Camino de la Cruz (Kreuzweg) (2014)
Nota: 9
Dirección: Dietrich Brüggelmann
Guión: Dietrich Brügelmann, Anna Brüggemann
Reparto: Lea van Acken, Franziska Weisz, Florian Stetter, Ramin Yazdani, Hans Zischler, Birge Schade
Fotografía: ¿?
Duración: 107 Min.
No hay nada como exagerar una realidad ya de por si problemática, para empezar a prestarle la atención que siempre ha merecido. Parece ser la táctica que Dietrich Brüggemann ha empleado en «Camino de la Cruz», un escalofriante drama que trata el fanatismo religioso con tanta inteligencia como contundencia y crudeza formal. El segundo largometraje del director alemán denuncia las consecuencias de una fe mal entendida y mal transmitida, haciendo especial hincapié en los trastornos que dichas enseñanzas pueden causar en los más jóvenes. Pero no se lleven a engaño, su mensaje sería fácilmente trasladable a cualquier otra religión; Brüeggemann tan sólo ha retratado aquello que conoce de primera mano, tal y como ha confesado en numerosas entrevistas.
«Camino de la Cruz» provocará el más airado rechazo en ciertos sectores del catolicismo, aunque su discurso, aún siendo crítico y deliberadamente maniqueo, guarde un inmenso respeto a esta religión. Brüggemann recurre a los dictados de la Sociedad de San Pío XII y su tradicional interpretación de las sagradas escrituras, con el objetivo crear el contexto adecuado para la historia que quiere narrar: Maria es una preadolescente que intenta neutralizar los impulsos propios de su edad para satisfacer las enormes exigencias impuestas por una familia de fuertes convicciones religiosas y por las maquivélicas clases de catequesis a las que asiste de cara a su inminente confirmación.
Pero al igual que el Padre Weber dispone de artimañas infalibles para adoctrinar a sus tiernos e inmaduros «soldados de Cristo», el director hace gala de unos recursos cinematográficos tremendamente eficaces para transmitir su mensaje. Su peculiar estructura argumental y un sobrio estilo visual dan como resultado catorce planos secuencia con apenas tres movimientos de cámara, correspondientes a las estaciones del via crucis de Jesucristo. Sin embargo, la falta de dinamismo no hace mella en el ritmo de «Camino de la Cruz», que persigue la austeridad para invitar a la reflexión y centrar la atención en unos hipnóticos diálogos. Nada se interpone entre la película y los cinco sentidos del espectador.
La primera secuencia del film es toda una declaración de intenciones: asistimos durante veinte minutos a una clase de catequesis en la que posteriormente encontraremos el motor de un guión que, debido a la naturaleza perversa y manipuladora de su contenido, firmaría el mismísimo Nietsche. El padre Weber adoctrina a sus alumnos y les instruye en una serie de razonamientos que serían una digna réplica a los esgrimidos por el filósofo alemán en «El Anticristo». Tanto es así, que a lo largo de este excepcional punto de partida, el libreto de Brüggemann se basa en conclusiones erróneas, derivadas de argumentos cuya lógica se ampara en la inmadurez y la permeabilidad de sus víctimas. Un concepto como la ofrenda (sobre la mesa, hay una bandeja con bollos; cuando María se dispone a coger uno de ellos, el padre Weber le explica que no cogerlo sería una buena ofrenda para el Señor) cobra un nuevo y siniestro significado después de la proyección de esta película.
A partir de ese momento, asistimos a las trece secuencias restantes. Aparentemente fracturan la narración, pero según transcurren los minutos se revelan como piezas íntimamente ligadas, que aportan la información necesaria para comprender el tortuoso camino de Maria Göttlich (Göttlich=divina, procedente de Got=Dios en alemán). Brüggemann ofrece pinceladas tremendamente precisas acerca de las relaciones familiares de la protagonista (una madre tirana, un padre sometido a su voluntad, y tres hermanos, uno aparentemente autista al que Maria quiere con locura), sus ejemplos a seguir al margen de la religión (la au pair de la familia, Bernardette, a quien admira por su belleza, bondad y personalidad), su relación con el sexo opuesto (conocer a un chico en la biblioteca le obliga a replantearse las enseñanzas recibidas), y la insoportable presión que recibe por parte de su madre (memorable secuencia en el interior del coche).
Desde un punto de vista metafórico, el argumento avanza al compás de las estaciones del via crucis. El cineasta germano orquesta una narración lo suficientemente sutil como para no transmitir la sensación de estar sometido a una estructura caprichosa. Incluso los enunciados de cada estación, que anticipan cada una de las secuencias, ofrecen un apoyo determinante a la hora de interpretar sus imágenes. El conjunto resulta tan natural y sorprendentemente fluido como doloroso y macabro.
Desde el punto de vista técnico, «Camino de la Cruz» es una auténtica proeza. Las limitaciones impuestas por el director (interminables y estáticos planos secuencia) requieren una puesta en escena minuciosa para evitar la monotonía, y Brüggelmann demuestra estar a la altura de dichas exigencias en todo momento. Incluso se permite el lujo de romper la coherencia estilística del film con tres movimientos de cámara que resultan ser tan pertinentes como devastadores. Lejos de aleccionar al espectador, el guión incorpora un antológico giro de guión que representa una puerta abierta a la libre interpretación del conjunto (aunque un deliberada omisión resuelva las dudas, si es que alguien las tenía) y una invitación al debate.
En definitiva, nos encontramos ante una película de una complejidad fascinante, que a pesar de su exitosa trayectoria en diversos festivales, pasará desapercibida en nuestro país debido a su conflictiva temática y su atípico formato. Brüeggemann se rebela como un cineasta superdotado, que invita a ejercitar el músculo más ignorado por el cine actual, el cerebro, y a reflexionar sobre la manipulación a la que estamos sometidos en diversos aspectos de nuestro día a día. Todo un ejercicio de sentido común, tradicionalmente conocido como el menos común de los sentidos.
Carlos Fernández Castro
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LAS QUINCE ESTACIONES DEL VIA CRUCIS (CUIDADO, SPOILER)
1ª estación: Jesus sentenciado a muerte
2ª estación: Jesús cargando con la cruz
3ª estación: Jesús cae, por primera vez, bajo el peso de la cruz
4ª estación: encuentro con la virgen
5ª estación: el cirineo ayuda al señor a llevar la cruz
6ª estación: la Verónica enjuga el rostro de Jesús
7ª estación: segunda caída en el camino de la cruz
8ª estación: Jesús consuela a las hijas de Jerusalén
9ª estación: Jesús cae por tercera vez
10ª estación: Jesús despojado de sus vestiduras
11ª estación: Jesús clavado en la cruz
12ª estación: Jesús muere en la cruz
13ª estación: Jesús en brazos de su madre
14ª estación: el cadáver de Jesús puesto en el sepulcro
15ª estación: ¿?