El Renacido (The Revenant) (2015)
Nota: 6,5
Dirección: Alejandro González Iñárritu
Guión: Alejandro González Iñárritu, Mark L. Smith (Novela: Michael Punke)
Reparto: Leonardo di Caprio, Tom Hardy, Domhnall Gleeson, Will Poulter, Paul Anderson
Fotografía: Emmanuel Lubezki
Duración: 156 Min.
Si solemos esquivar la conversación de aquellas personas que necesitan demasiado tiempo para expresar ideas sencillas o contar historias que podrían ser resumidas en un par de frases, independientemente de la relevancia de su contenido, ¿por qué no hacerlo con aquellos directores que invierten dos horas y media en una narración que podría ser despachada en noventa minutos? Por esta misma razón, Alejandro González Iñárritu merecería ser castigado a visionar durante los próximos meses la filmografía completa del siempre directo y sintético Budd Boetticher. Porque algo ha cambiado en su cine.
Sus anteriores películas podían conectar mejor o peor con el espectador, pero sus planos siempre hacían avanzar el argumento o contribuían a construir una atmósfera muy concreta. En esta ocasión, el mejicano supedita la narración a la grandilocuencia de los paisajes canadienses (y algunos argentinos, por necesidad), al carisma de un Leonardo di Caprio que se esfuerza demasiado en demostrarnos cuánto sufre su personaje y cuánto desea ganar su primer Oscar, y al virtuosismo de un Emmanuel Lubezki que, al margen del sensacional plano secuencia inicial y su sempiterno buen hacer, parece compensar la oquedad de las fantasías naturalistas del director a través de un festival de planos detalle filmados deliberadamente «al estilo Malick» (como si ello aportara prestigio a sus imágenes).
En estas líneas, no discutiré la efectividad de ‘El Renacido‘ como película de supervivencia y venganza que, pese a su desmesurada duración, jamás pierde el ritmo y cumple diligentemente su misión de entretener. Pero sí me veo en la obligación de criticar las ínfulas del director al intentar imprimir una dimensión espiritual a su protagonista, algo en lo que fracasa estrepitosamente a través de ensoñaciones muy próximas al ridículo y flashbacks redundantes, y de criticar las atrocidades del hombre blanco contra los indígenas americanos, apuntadas mediante tramas paralelas desprovistas de la relevancia exigible para semjante cometido.
Atendiendo al resultado final, al cineasta mejicano le hubiera venido bien recordar la (relativa) modestia de Mel Gibson a la hora de filmar ‘Apocalypto‘: película de acción que, desprovista de pretensiones improcedentes y rebosante de una gran capacidad de sugestión, logra trasladarnos a una época mucho más lejana que la expuesta en ‘El Renacido’ (el declive del imperio Maya) y es capaz de resumir los efectos de la conquista de un continente en tan solo un plano y un fuera de campo (en el horizonte, observamos la llegada de las primeras embarcaciones europeas y automáticamente sabemos que el mundo de los protagonistas está a punto de llegar a su fin).
Por mucho que ‘El Renacido’ quiera despistarnos, su interés no va más allá de la historia de venganza de un héroe que sobrevive milagrosamente al ataque de un oso Grizzli y es abandonado a una muerte segura por un grupo de vendedores de pieles en el que destaca el planísimo y machísimo Tom Hardy. Nada que objetar si tan solo de eso se tratara. Sin embargo, Iñárritu se gusta demasiado y se entrega al onanismo cinematográfico más impúdico, rociando la narración del tremendismo habitual en su cine anterior a la sensacional ‘Birdman’, como si quisiera consolidar sus señas de identidad, sometiendo a su equipo a un rodaje cronológico que aporta más bien poco aparte del consiguiente signo de admiración y las mayúsculas en los titulares, y queriendo filmar planos inmortales a cada momento. ¿Qué pensaría el bueno de Alejandro si al concluir los títulos de crédito exclamáramos «qué pasada de paisajes» y confirmáramos el escaso poso que deja su narración?
Carlos Fernández Castro