Interstellar (2014)
Nota: 7
Dirección: Christopher Nolan
Guión: Jonathan Nolan, Christopher Nolan
Reparto: Matthew McConaughey, Anne Hathaway, Jessica Chastain, Michael Caine, Casey Affleck, Matt Damon
Fotografía: Hoyte van Hoytema
Duración: 169 Min.
Sin lugar a dudas, la ambición de Christopher Nolan siempre ha sido superior a su temor por el riesgo. Jugar sobre seguro nunca ha entrado en sus planes desde que en el año 2.000 estrenara «Memento», una obra que ya anticipaba su necesidad de explorar las posibilidades narrativas del Séptimo Arte. «Interstellar» mezcla metafísica y entreteniemiento con un ojo puesto en «2001 Una Odisea del Espacio» y el otro en la afición que tienen los americanos por salvar la tierra de cualquier amenaza posible. Todo ello, sin dejar de lado obras como «Frequency», no tan populares pero cuya influencia queda patente en el guión de su último trabajo. Este peligroso cocktail podría parecer indigesto sobre el papel, pero una vez degustado, deja un buen sabor de boca gracias a la convicción y a la pasión de su director, y a pesar de su excesiva megalomanía.
En «Interestelar», la capacidad de Christopher Nolan para emocionar al espectador supera las cotas alcanzadas en anteriores trabajos. Sin embargo, se percibe una cierta falta de costumbre en el manejo del calor humano, que oscila desde la contención de Cooper (interpretado carismáticamente por Matthew McConaughey) en el ámbito de sus relaciones familiares, hasta los argumentos sensibleros esgrimidos por Brand (Anne Hathaway) en el último tercio del film. Una vez concluido el magnífico planteamiento, Nolan se muestra dubitativo en la gestión de toda la carga sentimental que contiene su guión, aunque esta circunstancia quede compensada por su magistral manejo del suspense y las certeras reflexiones que pone en boca de sus personajes.
Durante la primera hora de metraje, «Interstellar» establece los cimientos sobre los que se edificará su complejo desarrollo argumental. Partimos de un drama familiar aparentemente convencional, en el que la ciencia-ficción es incorporada progresivamente, con la intención de no interferir en el proceso de vinculación entre el espectador y los personajes. En un primer momento, Nolan dedica gran parte de sus esfuerzos a retratar la especial conexión que existe entre el protagonista y su hija. A continuación, plantea un contexto apocalíptico en el que tanto la humanidad como esta relación paternofilial corren peligro, dando entrada a la aventura espacial propiamente dicha.
Según transcurren los minutos, la película es víctima de una serie de caprichos narrativos que podrán ser rechazados o aceptados por el espectador, dependiendo del rigor científico que exija en el desarrollo de los acontecimientos, y el protagonismo que otorgue al raciocinio a la hora de embarcarse en esta misión estelar. De nuevo, el cine del director británico se convierte en una cuestión de fe. Huelga decir que al igual que en trabajos anteriores, la tensión argumental y el ritmo trepidante impuesto en la segunda mitad de metraje, la verdaderamente conflictiva, compensan la falta de justificación en las maniobras mencionadas anteriormente.
«Interstellar» dispara al corazón del espectador, y al mismo tiempo exige la admiración de su entramado visual. Parece como si Christopher Nolan necesitara reafirmar su capacidad para dirigir cine intimista, sin renunciar a las posibilidades épicas del Séptimo Arte. Las consecuencias de tan desmesurada ambición afectan considerablemente al resultado final. En algunos momentos, la película camina tan al borde del abismo que necesita dedicar demasiada atención a mantener el equilibrio. En esta ocasión, su habitual huida de las estructuras narrativas convencionales sacrifica la credibilidad del conjunto e implora la transigencia del espectador.
El camino marcado por «Origen» anunciaba un punto de inflexión en la carrera de Christopher Nolan. Puede que «Interstellar» represente un paso atrás en su filmografía, pero mantiene muchas de las virtudes que le han convertido en uno de los cineastas más interesantes del nuevo milenio. Su sentido del espectáculo se mantiene intacto, así como su tendencia a desafiar el intelecto del espectador; dos factores que diferencian su cine de los productos comerciales de encefalograma plano que inundan nuestra cartelera. Y es que en ocasiones, la pasión convierte un intento fallido en un triunfo parcial.
Carlos Fernández Castro