Madrid rinde homenaje al periodismo cinematográfico
El Teatro Calderón acogió el pasado martes un caluroso homenaje a la crítica de cine. Fue la tercera edición de Havana 7, Historias que cuentan, una sofisticada forma de dar tributo a los periodistas que desde hace décadas nos cuentan lo que sucede a lo largo y ancho del globo, y que ya contó con eventos para el Fotoperiodismo y la crítica musical.
Escuchar de primera mano a la crème de la crítica reunida bajo un mismo techo es una de las oportunidades del cinéfilo que van con un sí por delante antes de comprobar su agenda. Carlos Boyero, ‘Oti’ Rodríguez Marchante, Toni García y Enric González son personajes de trayectoria que a lo largo de los años han sabido convertir su opinión en su forma de ganarse la vida, ya sea cubriendo festivales, revisando la cartelera o entrevistando a los cineastas e intérpretes que dan vida al mundo del celuloide. Razón más que suficiente para deleitarse con sus historias y rutinas y de paso absorber el aroma a cine que dominó por una noche el emblemático Calderón.
De forma previa a la tertulia ofrecida ante cerca de quinientos invitados se proyectó un vídeo en el que otros firmantes como Elio Castro, Teresa Velayos o Alberto Vázquez Figueroa narraron la clase de historias que hacen especial su profesión. Una de las más destacadas fue la del corresponsal de TVE Federico Volpini, que contó cómo en la filmación de ‘Orgullo y pasión’ (1957) el equipo de estadounidenses le preguntó si podrían dinamitar las murallas de Ávila para filmar una de las batallas de la Guerra de la Independencia. Volpini, obviamente, les dijo que era imposible a pesar de que ellos le aseguraron reconstruirla “mejor de lo que estaba”, lo que despertó las risas del público. Un júbilo que contagió a la mesa moderada por el director de Cinemanía, Carlos Marañón, y que fue en aumento a medida que se encadenaron las anécdotas.
Boyero estuvo encantado de abrir la lata describiendo la primera vez que vio a Buñuel a los quince años. “De repente vi a un señor con una boina que fumaba tabaco de liar por una calle de Toledo”, explicó el crítico de El País. “Le seguí y me puse a hablarle mientras estaba de espaldas, pero no me respondía, por lo que pensé que me mandaría a la mierda enseguida”. Su salvación fue un hombre que acompañaba al director y le dijo que se estaba quedando sordo, a lo que siguió una conversación con el realizador de ‘Viridiana’. “Fue como ver a Dios, aunque lo hubiera cambiado por tener un encuentro parecido con Michelle Pfeiffer”, bromeó.
De los cuatro escritores quizás el que llegó al periodismo de cine de un modo más imprevisto fue el columnista de El Mundo Enric González. La gracia le llegó el día que tuvo que sustituir a Ángel Fernández Santos en el Festival de Venecia durante su corresponsalía en Roma, una mala noticia para un claustrofóbico como él. “Me inscribí como minusválido y me dieron una plaza junto a la salida de emergencias”, contó. Fue la anécdota que abrió una jocosa conversación acerca de las películas de festivales. “Son muy artísticas… pero yo no las entiendo. Crees que va a pasar algo y no pasa nunca”, dijo Enric, que aseguró haber tenido «la suerte» de conocer a sus compañeros de mesa.
“Podría pasar el resto de mi vida sin ese cine inquietante –refiriéndose al asiático- y dedicarme a ver en exclusiva ‘El apartamento’”, ironizó, aunque reconoció que a veces surgen buenas películas como la “maravillosa” iraní ‘Nader y Simin’ o la japonesa ‘Like Father, Like Son’, la nueva película de Hirozaku Kore-Eda proyectada en el Festival de Cannes de este año.
