Recuerdos Improvisados: Al Pacino
«¿Se me notarán las patas de gallo?» parece preguntarse Al en algunas secuencias de sus últimas películas, en las que sus ojos miran al infinito injustificadamente. Esto concuerda perfectamente con la anécdota que Francis Ford Coppola contaba, a raíz del rodaje de un plano en «El Padrino, Parte 3». Pacino debía mirar a cámara, pero prefería agachar la cabeza para dar una mayor intensidad dramática al plano; Coppola repetía toma tras toma, rogando al actor, sin éxito, que mantuviera la cabeza erguida; al final adoptó una táctica mucho más adecuada a las debilidades de Pacino, y consiguió que mirara al objetivo argumentando que con la cabeza mirando al suelo, se apreciaba una notable perdida de pelo en la coronilla. Era mentira, pero funcionó.
Pues sí, Al, es que ya son 74 años, precisamente el 25 de abril de 2014. Todavía me acuerdo de tus años mozos. Nadie podía haber interpretado a Michael Corleone como tú lo hiciste. Eras la imagen de la serenidad, y al mismo tiempo, parecías la tormenta a punto de estallar; la contención personificada, el equilibrio hecho actor. Cómo nos engañaste Al. Porque a medida que transcurrieron los años, te lo creíste. Y quién te iba a decir que no, ya eras un mito con treinta y pico años y tenías un carácter de agárrate que vienen curvas.
Curiosamente, a pesar de tu desmedido histrionismo y de todos tus excesos interpretativos, caíste en gracia. Y a mí el primero. Pánico en Needle Park, Serpico, Tarde de Perros, Justicia para Todos, A la Caza, Heat, El Dilema… Pero en mi opinión, hay dos películas que definen tu carrera y explican tus dos versiones posibles: El Precio del Poder (Scarface) y Atrapado por su Pasado (Carlito’s Way), ambas dirigidas por Brian de Palma, ambientadas en un mundo de gángsters, y curiosamente, diametralmente opuestas. La interpretación de Pacino parece marcar el tono de cada una de ellas: en la primera, Al está desmelenado y sólo piensa en su lucimiento personal, mientras que en la segunda sorprende por su elegancia, su madurez, su dominio de todos los registros, parece un actor en la cima de sus posibilidades. No hace falta decir que la de Carlito Brigante es mi interpretación favorita (que no película) dentro de su extensa y excepcional filmografía.
Al Pacino demuestra la importancia, muchas veces obviada, de los buenos directores de actores; porque en ocasiones, el talento no lo es todo. Como decía un anuncio de coches hace tiempo: «¿Para qué sirve la potencia sin control?» Afortunadamente, el italoamericano siempre ha sabido rodearse de excelentes directores a lo largo de su carrera: Francis Ford Coppola, Norman Jewison, Sidney Polack, William Friedkin, Michael Mann, Sidney Lumet, Brian de Palma, Christopher Nolan…Y cuando no lo ha hecho, ha sido para desmadrarse sin nadie que se lo impidiera. En definitiva, una carrera entre el equilibrio y el caos. Desconozco si podrás realizar con éxito todos los proyectos que tienes en mente, sobre todo ese The Irishman, dirigida por Martin Scorsese y en la que estarás acompañado por Robert de Niro y Joe Pesci, pero aunque no fuera así, ha sido un placer conocerte.
Carlos Fernández Castro
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