64 edición del Festival internacional de cine de San Sebastián (Crónica del 19 de septiembre)
Tras el ajetreado fin de semana, el festival adquiere un tono más íntimo. Entre las proyecciones más esperadas, dos de realizadores españoles con resultados muy opuestos: una exquisita cinta de animación llegada directamente de Cannes y una puesta al día del drama victoriano.
Colossal (Sección oficial fuera de concurso), por Mateo Sánchez Martínez
Versión venida a más de Hannah Montana, que introduce con calzador una subtrama de kaijus dispuesta entre el ridículo y el despropósito más absoluto. Un guión al servicio de un desfile de chistes fáciles y de una construcción de personajes que brilla no ya por su ausencia, sino directamente por su profanación de la consistencia argumental. Su excesivo presupuesto es despilfarrado por las amplias limitaciones de su director a la hora de guionizar y dirigir. Podemos seguir afirmando que Los Cronocrímenes resiste como la única cinta reseñable de Nacho Vigalondo.
Que Dios nos perdone (Sección oficial), por José Félix Collazos
La nueva cinta de Sorogoyen, realizador de la sugerente Stockolhm, le confirma como un magnífico creador de atmósferas y un potente realizador que conjuga un endiablado ritmo narrativo con la profundidad psicológica de sus complejos personajes. En un caluroso y pegajoso Madrid, sacudido por varios acontecimientos, Antonio de la Torre y un brillante Roberto Álamo persiguen a un asesino en serie de ancianas. Duro y ameno, este negro «thriller» hace gala de un trabajado guion y se sitúa ya entre las cintas favoritas para el Palmarés.
La tortuga roja (Perlas), por Mateo Sánchez Martínez
Buceando entre la superficie estética de los lápices de Hergé y las profundidades narrativas propias de una coproducción del estudio Ghibli, la ópera prima del realizador francés Michael Dudok De Wit narra un cuento mágico que, sin atisbo de duda, se muestra innegablemente merecedor del premio especial del jurado que recibió en el pasado Festival de Cannes. Esta fábula muda de la relación entre un náufrago y una tortuga roja es un tesoro imprescindible, una reivindicación del cine más íntimo y personal en cuyos planos el espectador encontrará una ventana hacia una melancólica historia en la que perderse.
Lady Macbeth (Sección oficial), por José Félix Collazos
Esta historia de una mujer capaz de todo por conseguir sus objetivos tiene menos que ver con el personaje shakesperiano que con las pulsiones de Cumbres borrascosas con la que puede emparentarse, tanto en el estilo naturalista que dio Andrea Arnold a su adaptación como por el título de la versión mexicana del maestro Buñuel: Abismos de pasión. El debutante Willian Oldroyd firma una cinta sencilla y elegante sobre una mujer en el entorno rural de la época victoriana que cruza todos límites para luchar contra un ambiente hostil y poder desarrollar su obsesión amorosa por un empleado de su desagradable marido. Aunque formado en el teatro, su autor demuestra un buen dominio de la puesta en escena y el suficiente conocimiento para plantear secuencias intensas con su cámara.