Anochece en la India (2014)
Nota: 6,5
Dirección: Chema Rodríguez
Guión: Chema Rodríguez, Pablo Burgués, David Planell
Reparto: Juan Diego, Clara Voda, Javier Pereira, Ken Appledorn, Linda Molin, Vanessa Castro
Fotografía: Juan González, Alex Catalán
Duración: 94 Min.
El documentalista Chema Rodríguez se atreve con una road-movie atípica en el cine español, que apuesta por las relaciones personales, y desmonta una serie de mitos instalados erróneamente en el subconsciente del españolito medio. Su desmesurada ambición es digna de elogio, pero también es la responsable de la falta de naturalidad en el desarrollo de los acontecimientos, y de que un buen número de buenas intenciones no acaben de tomar cuerpo a lo largo del metraje.
«Anochece en la India» intenta traspasar esas fronteras que nuestro cine ha evitado siempre con miedo y desconfianza, y detrás de las que siempre se ha ocultado, recurriendo al despreciable «lo que no veo no existe». El director español entiende al ser humano mucho más allá de su nacionalidad o su territorio geográfico, y aprovecha para derribar numerosos mitos y prejuicios, tan abundantes en nuestra cultura. La mujer que cuida al protagonista no es una rumana que desempeña el típico trabajo de inmigrante al servicio de un español, sino un ser humano que esconde una historia personal que jamás conoceríamos si nos ciñéramos a los estereotipos.
Chema Rodríguez consigue algo muy importante en su irregular debut: que en sus personajes encontremos hombres y mujeres con sentimientos y un pasado a sus espaldas, como los de verdad. Es de agradecer que no obligue al espectador a la identificación con el protagonista a punta de pistola; Ricardo, interpretado con solvencia por Juan Diego, no despierta simpatía ni busca la compasión de quién le rodea, esta jodido en su silla de ruedas y no hace más que recordar un pasado mejor, fumar opio para olvidar su traumático día a día, y soñar con un improbable futuro en la India, junto a lamujer de laque estuvo enamorado en su juventud.
El guión de Chema Rodríguez, Pablo Burgués y David Planell refleja de una manera brillante la imposibilidad de encerrar tus fantasmas y salir corriendo con la esperanza de dejarlos atrás. El dolor, el miedo, y los recuerdos de Ricardo viven en su cabeza, y su cabeza le acompañará donde quiera que él vaya, ya sea a la India, a Rumania, o a la mañana siguiente después de su penúltima borrachera. El guión apunta al egoísmo como principal fuente de la desgracia del ser humano; a medida que el protagonista empieza a preocuparse por la vida y los problemas de su compañera de viaje, su desesperación va cediendo espacio a la comprensión, y más tarde al amor.
En efecto, las intenciones de la película son loables sobre el papel, pero la ejecución de las mismas no acaba de estar a la altura. La factura técnica del film es espléndida, y se agradecen enormemente las localizaciones reales en las que se desarrolla el argumento. Pero el director es incapaz de dejar atrás su pasado profesional; en ocasiones, la cámara se ensimisma en la belleza de los paisajes como si de un documental se tratara, descuidando el ritmo argumental del conjunto. Asimismo, se echa en falta la sutileza con la que el destino suele obrar, a la hora de hacer realidad historias de amor altamente improbables.
Quizás estos errores pasarían desapercibidos si el desenlace de esta emocionante aventura dejara un buen sabor de boca. Justo en el momento en que la narración reclama una explosión emocional, las pulsaciones de “Anochece en la India” disminuyen repentinamente, y someten al espectador a un letargo anticlimático. Sin embargo, sería injusto ignorar el carácter novedoso de una propuesta que triunfa parcialmente en su cometido de entretener e invitar a la reflexión. Chema Rodríguez nos hace soñar que incluso los callejones sin salida esconden un cambio de sentido.
Carlos Fernández Castro