Más tarde Toni García, cronista en El País y articulista en otros medios como Jot Down o Harper’s Bazaar, comentó la diferencia entre algunos de los festivales de categoría. «Si falla algún pase en Berlín porque la copia llegue tarde o hubiera más gente de la que debiese, aquello se hunde«, dijo. «He visto a tíos a punto de llorar porque no han podido entrar a una película. En cambio, en Venecia parece una buena noticia que lleguen más acreditados de lo esperado», indicó, en referencia a lo rápido que se improvisan los pases. «Te da la impresión de que el último día todavía están haciendo obras». Nada que ver con la buena organización que se atribuyó a Cannes. «Está a años luz de todo. A cualquiera que haga una gran película le interesa llevarla allí y además la sección oficial suele estar dominada por un alto porcentaje de películas buenas», comentó Oti, aunque su afirmación provocara la carcajada de sus compañeros.
Pero seguramente para muchos lo mejor de la noche fue la proyección de cuatro míticas escenas que los tertulianos escogieron a modo de homenaje al cine clásico. Momentazos como el final de ‘El buscavidas’, inolvidable por el discurso de un Paul Newman obligado a jugar su última partida de billar. «Es una de las mejores películas acerca de la autodestrucción del artista, de la redención. Pocas veces he visto esos diálogos, esos actores, esa forma de filmar que tiene Rossen… Me altera hasta la última fibra», expresó Boyero.
Después el arranque de ‘Centauros del desierto’ embelesó el escenario con la llegada del vaquero Ethan a la casa de su familia en Texas. La escena favorita de Oti fue la única en color de la noche. O mejor dicho, en Technicolor. «Creo que no se puede decir más con menos», explicó, haciendo referencia a la «no historia de amor» entre John Wayne y la mujer de su hermano que el encuentro sugiere.
La sed por ver más cine quedó saciada con el desenlace de ‘El tercer hombre‘, sin duda una de las obras maestras del noir que Enric González aseguró haber visto más de cien veces. «Perder a la chica y quedarme con el cigarro es para mí un triunfo. Es de Carol Reed, pero podría haberla firmado el mismo Orson Welles».
El improvisado mini cine se cerró con ‘1, 2, 3’, la alocada comedia de Billy Wilder que ironizaba sobre la tensión que hubo entre Alemania y la URSS en plena Guerra Fría. «Me obsesioné con la película cuando aún estaba en el colegio», recordó Toni García. Su amor por Wilder hizo que le cogiera manía a Godard porque un crítico le dijo que el francés era mejor. «Llegué a soñar con la idea de que Truffaut le pegase a Godard en la vida real«, fantaseó.
La pasión por el séptimo arte que esos sentimientos evidencian son las que hacen que uno se intrigue por la verdadera labor que cumple un crítico respecto a sus lectores y a la industria en general. «La gente no va a dejar de ir a Superman por lo que yo cuente, pero hay películas maravillosas sin promoción que puedes ayudar a descubrir, y ese es el mayor placer», dijo Boyero. Puso el ejemplo de «Léolo«, una cinta canadiense que le cautivó el año 1992 en Cannes. «Volví loco a un distribuidor español para que la comprara». Precisamente una espectadora le agradeció después haberle descubierto el film cuando era pequeña.
Y sacado el tema de la distribución resultó inevitable que la caída de la taquilla no apareciese durante la noche. Aunque no hubo mención alguna al incremento del IVA a la cultura, ‘Oti’ Rodríguez reprochó que la exhibición «esté anclada en un sistema del siglo pasado». «Para que una sala de cine sea competitiva debe ponerse a la altura de las circunstancias, es absurdo que una película cueste diez euros», afirmó.
«No basta con una simple rebaja. Hay que recuperar ese sentimiento que teníamos de niños cuando el cine era una experiencia única», añadió Toni García, mencionando también las nuevas formas de ver cine en el ordenador y en el smartphone.
Fue en esencia una noche placentera que de algún modo hizo valorar a los presentes el papel que juegan los periodistas que aguantan desde la brecha y los que nos empezamos a asomar a ella. El estreno de ‘Democracia’, el nuevo cortometraje de Borja Cobeaga, puso la guinda a un evento de película que ya espera su cuarta convocatoria.
Manu Sueiro