Small Axe: Mangrove (2020)
Mangrove es la primera película de la serie Small Axe, proyecto dirigido por Steve McQueen después de la decepcionante e impersonal Viudas. Con este drama judicial, el británico recupera la chispa que había perdido su cine. En ella se percibe nuevamente la implicación emocional que destilaban títulos como Hunger o Shame. Igualmente sirve como base no necesaria pero sí bastante útil para que el espectador pueda exprimir todas las posibilidades de la magistral Lovers Rock (segundo episodio de la serie).
Digamos que McQueen va de lo general (la lucha contra el racismo en Reino Unido) a lo particular (un rayo de luz, en forma de celebración, entre tanta oscuridad). De lo más interesante resulta el nacimiento de ese héroe involuntario y nada vocacional (Frank Crichlow y su restaurante Mangrove) que a base de dignidad y honestidad se convierte en el bastión de un movimiento que había enmudecido a golpe de porra y estaba deseando gritar libertad.
En su primera mitad, McQueen demuestra ser un alumno aventajado de Claire Denis a la hora de expresar ideas complejas a través del baile. En ocasiones, su cámara flota y se pasea entre un mar de cuerpos, como uno más, buscando ese roce de comunidad y complicidad, mientras que en las escenas de acción fracciona la imagen y se basa en el impacto individual de la violencia en sus personajes. Cuando llegamos a la segunda mitad del metraje, el género judicial se adueña de la función e instaura algunos de sus lugares comunes, que el director sabe amoldar a su propuesta.
El resultado es una película que arranca a sus personajes de los libros de esa Historia «deliberadamente poco contada» de principio de los años 70 para otorgarles el reconocimiento que merecían y recordar que hubo un momento en el tiempo en que nueve personas, y un buen número de seguidores dispuestos a reivindicar sus derechos, protagonizaron lo que vino a demoninarse «la marcha de los Manglares (Mangrove)». Para que luego digan que la hostelería no es importante.
Carlos Fernández Castro