Yo vengo aquí a hablar del libro: La Historia Interminable (The Neverending Story)
El objetivo de estas líneas es comparar, de forma muy resumida, las películas con los libros en los que se basan. El cine ha bebido de la literatura desde siempre y puede resultar interesante ver cuáles son las similitudes y diferencias entre las dos representaciones de una misma obra: veremos finales que se cambian, cómo algunos personajes desaparecen, aparecen o se retocan, los giros en la trama para que teóricamente ésta resulte más interesante en pantalla, qué se corta, qué se alarga y qué se añade, etc. Para ello tendremos a veces que contar detalles que es mejor no desvelar a aquellos que no han visto la película o leído el libro pero bueno, ya estáis avisados…
A Michael Ende debemos clásicos de la literatura infantil tan conocidos como Momo (1973) o La Historia Interminable (1979). Esta última obra narra las aventuras en el mundo real y en el mundo imaginario de Fantástica, de Bastián Baltasar Bux, un niño torpe, gordo, cobarde y mal estudiante, es decir, “una nulidad en toda regla”. Hoy compararemos el original de Ende con la película del mismo título dirigida por Wolfgang Petersen en 1984.
La Historia Interminable, junto con otras obras entre las que están A Través Del Espejo, El Mundo Perdido o las aventuras de Julio Verne, forma parte de un selecto club de libros de mi infancia, con tapas repasadas con celo una y otra vez, que tienen la rara cualidad de apetecerme cada cierto tiempo sin importar que ya me los sepa de memoria. En el caso de La Historia Interminable, y a estas alturas de la vida, las palabras “Era medianoche y un viento de tormenta silbaba entre las copas de los enormes árboles centenarios…” me transportan al bosque de Haule tal y como lo imaginé la primera vez. Por ello, creo que me resultará difícil mantener la objetividad al comparar a este viejo conocido con la película que vi después y que olvidé al poco tiempo sin que sus imágenes consiguieran sustituir, o tan siquiera hacer mella, en el universo que yo ya había creado.
Probablemente uno de los motivos de que me decante por el libro en esta ocasión es que la película no cuenta toda la historia sino tan sólo la primera mitad, es decir, aquélla en la que Bastián (Barret Oliver) lee en el desván del colegio un libro misterioso y robado que cuenta las aventuras del guerrero Atreyu (Noah Hathaway) para hallar la cura a la enfermedad de la emperatriz de Fantástica (Tami Stronach). Limitándose a contar tan sólo la mitad de la historia, Petersen omite una parte muy interesante y algo oscura en la que Bastián atraviesa la frontera de la realidad para adentrarse en un reino que se nutre de su imaginación y en el que sus deseos jugarán un papel decisivo tanto en su vida como en la de los habitantes de Fantástica. Quizá, Petersen tomó esta decisión ante la imposibilidad de contar todas las aventuras del héroe en un tiempo razonable pero, tal y como ocurre con otras obras adaptadas de forma similar, quienes hayan leído el libro se encontrarán con una narración que cojea. También echarán de menos, entre otros personajes, a Xayide, la maga que convence a Bastián para traicionar a sus amigos Atreyu y Fújur; Aoiuola, la figura materna que Bastián perdió de niño; los Ayayai, que lavan con sus lágrimas la Ciudad de Plata de Amarganz; Graograman y el ciclo de la vida y la muerte o Sikanda, la espada mágica que Bastián desenfundará con la intención de matar a Atreyu.
Esta segunda parte del libro fue criticada por algunos como moralizante. En ella Bastián aprovecha todo el poder de su imaginación para convertirse en una persona distinta y supuestamente ideal: alguien alto, bello, fuerte, valiente, rico y sabio. Pero en el camino se da cuenta de que las buenas intenciones no tienen por qué dar siempre los frutos esperados y que convertirse en otra persona no garantiza la felicidad. Esta etapa de las aventuras de Bastian , nos demuestra que no hay nada tan difícil como saber lo que uno realmente desea. Finalmente Ende nos desvela que, lejos de querer un físico atractivo o una sabiduría proverbial, lo que Bastián desea en el fondo es ser capaz de amar tal y como es. Es una conclusión bastante tópica pero también algo que puede asemejarse a lo que ocurre en un proceso de madurez (por lo menos en la vertiente de aceptación de uno mismo).
Precisamente por esa relativa complejidad, esta es la parte que he ido apreciando más en sucesivas lecturas hasta llegar a preferirla a la primera mitad, en la que la línea divisoria entre el bien y el mal está claramente definida y tan solo tenemos que disfrutar de las aventuras de Atreyu. Coincido con Petersen en que, en caso de tener que elegir, la primera parte sería la más fácil y apropiada para una película de acción dirigida a un público infantil.
