Crónica desde DocumentaMadrid y palmarés (5 al 11 de mayo de 2014)
Concluida la XI edición de DocumentaMadrid, queda comentar el palmarés y hacer repaso de lo que fueron los títulos más destacados de la segunda semana. El festival premió a la suiza My name is salt con el mayor mérito de la Sección Oficial, una historia sobre la recogida de la sal en un recóndito lugar de la India. La atractiva cinta consiguió un gran recibimiento de los asistentes al Matadero, solo por detrás en puntuación de la siria Return to Homs, que alzó el esperado Premio del Público.
Por su parte, el documental sobre el protagonista de Tarde de perros, The Dog, recibió un merecido segundo premio que obliga a prestar atención al testimonio de un hombre cuanto menos insólito. John Wojtowicz siempre fue un tipo indiferente de su condición sexual a pesar de vivir en una sociedad tan homófoba como la norteamericana de los años 60. La Guerra de Vietnam, Richard Nixon y la demanda de libertad en las calles dibujan el contexto histórico mientras el protagonista y su familia van narrando una vida llena de aventuras y excesos, de pareja en pareja (mujeres, hombres, transexuales), hasta que sucede el famoso atraco a la sucursal bancaria de Nueva York. John solo quería el dinero para que su novio pudiera cambiarse de sexo, y ese motivo fue el detonante de un asalto convertido al instante en bomba mediática que prontó escaló a acontecimiento social. Tanto, que Sidney Lumet lo llevaría al cine bajo la piel de un Al Pacino en estado de gracia. John fue a la cárcel, pero pronto supo sacar provecho de su fama a pesar del rechazo por parte de una sociedad a la que nunca logró integrarse, si es que alguna vez quiso hacerlo.
Gabor, la historia del hombre ciego al que le ofrecen trabajo como director de fotografía, obtuvo el Premio Canal+ como mejor filme de la sección Panorama del Documental Español, e Iranien se llevó la mención Especial del jurado. Y a pesar de no haber sido premiadas, cabe repasar algún título de la segunda semana con gran interés histórico como lo tiene Una esvástica sobre el Bidasoa. El documental narra la influencia del régimen nazi en el País Vasco a partir de un cortometraje alemán de la época (Im lande der Basken) sobre la comarca, que por entonces fue territorio puente entre la Francia ocupada y la España franquista. El realizador Herbert Brieger filmó, probablemente bajo encargo del partido nazi, una breve película de doce minutos sobre un País Vasco al que muestra con paisajes idílicos, con hombres fuertes dueños de una identidad propia y una raza sin influencias externas. Un objeto de propaganda idóneo para las convicciones raciales del III Reich. También habla de las relaciones de algunos miembros del PNV con los nazis, de cómo el lehendakari José Antonio Aguirre intentó estrechar lazos con los alemanes en el exilio y cómo tuvo lugar la visita de Heinrich Himmler y compañía a la región. La estructura es la clásica de todo documental que parte de otro filme: escenas de la película en cuestión en consonancia con material de archivo y testimonios, entre los que figura el del propio hijo del cineasta. Curioso documento para cualquier interesado en la II Guerra Mundial y en la historia de España en definitiva.
También digno de mención es el documental Two Raging Grannies sobre dos ancianas estadounidenses que no quieren irse de este mundo sin entender qué es eso de la crisis. No son hermanas, pero se comportan como tal discutiendo sobre economía mientras recorren ciudades en sus carritos en busca de expertos que se presten a atenderlas. Ellas mismas crecieron durante la Gran Depresión y quieren comprender cómo un mundo supuestamente más avanzado ha podido llegar a otra crisis –ahora llamada “recesión”-, además de buscar posibles fórmulas para ponerle solución. Son señoras preocupadas por el futuro de sus nietos que desde luego no se conforman con leer el New York Times, sino que llegan hasta el mismo Wall Street para exigir explicaciones a pesar de su maltrecha salud. El filme tiene mérito por saber ponerle una cucharada de humor y ternura a un tema tan agrio y manido, además de cobrar una postura crítica ante el afán de crecimiento de las potencias mundiales.
Por último, la voz de Antonio Vega cerró el certamen con un pase matinal para medios que hizo olvidar a los asistentes las críticas de la familia. La periodista Paloma Concejero acerca al público la cara más íntima del cantante, sus aficiones, sus manías, sus amores y desamores, su auge y redención. A través de testimonios muy cercanos cuenta cómo cambió los libros de Aeronáutica y de Física por una guitarra que no podía dejar de tocar, cómo hizo la mili, cómo presenció el despertar de la Transición y cómo fue partícipe de la Movida Madrileña desde que un concierto como telonero de Siouxsie & the Banshees llevara a su grupo a la fama. Los años de Nacha Pop se mezclan con los de Vega en solitario mientras unas grabaciones con su voz relatan todos esos detalles que hacen del héroe otro ser humano. La droga cobra una fuerte presencia hacia la mitad del documental, a veces pecando en exceso con planos marginales que pueden tocar la fibra al público más sensible. Esa maldita heroína que se llevó a tantos artistas dolerá y castigará siempre la conciencia colectiva de los que amamos la música, pero no por ello ha de evitarse con terrones de azúcar. Para contar la vida de un genio hace falta enseñar el yin y el yang, y Antonio Vega: Tu voz entre otras mil lo consigue gracias a la ambigüedad y a un meritorio trabajo de investigación. Un testimonio igual de reservado que su protagonista y digno no solo de cerrar un festival nutrido de buenos títulos, sino de recorrer los cines para que todo el mundo recuerde con una sonrisa al autor de La chica de ayer. Ojalá tenga una buena distribución, aunque me temo lo contrario.
No os olvidéis del ciclo especial Focus on Directors que proyecta la Filmoteca en colaboración con DocumentaMadrid. Aún se puede disfrutar de algunos títulos notables como Los inútiles de Fellini, El conformista de Bertolucci o Cuarenta pistolas del atípico Samuel Fuller, entre otros.
Manu Sueiro