Dolor y gloria (2019)
Escrito por José Luis Sánchez Noriega el 20/3/19 • En la Categoría Cine moderno,Críticas de cine,2019
Nota: 6
Dirección: Pedro Almodóvar
Guion: Pedro Almodóvar
Reparto: Antonio Banderas, Asier Etxandia, Penélope Cruz, Leonardo Sbaraglia, Raúl Arévalo, Julieta Serrano, Nora Navas
Fotografía: José Luis Alcaíne
Duración: 108 Min.
Hay más dolor que gloria en este Almodóvar/Salvador Mallo (Antonio Banderas) asolado por padecimientos físicos de todo tipo, descritos con tal profusión en letanías inacabables que hacen pensar en un punto de hipocondría o, al menos, de ánimo depresivo. Salvador vive su madurez con achaques, nostalgia de pasiones juveniles y memoria emocionada de su infancia. También cuenta con recuerdos más recientes, como los de la relación con su madre en los tiempos postreros de ella. El presente es de dolor físico, soledad y esterilidad creativa: un presente duro que le lleva a la tentación de la heroína. Su asistente Mercedes cuida de él todo lo que él se deja cuidar. Se tematiza ese “estado de la cuestión” representado en dos secuencias rotuladas “Anatomía” y “Geografía” construidas sobre la música de Alberto Iglesias y los diseños de animación de Juan Gatti.
Filmoteca propone a Salvador —admirable el actor malagueño que ratifica su capacidad para las composiciones más sutiles, en este caso incluso con leves gestos que recuerdan al propio Almodóvar— proyectar “Sabor”, una de sus primeras películas, lo que lleva al cineasta a reencontrarse con Alberto Crespo, el actor con quien tuvo diferencias durante el rodaje y, quizá, una relación sentimental. Pero más que requerirlo para esa sesión de filmoteca, Salvador busca en él la reconciliación, apoyo y algo más contundente que los cócteles de pastillas que se toma. Le regala un texto autobiográfico titulado “La adicción” ambientado en los 80 para ser llevado a escena como monólogo teatral. A raíz de este texto, representado por Alberto, Salvador entra en contacto esporádicamente con Federico, un argentino con quien tuvo una relación tiempo atrás y que ha visto en el monólogo “La adicción” su propia historia con Salvador. Tras unas consultas médicas, en que se descarta un tumor y Salvador se somete a una operación, su vida continúa porque se lanza a escribir un guion titulado “El primer deseo”.
El cineasta evoca diversos episodios de la infancia: el río donde su madre y las vecinas lavaban la ropa, el viaje por cambio de domicilio a Paterna donde se encontraba su padre, la noche en la estación, su labor enseñando a escribir a un joven, los niños orinando en el cine al aire libre y el olor a pis y a jazmín, el coro en el seminario, el adecentamiento de la casa-cueva, el “primer deseo” ante el albañil desnudo… Todos ellos son sucesos gratificantes, aunque la vida era dura y su madre luchaba por su futuro. No obstante, a veces el presente es generoso y le regala un objeto —dibujo del albañil en el saco de cemento— que le transporta con la magia y la fantasía perdidas al pasado. También la heroína y los cócteles de pastillas tienen su punto de elixir mágico que le permiten una memoria lúcida de la infancia. Mayor emoción y ternura aportan los recuerdos de las conversaciones con su madre, que le pide que la lleve a morir al pueblo y le da instrucciones muy precisas sobre cómo quiere ser amortajada.
Dolor y gloria es, netamente, una autoficción —aunque el propio Almodóvar bromea sobre ello en la película— es decir, una autobiografía que entremezcla sucesos, personas y objetos reales e históricamente documentados con otros imaginados, pero no menos interesantes en cuanto reflejan la personalidad del guionista y director que es Almodóvar y que es Salvador Mallo. Sirva esta confesión del cineasta para marcar el sentido de la autoficción: “A lo largo del relato vemos al veterano director Salvador Mallo en tres épocas de su vida, su infancia en los años 60 del siglo pasado, su edad adulta en los 80 madrileños, Salvador es un personaje formado en la explosión madrileña de aquella década. También vemos a Salvador en la actualidad, aislado, depresivo, víctima de varias dolencias, apartado del mundo y del cine. Me identifico con todas esas épocas, conozco los lugares y los sentimientos por los que atraviesa el personaje, pero nunca he vivido en una cueva ni me he enamorado de un albañil cuando era niño, por ejemplo, aunque ambas cosas podrían haber ocurrido”.
Mucho más que en otras ocasiones (singularmente La ley del deseo y La mala educación, pero también en otra película con protagonista que tiene como profesión director de cine: Los abrazos rotos) se percibe el mundo del cineasta en cuadros, libros, muebles —no se emplea decorado: la vivienda de Almodóvar ha servido para el rodaje—, frases y hasta gestos del director de ficción. Por ejemplo, la referencia a las cartas que el niño escribe para las vecinas, que ya estaban en ¿Qué he hecho yo para merecer esto!, La ley del deseo y La flor de mi secreto. Otros muchos detalles engarzan esta película con las demás de Almodóvar y con su propia biografía. Por supuesto, hay que tener en cuenta referentes de autoficciones cinematográficas que nos llevan desde Ocho y medio (Fellini) y All that jazz – Empieza el espectáculo (Bob Fosse) a una más cercana Arrebato (Iván Zulueta) con un director en crisis vampirizado por la droga, al decir del propio Almodóvar.
Da la impresión de que la autoficción tiene bastante de recopilación y de balance. Se incluyen segmentos temporales del Almodóvar adulto que apenas habían recibido atención; y, sobre todo, se hace una crónica del presente con un talante agridulce que parece sincero en la mostración del dolor físico y espiritual. Salvador se lamenta de su cuerpo machacado, pero, sobre todo, de los amores / relaciones pasados que han quedado en mero recuerdo, de la ausencia de su madre y de su falta de ánimo (energías o inspiración) para hacer cine. No hay amargura, pero sí impotencia y lamento en este balance de un cineasta que parece cansado y lanza la vista atrás con resultado desigual en la panorámica que va desde la infancia creadora y agradecida a una madurez donde todo (los amores, la salud, el sexo, la creatividad…) resulta deficitario. Hay mucho dolor y la gloria… hay que adivinarla: el cineasta explica que está en “La existencia de mi cine. Que pueda seguir dedicándome a lo que más me apasiona, a lo que da sentido a mi vida. Creo que soy muy afortunado, porque el tiempo me está tratando muy bien en términos artísticos.”
José Luis Sánchez Noriega
La forma de contar la biografía de Salvador es muy original. Salvador un un hombre atormentado enfermo mayor nos cuenta su vida sus momentos de gozo a través de los personajes y de las situaciones y se lo han permitido de cómo se ha ido conociendo poco a poco importante subida que ha quedado en su memoria activa yo me pregunto el Salvador un triunfador?…????