Dejando a un lado esta (gran) omisión, encontramos otros detalles, algunos de ellos muy importantes, que diferencian la película del libro de Ende. Es una anécdota muy conocida que el escritor no estaba en absoluto de acuerdo con los cambios introducidos por Petersen e incluso intentó retirar su nombre de los títulos de crédito.
Entre los cambios de menor entidad se encuentran los relativos a los personajes, seguramente para facilitar su representación en pantalla. Así, el Atreyu de Ende tiene “piel verde aceitunada” y el pelo tan negro que parece azul, en contraste con el Atreyu moreno de pelo castaño de la película; Bastián, en lugar de ser “bajo y francamente gordo” es un niño delgado, bastante guapete y de estatura normal a quien torturan sus compañeros de clase por razones ajenas a su aspecto físico. En ocasiones, la supresión de personajes afecta a la trama. Esto ocurre por ejemplo, cuando el director hace que sea Fújur, el dragón de la suerte, quien rescate a Atreyu en el Pantano de la Tristeza cuando en el libro es este último quien salva al dragón de las mandíbulas de Ygrámul el Múltiple, “una criatura horripilante […] que se componía de innumerables insectos de un azul acerado […] adoptando siempre nuevas formas”. La versión de Ende por tanto, explica mucho mejor el motivo de que Fújur no se quiera separar de su joven amigo en sus aventuras. En la película también falta el episodio de la lucha de los gigantes de los vientos que serán los responsables de que Atreyu pierda AURYN y a Fújur y conozca a seres tan siniestros como Gmork en la Ciudad de los Espectros.
En cuanto a la Nada, ambas versiones la representan de forma muy diferente. A quien haya leído el libro le costará relacionar la especie de huracán que nos muestra Petersen con la descripción de Ende según la cual la Nada es como “si uno se quedara ciego al mirar” , algo capaz de atraer con “una fuerza […] irresistible”.
No obstante, la diferencia más decepcionante entre el libro y la película la encontramos en el final de esta última. Como dijimos antes, los primeros deseos de Bastián se encaminaban según el original, a convertirse en otra persona y la segunda parte es la que nos muestra lo equivocado que está. Petersen, en cambio, da carpetazo a toda posible evolución del personaje y hace reaccionar al protagonista de forma muy elemental. En contraste con el libro, y supuestamente con el mensaje que su autor quería transmitir, el primer deseo de Bastián es vengarse de los niños que se metían con él y además de forma bastante cobarde (utilizando a Fújur para ello). Normal que Ende se enfadara…
La película cumple el objetivo de entretener, tiene una banda sonora que todo el mundo tarareó en la época y está bastante bien hecha teniendo en cuenta los estándares del momento Pero la ausencia de gran parte de la historia y un final tan diferente al esperado hacen que en este caso prefiera el libro.
Curiosidades:
El propio Michael Ende explicó en una entrevista el significado de su libro : “Cuando nos fijamos un objetivo, el mejor medio para alcanzarlo es tomar siempre el camino opuesto. No soy yo quien ha inventado dicho método. Para llegar al paraíso, Dante, en su Divina Comedia, comienza pasando por el infierno. (···) Para encontrar la realidad hay que hacer lo mismo: darle la espalda y pasar por lo fantástico. Ése es el recorrido que lleva a cabo el héroe de La historia interminable. Para descubrirse, a sí mismo, Bastián debe primero abandonar el mundo real (donde nada tiene sentido) y penetrar en el país de lo fantástico, en el que, por el contrario, todo está cargado de significado. Sin embargo, hay siempre un riesgo cuando se realiza tal periplo; entre la realidad y lo fantástico existe, en efecto, un sutil equilibrio que no debe perturbarse: separado de lo real, lo fantástico pierde también su contenido.”
Para poder dar movimiento a Fújur se creó una estructura parecida a la de los dragones chinos manipulada por varios marionetistas. Se utilizaron también látex, plumas y lana entre otros materiales. El original que Petersen utilizó en la película está en los estudios Bavaria Filmplatz de Munich y la gente puede visitarlo y cabalgar sobre él.
Parece que Ende estaba tan descontento con la película que llegó a describirla como un “gigantesco melodrama comercial a base de cursilería, peluche y plástico”.
En una de las escenas del comienzo de la película podemos apreciar entre la multitud a personajes tan famosos como E.T. o Yoda:
Mercedes Cal González
Hola.
Formamos parte de la minoría. Yo también opino que la novela es un millón de veces mejor que la película. Y, por cierto, me pasa como a ti: tal como me imaginé las escenas cuando leí la novela por primera vez, así se han quedado en mi mente, y así seguirán.
Tal vez te resulte interesante leer un artículo que escribí acerca de la traducción de este libro, del alemán (Die unendliche Geschichte) al español (La historia interminable).
Te adjunto el enlace.
https://elescritorensulaberinto.blogspot.com/2013/07/4-fantasia-en-peligro.html
Un saludo muy cordial. Mit freundlichen Grüßen.
Manuel.