Todos lo saben (2018)
Escrito por José Luis Sánchez Noriega el 13/9/18 • En la Categoría Cine moderno,Críticas de cine,2018
Nota: 7,5
Dirección: Asghar Farhadi
Guión: Asghar Farhadi
Reparto: Penélope Cruz, Javier Bardem, Ricardo Darín, Eduard Fernández, Inma Cuesta, Bárbara Lennie, Elvira Mínguez, Ramón Barea
Fotografía: José Luis Alcaine
Duración: 130 Min.
Lo primero que llama la atención de este sólido drama es cómo un cineasta de una cultura tan distante como la iraní puede escribir y rodar una historia y ambientarla con enorme convicción en un pueblo de la España profunda; y hacerlo, además, con actores españoles internacionales (Cruz, Bardem) y un plantel de valiosos intérpretes (Bárbara Lennie, Elvira Mínguez, Inma Cuesta, Eduard Fernández, José Ángel Egido, Ramón Barea), varios de los cuales en otras películas encabezan el cartel y aquí hacen una aportación menor. Cambiar de país, sociedad y cultura no es lo más indicado para la creación artística, sobre todo cuando se trata de cine o teatro, donde lo más probable es que los caracteres humanos, los detalles de los diálogos o la ambientación chirríen porque el creador, lógicamente, no puede conocer todos los detalles. En este sentido, uno esperaría –es lo habitual- meteduras de pata como la de Mike Newell con El amor en los tiempos del cólera.
Pero Asghar Farhadi pertenece a esa estirpe de cineastas excepcionales que hacen cine como quien respira y que han convertido el celuloide –bueno, ahora el DCP- en su lengua, patria, religión, partido político, peña gastronómica o club deportivo, porque más que vivir del o para el cine, viven en el cine. No es sólo que hagan buenas películas, sino que con ellas profundizan en el alma humana hasta el punto de convertir en universal cualquier historia. Todos lo saben está ambientada en un pueblo español que produce vino, o sea, de cualquier lugar de la Rioja, Ribera de Duero, Madrid, Cariñena o Jumilla. Pero muy bien podría transcurrir en cualquier lugar de Isfahan o en su capital Khomeyni Shahr, donde nació Farhadi en 1972.
Alcanzar la universalidad con las historias, emociones y valores humanos es una de las garantías para la obra de arte que trascienda el espacio y el tiempo. Farhadi lo consigue con un tema sobre el que viene insistiendo en El pasado, El viajante o su espléndida Nader y Simin, una separación: las relaciones de pareja, la complejidad de los afectos, los recovecos de la familia, las tensiones entre el sujeto y su entorno familiar… Se vale de una estructura dramática con algún tipo de intriga, secreto o suceso que conmueve a los personajes y les pone a prueba, trastocando sus vidas y verificando la solidez o la naturaleza de sus sentimientos. Nada mejor que una amenaza grave, una quiebra financiera o una muerte cercana para saber quién es uno y qué valor tienen las palabras más sagradas como “te quiero”.
El título Todos lo saben indica la existencia de un secreto a voces en ese pueblo vitivinícola. A él llega Laura con sus hijos desde Argentina para la boda de una hermana; allí está Paco, que fue novio de Laura y que compró unas tierras cuando ella necesitaba dinero. En un ambiente tan familiar, donde todos se conocen, se produce un inesperado secuestro y la petición de rescate de 300.000 euros. Este suceso pone a prueba a Laura y a su familia, pero también a Paco, que se implica totalmente.
Farhadi traza un drama de apariencia clásica, con su dosis de intriga, pero que hay que ver atendiendo a los detalles, a breves miradas y frases sueltas, porque el director nunca dice todo ni deja que los personajes sean transparentes. Este drama necesita una mirada muy concreta, desde una distancia precisa, la misma de los planos que compone el cineasta: ni tan cercana que las emociones obnubilen nuestro cerebro, ni tan distante que veamos a los personajes como muñecos de guiñol en manos del guionista. Siempre está al borde de la artificiosidad, pero un ritmo ágil –dentro de los cánones más pausado del cine oriental: nada que ver con el atropellamiento del thriller al uso- lleva de un personaje a otro, establece una sucesión de hechos que trazan pequeños bosquejos que, casi siempre, son preguntas: la demencia senil del padre puede le viene bien para el olvido de antiguos agravios, el matrimonio de Fernando y Mariana sobrevive entre no pocas frustraciones, el secreto sobre la paternidad es una lacra en la relación de otra pareja… En fin, todo un abanico de pistas y pequeños apuntes que invitan al espectador a pensar las relaciones de pareja y de familia, o sea, ese universo de intimidades y secretos que contiene al Universo mundo, porque se repite con variaciones en cualquier país, sociedad y cultura, como demuestra el iraní trashumante en la España profunda.
José Luis Sánchez Noriega