En Peligro de Extinción: M. Night Shyamalan
Pocos le adoran, muchos le detestan, pero lo que está claro es que M. Night Shyamalan no provoca la indiferencia. Durante los últimos años he tenido que escuchar, recurrentemente, todo tipo de improperios hacia cada una de las nuevas películas que estrenaba el otrora niño mimado de Hollywood; razón mas que suficiente para escribir este artículo, cuyo objetivo primordial es la reivindicación del que considero uno de los mas grandes e incomprendidos genios cinematográficos de nuestra época.
En 1996, el director norteamericano de origen hindú ya había dirigido dos películas: «Praying with Anger» (1992) y «Los Primeros Amigos» (Wide Awake) (1996), pero es en 1999 cuando verdaderamente comienza a rodar el cine que lleva dentro.
«El Sexto Sentido» (The Sixth Sense) (1999) supuso un éxito internacional relativamente inesperado. El boca a boca, provocado fundamentalmente por su impactante y sorprendente final, y una agresiva campaña de marketing fueron los responsables del mismo, otorgando al director de origen hindú un estatus que jamás hubiera podido soñar al inicio de su carrera. Se trata de una película entretenida, que mantiene la tensión a lo largo de todo su metraje, pero que se sustenta en un guión cuyas trampas provocan que en una segunda visión resulte mucho menos satisfactorio. No obstante, la atmósfera creada por Night es efectiva en todo momento y las interpretaciones elevan el nivel del conjunto.
Gracias al desmesurado éxito de su anterior película, Shyamalan adquirió, de la noche a la mañana, carta blanca del estudio para la elección de su próximo proyecto. Está claro que no eran conscientes de con quien estaban tratando, ya que el cineasta oriundo de Philadelphia utilizó dicha libertad de una manera que nadie hubiera pensado. Contrariamente al deseo de los productores, que (frotándose las manos) esperaban un «séptimo sentido», Shyamalan se despachó con un proyecto muy personal, «El Protegido» (Unbreakable) (2000), sabiendo que quizás no volvería a tener una oportunidad como esta, sin un ejército de ejecutivos fiscalizando su trabajo. El resultado fue una auténtica obra maestra, que destila magia en cada uno de sus fotogramas y que muestra una de los mejores duelos cinematográficos entre el Bien y el Mal. En ella empieza a mostrar su gran talento para la creación de encuadres, así como para la dirección de planos secuencia cargados de simbolismo. Llama la atención su gran dominio en la dirección de actores, exprimiendo al máximo su potencial, así como la seguridad que muestra a la hora de imponer un arriesgado ritmo narrativo, por otro lado, idóneo para el tono del film. Bruce Willis jamás estuvo mas convincente que en esta película e incluso podríamos decir que hace una interpretación brillante.
Aquellos espectadores que habían caído rendidos a «El Sexto Sentido», al igual que Touchstone Pictures, salieron decepcionados de las salas de cine al no encontrar en esta obra un nuevo «final sorpresa». Pero la crítica en general supo reconocer el mérito del film, al igual que los profesionales del sector; alguno de ellos no dudaron en ofrecerle la dirección del nuevo Indiana Jones y la cuarta entrega de Harry Potter, ofertas que declinó en favor de perseguir sus inquietudes artísticas.
El próximo proyecto del director americano siguió el tono de «El Protegido», en cuanto a lo personal del mismo, e incluso fue mas allá, exponiendo las obsesiones que rondaban su cabeza. «Señales» (Signs) (2002) supuso, incomprensiblemente, su mayor éxito comercial, ya que lo que el espectador esperaba, a tenor de la publicidad utilizada por el estudio, era una película de extraterrestres y no un estudio sobre la fé, la familia, el perdón y la redención. El resultado fue brillante. Puede que cierto sector del público demandara nuevamente un final sorpresa o marcianos disparando munición láser, pero, desde luego, no fue el caso; por eso, la cinta se topó con numerosos detractores, esgrimiendo como única razón la ausencia de alienígenas en la misma, a excepción de un solo plano, lejano y fugaz. Evidentemente, la intención era bien diferente y la línea argumental referente a los símbolos en las cosechas no era mas que un MacGuffin al mas puro estilo «Hitckcock». Una vez más, Shyamalan demostraba ser un director diferente, que intentaba hablar sobre temas universales, pero desde una perspectiva y en un contexto muy diferente al habitual.
Su guión fue escrito con mucho mimo. En concreto, la construcción de los personajes es portentosa. Los protagonistas, interpretados por Mel Gibson y Joaquin Phoenix, son de una profundidad notable, gracias a un pasado que vamos conociendo según avanza el metraje y que motiva sus actos en todo momento. «Señales» cuenta con grandes secuencias de tensión, que sirven para hacer avanzar la trama y para mantener la atención del espectador.
