Las semillas (televisivas) de Carol: La “tele” de Todd Haynes
Dicen que Picasso comentaba a propósito de cada nuevo cuadro que los pintores “siempre pintaban la misma manzana”. Esas palabras han sido incorporadas a uno de los tópicos (¡Cuánto razón tienen los “lugares comunes”!) más extendidos sobre la creación artística, en general, para referirse a la reiteración temática y formal de muchos autores; algo así como la identidad. Dicho axioma nos permite abordar la última obra de Todd Haynes, Carol (2015) como una depuración formal y profundización temática de su obra anterior. Sin embargo, voy a acotar dicho itinerario de deconstrucción a la producción televisiva del director americano.
En dicho recorrido, las resonancias e implicaciones de las dos obras seleccionadas nos permiten entender y comprender aún mejor por qué hemos celebrado la última película de Haynes como una obra cumbre. Como uno de los discursos más estilizados y armónicos del lenguaje cinematográfico contemporáneo. Empezamos:
Mildred Pierce (2011) y Carol, mujeres en movimiento que miran al mundo
La miniserie con la que HBO adaptaba la célebre novela de James McCain (de la que se realizó también en 1952 una película), Mildred Pierce, contó con la autoría de Todd Haynes en cada uno de sus cinco capítulos. Ubicada en los años de la Gran Depresión, el dispositivo narrativo lanzaba a su protagonista -muy probablemente la mejor composición de Kate Winslet en toda su filmografía- a la titánica lucha de una mujer por sacar adelante a sus dos hijas tras la separación de su marido. Contexto económico hostil, códigos patriarcales y sociales amenazando la independencia de una madre soltera y la propia tensión con su hija mayor definían los frentes que la heroína debía superar.
Los contextos históricos de las dos obras se separan apenas 20 años, ya que la década de los treinta de la crisis es intercambiada por la de los cincuenta en el relato de Carol. Siendo tan relevante la ambientación de dos periodos tan reconocibles, encontramos una triada artística común a las dos piezas: Burwell (música), Lachman (fotografía) y Haynes (dirección). La operación no es sospechosa de ser esteticista -recursos formales gratuitos o desconectados del discurso fílmico- sino que los elementos del lenguaje cinematográfico se encuentran, tanto en la serie como en el film, imbricados indisolublemente en el relato. Los tres fotogramas seleccionados nos muestran a las dos protagonistas del film, Therese (Rooney Mara) y Carol (Cate Blanchett) flanqueando a Mildred (Winslet). Inmediatamente se activan las resonancias: mujeres encuadradas en solitario, casi siempre en un coche y en movimiento, mirando al mundo que les rodea y mostrando sus interpeladores rostros a través de vidrios que, cual filtros, representan las restricciones de un mundo y una sociedad que no les permite mostrarse tal y como son. Sin embargo, no podemos dejar de apuntalar el elemento quizás menos explicitado en los tres fotogramas: la mirada de su director. Haynes coloca la cámara en la horizontalidad de sus heroínas. La realidad femenina siempre ha estado en el foco (esa manzana) de su filmografía, y la honestidad del director permite que los espectadores las acompañemos a “la misma altura”. Su cine no juzga, muestra. Si Carol supone una cima de “arte total”, en cuanto a instrumentalización armónica de recursos audiovisuales, Mildred Pierce puede considerarse como germen de tal conquista.
Iluminada (Enlightened, 2011-2013) y Carol, mujeres invisibles que se atreven a amar
Una de las obras televisivas más incomprendidas e injustamente valoradas de los últimos años es Iluminada (Enlightened, HBO, USA). La revista Time la incluyó (con todo merecimiento) como la mejor serie de aquel 2013. La serie corrió la misma suerte de invisibilidad comercial e incomprensión que su protagonista Amy (Laura Dern). Existe acuerdo generalizado también para reconocer el 2×06, “All I ever wanted”, como el mejor capítulo de sus exiguas dos temporadas. El director de dicho capítulo es Todd Haynes.
Resulta especialmente revelador encontrar un magnífico diálogo entre dicho capítulo y la película que nos ocupa. En la serie, Amy era una consultora de una empresa de recursos ecológicos de la que acababa de ser despedida, y cuya relación sentimental con su pareja Levi (Luke Wilson) había fracasado porque este no quería comprometerse. Durante dos temporadas Amy había luchado por recuperar su dignidad laboral y emocional, y es en ese capítulo (2×06) en el que por sorpresa Levi irrumpe en la vida de Amy para ofrecerle recuperar una relación que era Todo lo que ella siempre había querido (título del capítulo). Las emociones de Carol habían quedado magníficamente ilustradas en ese plano-secuencia inicial en el que la cámara se eleva desde las alcantarillas hasta el lugar donde están las dos amantes. Carol es una película sobre la verticalidad (empoderamiento femenino) desde esa mirada horizontal del director.
El cine de Haynes habla de la dignidad del deseo, da igual su orientación y contexto. Y su compromiso como cineasta en representar el deseo de la mujer resulta otro de los temas que lo definen como autor. Sus fotogramas visibilizan mujeres de los márgenes (Amy) a las que se impide manifestarse (Carol) y se les obliga a reprimir (Therese) u ocultar (Mildred) su identidad. Esa es “su manzana”.
Javier Rueda