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64 edición del Festival internacional de cine de San Sebastián (Crónicas del 20 y 21 de septiembre)

El festival alcanza ya su meridiano y como (casi) todos los años podemos hablar de constantes temáticas entre la diversidad estilística: gigantes, como proyección de la psique y sus estados de ánimo, y adolescentes inmersos en un mundo de violencia del que forman parte como generadores y/o víctimas. La ciudad sigue apoyando masivamente las proyecciones con el lleno total en las salas y el sol hace su aparición como un astro más entre las estrellas que pueblan la muestra. Él es el rey, más esperado incluso que la elegante Sigourney Weaver que acudió a recoger su premio Donostia con la película Un monstruo viene a verme bajo una de las mayorers ovaciones que se recuerdan en el festival.

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As you are (Sección oficial), por José Félix Collazos

El debut de Miles Joris-Peyrafitte -con un equipo en la veintena incluido el realizador- es una película canónica del mejor cine independiente nacido bajo la influencia de Sundance en los 90. Congruentemente, década en la que se desarrolla la historia de dos adolescentes solitarios y zozobrantes que encuentran en su amistad (junto a una amiga que cierra el vértice triangular) la ternura y el espacio que les niegan los adultos. Planteada con un contrapunto de interrogatorios policiacos que adelantan la tragedia, el argumento tiene varios puntos de giro que la alejan de lo previsible. Asimismo, el relato adquiere consistencia gracias a la naturalidad y la sensibilidad con la que cuenta un amor imposible, lejos de clichés y tremendismo. Todo ello, a pesar de su fatídico desenlace sembrado con una sutil crítica al uso de las armas y, por otra parte, anunciado al principio de la película. Una obra que toma de la prematura muerte de Kurt Cobain y del título de una de sus canciones el universo y la atmósfera de toda una generación.

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A Monster Calls (Sección oficial), por José Félix Collazos

La esperada nueva película de Juan Antonio Bayona -tras el éxito de Lo imposible y con un rodaje donde vuelve a contar con actores internacionales- demuestra la capacidad del autor para llevar a buen puerto proyectos de envergadura y su solidez como realizador. Este relato (de relatos) sobre un niño solitario con una madre enferma y que se encuentra cada noche con un gigante es, en realidad, una historia de infancia bruscamente interrumpida, una obra sobre el duelo y la pérdida: de la inocencia y de los seres queridos. En esta película con vocación de gran público y hábilmente ejecutada, Bayona utiliza todos los recursos a su alcance (no siempre con mesura y equilibrio) para conmover al espectador, pero destacan sobre todo la interpretación de su joven protagonista y la voz de Liam Neeson en el gigante donde Conor se esconde de su cruda realidad.

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Playground (Sección oficial), por Mateo Sánchez Martínez

Sabes que una película va a dar que hablar cuando la sala más grande del Zinemaldia se vacía durante el transcurso de su escena clave. Con una crudeza que va desde el Elephant de Van Sant hasta el Haneke más polémico, Playground indaga en el comportamiento del psicópata adolescente con un planteamiento en el que cada plano existe para converger en el último de los 6 bloques en los que está dividida. Entre confesiones y momentos cotidianos, el polaco Kowalski nos muestra una ventana a la evolución que las redes sociales han supuesto para la violencia, al mismo tiempo que nos lleva de viaje por un relato en primera persona de su versión más primitiva. Tras su proyección, el realizador recibió los insultos y los aplausos propios de un retrato de estas características, tan sincero y directo como perturbador.

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Jesús (Sección oficial), por Mateo Sánchez Martínez

Fernando Guzzoni vuelve a San Sebastián tras haber sido galardonado con el premio Nuevos Directores por su ópera prima Carne de perro (2012). Asistimos a la historia de un adolescente chileno que entre fiesta y fiesta lleva una vida sin rumbo, cargada de desencuentros con la figura paterna y de malas decisiones. Estas últimas son las que acaban llevando la cinta a un punto clave, detonante de la verdadera trama y motivo de un reverso en la focalización, que en su último tramo convierte al padre en protagonista. La tardía aparición de este macguffin dramático nos deja al abandonar la sala con la sensación de haber visto media hora de película y 60 minutos de relleno, en los que la oportunidad de ampliar la psicología y las relaciones de los personajes se abandona en favor de un ya muy visto escaparate del ecosistema juvenil. Ni siquiera en su pretendida controversia termina de funcionar, pues el sexo explícito y la violencia gráfica de los que hace gala en diversas escenas se quedan en pañales ante la brutalidad de Playground.

jesus

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