego previo a ganar (por fin) en 2013 el prestigioso torneo londinense.
La parodia hacia el mundo del tenis es incesante con la presencia en el mediometraje de Serena Williams riéndose de ella misma y haciendo chistes sobre la relación con su padre, el auténtico John McEnroe psicoanalizando a los tenistas y la gran Chris Evert.
Y sin embargo el auténtico alcance de esta irrerevente pieza trasciende a aficionados o conocedores del tenis (si es así se disfruta algo más). Samberg, que ya ha demostrado su excelente capacidad y carisma para la comedia, se ve sorprendentemente acompañado por un Kit Harrington completamente alejado de su anodino y (también) célebre “Jon Snow” de ‘Juego de Tronos’. Es imprescindible nombrar a tres gigantes actores en papeles secundarios: Michael Sheen (¡qué grande es este actor: The Queen o The Damned United!) borda un hilarante y desternillante periodista deportivo de esos que despellejan y juzgan las contiendas deportivas, Lenna Dunham en el rol de una estilista deportiva, ella que tantos escándalos ha proporcionado por su “imagen y estilismos” y Mary Steenburgen como la incisiva y demoledora madre del tenista.
El visionado de esta deliciosa marcianada puede no ser valorado por todos los “gustos”, pero sí está dotado de un admirable ritmo y mutabilidad narrativa que lo mismo ofrece una crítica de Ikea, que de la reina de Inglaterra o el blanquecino (esto iba de blancos) mundo de Disney. Un inteligente e inesperado final termina por culminar la reflexión: el deporte y los deportistas, en ocasiones, pierden su dimensión lúdica para adquirir un cariz dramático y unas connotaciones excesivamente mitificadas.
Un nuevo triunfo de HBO que continúa imparable en su innovación artística desde el drama (tienen que ver ‘The Jinx’ ya se lo dijimos en BdP) o desde esta admirable pieza cómica. ‘7 days in Hell’ se lo lleva todo: Juego, Set y Partido.
Fco. Javier Rueda Ramírez