Cold War (Zimna wojna, 2018): guerra fría, corazón caliente
Nota: 8,5
Dirección: Pawel Pawlikowski
Guion: Pawel Pawlikowski, Janusz Glowacki
Reparto: Joanna Kulig, Tomasz Kot, Agata Kulesza, Borys Szyc, Cédric Kahn
Fotografía: Lukasz Zal
Duración: 88 Min.
A partir de un sentido homenaje a la música tradicional polaca, en el que se amparan los pasajes iniciales de Cold War, Pawel Pawlikowski relata una historia de (des)amor que nace, muere, resucita, desaparece y vuelve a resurgir de sus cenizas como una suerte de ave Fenix resistente a la traición, los celos, el miedo a la novedad y la inestabilidad de la Europa posterior a la segunda guerra mundial. Una mujer autodestructiva e insegura sigue anclada en sus raíces, mientras el hombre de su vida la aleja constantemente de ellas. A su vez, ese mismo hombre renuncia a sus convicciones por volver a sentir el calor de la mujer que desea. Ninguno de los dos alcanza el equilibrio en este romance imposible.
Pawlikowski consigue contener en sus 4:3 toda la atracción animal que estalla cuando Joanna Kulig y Tomasz Kot comparten la gran pantalla y derrama sobre el patio de butacas la melancolía que fluye cuando los personajes que éstos interpretan toman caminos distintos. Aún compartiendo el formato y el blanco y negro de la anterior obra del polaco, Cold War deja atrás la cámara estática de Ida y abraza un dinamismo que sintoniza con la pasión de la pareja protagonista y con la música que jalona todo su metraje: un antídoto para calmar el dolor, un medio para celebrar el amor. Sin embargo, se aprecia la misma autoría en las composiciones y en la forma de mirar del director. Romanticismo en estado puro.
Cold War es la demostración de que fondo y forma son dos amantes hechos el uno para el otro que no siempre encuentran un director que propicie su romance. Nuevamente, Pawlikowski relata una historia que deleita la mirada del espectador mientras somete sus sentidos a una montaña rusa de emociones que tiende a descarrilar en cada curva emocional. Y es que, en algunas relaciones, el amor es tan solo un actor secundario que roba planos pero que es incapaz de derrotar el rencor, el tedio, la falta de empatía y el egoísmo que se interponen entre dos amantes condenados a la soledad.
Carlos Fernández Castro