Confinamiento 19/03/2020: Horizontes perdidos (1937)
Para mantener los ánimos intactos en casa, he confeccionado una programación de películas optimistas a proyectar. Y teniendo en cuenta mi tendencia a ver cine oscuro, dramático e inquietante, he de confesar que el mero hecho de realizar la selección ha supuesto un ejercicio de lo más interesante. He descubierto que es mucho más fácil ser pesimista. Requiere menos esfuerzo, es más inherente al ser humano. Deduzco que sabemos representar el drama mucho mejor que la comedia, y por eso hacemos el cine que hacemos.
Basta repasar la historia del cine para comprobar que no ha existido una época en que esto haya sido diferente. A pesar de ello, hay más de 100 años en los que escarbar y las cuentas dan para una larga temporada de encierro. Ayer le tocó el turno a Horizontes perdidos, de Frank Capra. Al concluir la película, acabas preguntándote cómo sería tu shangri la particular, ese lugar donde encontrar todo aquello que pueda hacerte feliz. Para algunos, no se trata del sitio perfecto, puesto que la perfección no siempre es sinónimo de felicidad. Esta película nos enseña que no existe una definición universal para la felicidad, cada uno tiene la suya. Para mí, por ejemplo, más que un lugar es la proximidad a una persona.
En este sentido, la película es mucho más materialista de lo que parece porque, a pesar de todos los conceptos que manejan en sus diálogos, el shangri la se asocia a un lugar compuesto por elementos de aquí y allá y ubicado lejos del mundo civilizado. Bajo su apariencia espiritual, Horizontes perdidos esconde un mensaje muy individualista y capitalista, solo apto para las grandes fortunas que puedan pagarse su paraíso terrenal. Tal vez, donde verdaderamente radica el shangri la es en un estado de ánimo, gratuito y al alcance de cualquier mano. Mensajes tramposos aparte, una buena película para mantener un buen talante durante el confinamiento.
Carlos Fernández Castro
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