Guía Cinematográfica para sobrevivir al Fin del Mundo
Hoy es el fatídico día, el día del Fin del Mundo. Puede que estas líneas sean lo último que leais con atención en vuestras vidas pues, de acuerdo a los cálculos realizados por los mayas hace miles de años en un alarde de precisión matemática, el mundo se acabará en el solsticio de invierno de 2012, es decir hoy 21 de diciembre. Ante la rotundidad de estos designios tan sólo cabe esperar que pase lo que tenga que pasar. Ahora bien, ¿cómo ocurrirá? Los mayas predijeron el día éxacto del final del planeta con milenios de antelación pero no se dignaron a señalar de qué forma nos vamos a ir todos al garete. Desde Bandeja de Plata, queremos contribuir a resolver esta incógnita de la mejor forma que sabemos, recurriendo a nuestro patrimonio cinematográfico para tener una idea más o menos clara de las distintas formas por las que el ser humano pueda decir un apresurado ‘Hasta Siempre’.
Especialmente en las últimas décadas, la maquinaria fílmica de Hollywood se ha prodigado con esmero en la producción de películas de catástrofes y otros hechos rocambolescos que nos han puesto en la coyuntura del ‘¿y si realmente ocurre?’. En este sentido, si algún director merece el reconocimiento de profeta absoluto de nuestra desaparición absoluta, ese es el infravalorado Roland Emmerich. De hecho, si hoy finalmente todo acaba, no puedo dejar de imaginar una entrevista ‘in extremis’ a Emmerich en la que repita en bucle esa consabida frase de «ya lo dije yo».
Y es que, con tantas teorías absurdas devenidas en películas, alguna tiene que ser la correcta. Ya sea una invasión marciana a lo «Independence Day«, un súbito cambio climático como el «El día de mañana«, o el propio Godzilla haciendo de las suyas. Aunque lo más probable debe ser, sin duda, el cúmulo de desastres que aparecen en «2012«; erupciones volcánicas, huracanes, glaciares en descomposición, terremotos… todo ello conjugado para que no haya escapatoria alguna para los cientos de millones de personas que pueblan la Tierra. Es más, cabría analizar cuál ha sido la importancia de esta película en la extensión de la paranoia (un tanto sarcástica, eso sí) que desde hace un par de años corre como la pólvora en las conversaciones de medio mundo.
Si las suposiciones de Emmerich no te convencen, siempre podemos recurrir al final inmediato y casi indoloro de un meteorito que impacta sobre el planeta desintegrando toda la materia. Las imágenes para ilustrarlo pueden ser tomadas tanto de «Armageddon» como de «Deep Impact«, dos películas estrenadas en 1998 en un ejercicio de coordinación perfecto que dividió a los espectadores del mundo en dos bandos bien diferenciados, los que preferían la versión épica de Michael Bay o los que se decantaban con la visión algo más humana de Mimi Leder. Personalmente, siempre me ha parecido más carismático Bruce Willis que el pálido de Elijah Wood, más aún si su plan para salvarnos es perforar al más puro estilo Texas el meteorito en cuestión en compañía de Steve Buscemi, Owen Wilson o Ben Affleck (ahora oscarizable director, eso sí que es ciencia ficción). Al menos, las risas están garantizadas en nuestros últimos minutos de existencia.
Las catástrofes naturales también son muy maleables a la hora de predecir el fin del mundo. Puede deberse a una inmensa erupción volcánica, como en la irrisoria «Volcano» (la escena de unos bienintencionados bomberos intentando apagar con mangueras de agua ríos de lava ha pasado ya a los anales de la historia del cine); la paralización del movimiento giratorio de la Tierra, como en «El Núcleo» (2003), un gigantesco tsunami mucho mayor que el de «Lo Imposible» (2012), un tornado devastador como el de «Twister» (1996), o una auténtica «Lluvia de Albóndigas» (2009), que acabaría con el hambre del mundo al mismo tiempo que lo arrasa.
Hay otros que, sin duda, preferirán una buena invasión alienígena que haga realidad al fin la míitica recreación radiofónica de Orson Welles, acompañada por la espectacularidad visual de Steven Spielberg en «La Guerra de los Mundos» (2005). Yo me quedaría, puestos a elegir, con los extraterrestres de Tim Burton en «Mars Attack!» (1996) o con Ko2 y Kant, las casi entrañables criaturas de «Los Simpsons».
Aunque si efectivamente hubiese una encuesta entre la población mundial para elegir el modo de desaparecer, esa sería la de un holocausto zombi. Al fin y al cabo, a quién no le gustaría blandir un rifle de asalto (o un hacha) y disparar a todo monstruo viviente siguiendo las instrucciones mostradas por Rick Grimes en «The Walking Dead«, Will Smith en «Soy Leyenda» (2007) o, sobre todo, el bueno de Simon Pegg en «Zombies Party» (2004).
Menos glamour tendría la típica epidemia, como la mostrada en «Estallido» (1995) o «Contagio» (2011), un posible holocausto nuclear como el planteado por Kubrick aunque sin humor, las desapariciones sin gracia ni fundamento de la película española «Fin» (2012) o la sublevación tecnológica de los millones de iPhones e iPads que pululan en el mundo en una versión actualizada de la trilogía Matrix.
Lo que está claro es que hay que ir «Buscando un amigo para el fin del mundo«, curiosamente el título de una comedia de Steve Carell y Keira Knightley que se estrenará próximamente en cines, pues ya sea gracias a alienígenas, desastres nucleares, simios a la conquista del planeta o el mismísimo Sauron recién desembarcado de la Tierra Media, el mundo se acaba hoy mismo y hay muchas películas por ver.
Jesus Benabat
Parece que le mundo sigue girando, aunque nadie sabe si lo hace en el sentido correcto…
Os dejo un microrrelato sobre este tema:
http://espiralesdetinta.blogspot.com.es/2012/12/62-ragnarok.html