Los hermanos Sisters (The Sisters Brothers, 2018)
Nota: 8
Dirección: Jacques Audiard
Guion: Jacques Audiard, Thomas Bidegain (Novela: Patrick Dewitt)
Reparto: Joaquin Phoenix, John C. Reilly, Jake Gyllenhaal, Riz Ahmed, Rebecca Root, Jónannes Haukur Jónannesson
Fotografía: Benoît Debie
Duración: 121 Min.
La tan postergada muerte definitiva del western sigue proporcionando piezas valiosas, aunque sea a cuentagotas. Ciertamente el género como tal ha concluido, tanto porque el número de películas que se rueda no alcanza la masa crítica necesaria como porque el ethos y la épica de lo que ha sido el género cinematográfico por excelencia pasaron a mejor vida. De ahí que, desde los ochenta se hable de western crepuscular y/o postclásico, y abunden más los remakes y homenajes que las obras originales.
Viendo este aplaudido trabajo de Jacques Audiard uno se pregunta si podría no ser un western, esto es, si sería viable trasladar la historia a otro marco espaciotemporal que no fuera el Oeste norteamericano de mediados del XIX con la fiebre del oro y el pistolerismo de bandas de facinerosos. Y creo que no, a pesar de que se trata de un western no ya crepuscular, sino definitivamente desmitificador y con voluntad de clausura del ciclo, como refleja inequívocamente la vuelta a casa de los dos violentos cazarrecompensas que lo protagonizan. O la figura del rudo matón intrigado por la higiene dental. El propio director explica su posición diciendo que esta película abre una tercera vía, entre el homenaje al viejo western (Appaloosa y Open Range) y la ironía y violencia de Quentin Tarantino.
Ocho largometrajes en veinticinco años de carrera —mayoritariamente intrigas criminales— revelan que Jacques Audiard (París, 1952) no es un director presionado ni urgido por estrenar, lo que se aprecia en Los hermanos Sisters, que es una película cuidada: escrita y rodada con pulcritud, se aprecia de inmediato el gusto por contar una historia y fascinar con personajes que emocionen al espectador. Éste agradece mucho el respeto al oficio del cineasta demostrado en una obra bien pulida, lo que cada vez resulta más excepcional, con las insaciables demandas del mercado.
Eli y Charlie son dos cazarrecompensas en busca de Hermann Kermit Warm, inventor de un líquido mágico que pone al descubierto las pepitas de oro del río, al tiempo que perseguidos por los hombres del comodoro. De gatillo fácil y con mucha suerte, salen bien parados de varios tiroteos. Son dos hermanos contrapuestos: Eli siente nostalgia de la mujer que le regaló un chal y aspira a dejar ese círculo vicioso e inacabable de la violencia; por el contrario, Charlie bebe de más y, como todo pistolero que se precie, aspira a crear su propia banda.
El recorrido geográfico por las tierras de la fiebre del oro supone, a la postre, un viaje existencial, una auténtica catarsis, en los dos hermanos que terminan desencantados de ese mundo presentado por el director como caricatura. No parodia ni burla, sino fina caricatura que pone de relieve las situaciones patéticas o absurdas por la vía de la hipérbole o la antítesis: el rudo pistolero que puede morir por la picadura de una araña o le intriga el uso del cepillo de dientes, sus fantasías con el aroma de un chal, la prostituta desbaratada por las palabras de amor, los buscadores de oro víctimas de su ambición, el temible jefe muerto antes del duelo final… Hay un admirable equilibrio entre el drama con violencia en que se desenvuelven los dos cazarrecompensas en ese territorio físico y espacio moral correspondiente a un mundo cinematográfico muy reconocible por el espectador y los apuntes que funcionan como vitaminas de ética cívica y educación emocional, otorgando al relato una entidad que va más allá de la mera aventura, por gratificante que sea.
Por todo ello, Los hermanos Sisters es una estimulante película, muy sólida en su escritura cinematográfica, capaz de fascinar con personajes gracias a la verdad emocional que emerge tras sus máscaras del tópico lejano Oeste. Habrá que leer ahora la novela de Patrick deWitt en que se basa.
José Luis Sánchez Noriega