Desmontando la Locomotora del Zinemaldia (Crónica del primer fin de semana del Festival de San Sebastián)
El día 12 de Septiembre, una semana antes del inicio de su Festival de Cine, San Sebastián dio a conocer su programación y la venta de localidades. La noticia de que en el primer día se habían vendido prácticamente 60.000 entradas, servía de evidencia para una de las señas de identidad del Zinemaldia: el protagonismo del público.
Frente al modelo de otros festivales (Cannes), donde prácticamente sólo se ofrecen pases para la prensa especializada, el principal evento cinematográfico español tiene muy en cuenta en su programación la participación de curiosos y cinéfilos. Con sus más de diez secciones paralelas a la Sección Oficial y su extensa propuesta, todos los años parece que se diseña la programación del primer fin de semana como si de la locomotora de un tren de más de 700 películas se tratara. ¿Se pueden inferir estrategias en dicha programación? ¿Han existido núcleos temáticos en las películas incluidas? ¿Cómo ha sido el primer fin de semana de la 63º edición? Subamos al tren:
Zidanes y Pavones
Aquel famoso presidente de futbol que justificaba la contratación de jugadores para su club en base a un doble perfil (estrellas internacionales (Zidane) y jugadores locales (Pavón)), nos serviría para identificar cierta tendencia en este Festival de Cine. En la presente edición, se han seleccionado once títulos españoles y se ha contado con algunos de los más importantes trabajos del año. En los primeros días se pudieron ver películas tan dispares entre sí como, por ejemplo, el mayúsculo trabajo formal y de reconstrucción de los géneros cinematográficos que ofrece Hou Hsiao Hsien en ‘The Assassin’, o la última gamberrada de Alex de la Iglesia en ‘Mi Gran Noche’, aplaudida con total entrega por el público que abarrotaba el Kursaal el domingo por la mañana. En ese doble espíritu de satisfacer la dimensión comercial y artística, podríamos también ubicar el espacio otorgado (sábado del festival) al director más importante de los convocados en la Sección Oficial: Terence Davies. Su última obra ‘Sunset Song’ ofrece deslumbrantes muestras de caligrafía visual, pero no termina de encontrar la coherencia todas sus piezas.
Finalicemos este apartado señalando el notable trabajo de D. Villeneuve en ´Sicario’. Estremecedora, crítica y granítica aproximación a Ciudad Juarez (Mexico) y su violencia, con el tráfico de drogas como telón de fondo. Su existencia sirvió para borrar las fronteras en esa dicotomía entre arte y entretenimiento.
Marcado cuidado en el cine latinoamericano
‘Chronic’ de Michel Franco gana el premio al mejor guión en Cannes, la chilena ‘El Club’ el Oso de Plata en Berlín y en este mismo mes, la venezolana ‘Desde allá’ gana el León de Oro de Venezia y la argentina ‘El Clan’ de Trapero el premio al mejor director en mismo certamen.
En un año en el que Latinoamérica ha sido uno de los indiscutibles protagonistas del curso cinematográfico, en San Sebastián ha brillado una sección que define la identidad de este certamen: Horizontes Latinos.
Las dos primeras se incluyen en el siguiente apartado, por lo que hablaremos de la fascinante experiencia que supuso el visionado de ‘El Botón de Nácar’ de Patricio Guzmán. La filmografía chilena (al contrario que otras) siempre ha exhibido la saludable virtud de mirar a la cara a los episodios más oscuros de su historia. La dictadura de Pinochet casi correría el peligro de convertirse en un género en sí mismo. Precisamente por ello, se agradece la aportación del documental de Guzmán que se atreve a componer fogonazos de lirismo con el dolor del exterminio indígena y de los desaparecidos en la dictadura. El agua y la vida, su memoria como fuente reparadora de dignidad y nutriente. Un milagro.
La enfermedad como síntoma
De las diez películas en total que pude visionar en el primer fin de semana, cuatro de ellas hablaban directamente de la enfermedad y los diferentes modos de afrontarla. La española ‘Truman’ acertaba a encontrar su espacio entre el drama y la comedia en la historia de dos amigos que se encuentran para despedirse, ante al cáncer de uno de ellos. En ‘Chronic’ la cámara no abandonaba ni un segundo el periplo de un enfermero en los diferentes contextos en que se movía; ya fuera con sus pacientes o en su vida privada. Magnífica y notable reflexión sobre el arte de “cuidar”. ‘Yo, Earl y Raquel’ no conseguía despegarse de su plomizo toque indie aunque su director (Gómez Rejón) demostrase entusiasmo y cinefilia en su planteamiento. E incluso, podemos incluir en este apartado de la enfermedad, ‘El club’ de Pablo Larrain. Ya que muestra una comunidad patológica y patógena (dañada y dañina) de sacerdotes y religiosas con la pederastia y la sexualidad reprimida en el fondo del relato.
Poniendo el broche magistral al repaso por un fin de semana de cine y hablando de enfermedades y anomalías, cerramos esta crónica con ‘Anomalisa’ la película de animación en stop-motion de Ch. Kaufman y D. Johnson. Desde un cariño absoluto a la torpeza y angustia de su personaje protagonista, la película termina siendo una deliciosa y entrañable experiencia. El ser humano ante la neurosis de la descomposición y el aislamiento. Un regalo para los ojos y el corazón.
Francisco Javier Rueda Ramírez