Dersu Uzala (El Cazador) (1975)

Nota: 8,5

Dirección: Akira Kurosawa

Guión: Akira Kurosawa, Yuri Nagibin

Reparto: Maksim Munzuk, Yuri Solomin, Svetlana Danilchenko, Dima Kortishev, Schemiki Chokomorov

Fotografía: Asakadzu Nakai, Youri Gantoman, Fedor Dobronrabov

Es cuando menos paradigmático que, justo después de un intento de suicidio, Kurosawa realizara este canto a la vida y la amistad llamado «Dersu Uzala». Esta película representa la voluntad de una persona por intentar centrarse en lo bueno que le puede ofrecer la vida, aunque en ella se pueden apreciar todavía heridas no cicatrizadas, fruto de la incapacidad del director nipón de entender la evolución del ser humano como animal social y su relación con el entorno natural que le rodea.  Probablemente, la comunión que propone esta obra entre hombre y naturaleza no sea la única, ya que ésta puede ser perfectamente trasladable a la surgida entre Japón y Rusia que, dejando atrás rencillas históricas, decidieron coproducirla.

Por primera vez, el maestro Kurosawa deja de lado su Japón natal para contarnos esta entrañable historia cuyo argumento comentamos a continuación. Vladimir Arseniev es un capitán ruso que ha sido enviado, junto a su destacamento, a la taiga siberiana. Su misión consiste en realizar un estudio topográfico de la zona. Una noche, después de haber acampado, aparece de la nada Dersu Uzala, un cazador nómada, que conoce perfectamente la zona y sin mas hogar que el bosque. A los pocos minutos de conocerle, el capitán decide ofrecerle trabajo como guía, propuesta que acepta al día siguiente. A partir de ese momento, Dersu les guiará hacia la zona que tienen que estudiar, no sin atravesar un gran número de dificultades y conocer los secretos mejor guardados de la naturaleza.

Entre otras muchas cosas, esta obra sirve para conocer los magníficos paisajes siberianos que transitan nuestros protagonistas; nos muestra la naturaleza en su máximo esplendor y en todas sus formas posibles (flora y fauna) con el fin de exaltar sus virtudes y hacer comprender al espectador el por que del respeto que Dersu siente hacia ella. El cazador trata a los seres que pueblan la taiga de tú a tú, considerándolos como iguales, una realidad que, a juicio del director, el hombre olvidó hace mucho tiempo. Pero hay algo que eleva todavía más el espíritu de este personaje; se trata de su desinteresada generosidad hacia los demás seres humanos, representada en todo lo que hace para que cualquiera que siga sus pasos no tenga que sufrir las mismas dificultades que las que el ha tenido que afrontar.

Es inevitable que el capitán se sienta inmediatamente atraído hacia un personaje que derrocha  tanta sabiduría y bondad en cada uno de sus actos; una persona sin estudios (como él) y aislada del mundo civilizado, pero que parece saber como actuar en cada momento en un terreno que ellos desconocen y en el que se encuentran indefensos la mayor parte del tiempo. Aún así, Dersu no pierde su humildad y se muestra respetuoso y didáctico en todo momento. Es el secreto que provoca la admiración en el capitán y todo su destacamento.

Llega un momento en que el espectador, en su fuero interno, cataloga a Dersu casi como un ser superior, y es precisamente a partir del mismo que Kurosawa lanza un órdago en toda regla. ¿Qué sería de él en un mundo civilizado? ¿Qué utilidad tendría todo ese aprendizaje adquirido a lo largo de toda una vida? El director de «Rashomon» responde contundentemente a estas preguntas, cuestionando la evolución de la sociedad  al margen de la Madre Naturaleza.

Para el recuerdo queda la entrañable amistad que surge entre Dersu y el Capitán, pero también dos reflexiones:

1) En un mundo construido a partir de recursos naturales, hemos dejado de lado la armonía que deberíamos mantener con nuestro planeta.

2) ¿Tendría la Naturaleza el mismo respeto hacia nosotros que el que le profesa Dersu, si en un cara a cara no estuviéramos en nuestras plenas facultades físicas y psicológicas?

Carlos Fernández Castro