Si hay algo que ha caracterizado la carrera de M. Night Shyamalan ha sido que siempre ha hecho lo que le ha dado la gana, gustara o no a público o crítica. Con «Señales» su cine empezó a recibir palos a diestro, tendencia que se convirtió en habitual en sus siguientes obras. «El Bosque» (The village) (2004) contiene varios de los temas recurrentes en la filmografía del director americano (familia, fé) y añade nuevos intereses. En ella reflexiona sobre la licitud de la utilización del miedo y la mentira por parte de los dirigentes de una comunidad, con el objetivo de protegerla de amenazas exteriores. El miedo a lo desconocido, el aislamiento para evitar influencias externas distintas a las propias, la utilización fraudulenta de la confianza y la justificación de los medios para la consecución de un fin complementan la temática abordada en esta compleja obra. Debido a la profundidad del mensaje y a un cuarto de hora final bastante cuestionable, «El Bosque» supuso el primer descalabro taquillero de toda su carrera. En mi opinión, estamos ante un largometraje muy logrado e interesante, con grandes momentos de tensión, personajes inquietantes, unas premisas prometedoras y un desarrollo brillante, hasta que abordamos el tramo final del film, en el que el director llega demasiado lejos en un intento desafortunado por criticar la política de presidente americano por aquel entonces: George W. Bush.
Para su próximo proyecto, «La Joven del Agua» (The Lady in the Water) (2006), cambió de tercio, sorprendiendo a propios y extraños con una suerte de cuento fantástico, alejado, solo en apariencia, de sus trabajos anteriores. Según sus propias palabras, el guión estaba fielmente basado en un cuento que se había ido inventando, noche tras noche, cuando acostaba a sus hijos en la cama. La película hace gala de una imaginación desbordante en cuanto a su argumento y personajes se refiere, a la vez que vuelve a abordar, en mayor o menor medida, las preocupaciones habituales del cineasta. En esta obra en concreto, cobran especial importancia la autoestima, la fé y la redención. El resultado, brillante una vez más, aunque pasó absolutamente desapercibida para el público americano, que no entendió la profundidad de este maravilloso cuento. En Europa, la crítica la recibió con entusiasmo, aunque obtuvo una respuesta mixta por parte del público. El director arriesgó de nuevo sin importarle las consecuencias, respondiendo a un sentimiento de responsabilidad para con el Séptimo Arte y consigo mismo. El fracaso de esta obra escapa a mi entendimiento, ya que se trata de un argumento fascinante, en el que se exaltan valores universales, y cuenta con unos personajes con los que es imposible no identificarse. Shyamalan parece querer decir que cada persona tiene un talento especial, cuya utilidad puede que no tenga trascendencia por si misma, pero unido al resto de talentos que cada uno de nosotros atesoramos, puede ser de gran ayuda a la humanidad. A través de un magnífico Paul Giamatti nos envía un mensaje: no importa que haya momentos en tu vida en los que no sepas cual es tu cometido, tarde o temprano lo encontrarás.
Tras el descalabro sufrido con «La Joven del Agua», el próximo trabajo del director de origen hindú iba a ser crucial. ¿Apostaría esta vez sobre seguro? ¿Iba a recurrir a viejas fórmulas para recobrar el crédito perdido? La respuesta para ambas preguntas: «no». Se armó de valor y perdió la virginidad en un género cinematográfico muy en boga en los años 70, el «cine de catástrofes». El resultado se tituló «El Incidente» (The Happening) (2008), de nuevo muy personal y con juguetonas referencias al cine de Hitchcock. Al igual que hiciera el maestro británico en «Con la Muerte en los Talones», plantea la tensión y los momentos peligrosos en espacios abiertos, pero no se conforma con esto y lleva la premisa al límite. El peligro no acecha en una casa, una nave, un sotano o cualquier otro lugar cerrado; no es un peligro visible o tangible del que los protagonistas puedan defenderse huyendo o disparando sus fusiles; el peligro está en el aire, que transporta algo que al ser respirado por los seres humanos, provoca la muerte. En esta joya cinematográfica, nuevamente incomprendida, el cineasta otorga el protagonismo a una pareja en crisis y explica cómo la incomunicación puede llegar a romper una relación. Hábilmente les sitúa en un contexto hostil y les empuja a limar sus asperezas a través de una amenaza que se cierne sobre toda la humanidad. Shyamalan juega con el concepto de comunicación; cada día resulta mas difícil que dos seres humanos, que se quieren, se entiendan, por lo que, si ni siquiera escuchamos a quien tenemos a nuestro lado, cómo vamos a prestar atención a la Madre Naturaleza. El director advierte de las repercusiones negativas que esto puede llevar consigo y plantea una más que lógica reacción de la misma frente a las continuas agresiones del ser humano.
«El Incidente», al igual que el resto de su filmografía, está repleta de planos y secuencias inolvidables, que permanecen en la mente de quien haya tenido el privilegio de observarlos, sin posibilidad alguna de caer en el olvido, algo al alcance de muy pocos autores. Como podemos deducir después de este estudio, a parte de deleitarnos con una narrativa cargada de potencia visual, siempre apoyada por grandes directores de fotografía, el cine de Shyamalan es un cine con mensaje. Expone siempre sus preocupaciones, manteniendo una serie de temas recurrentes e incorporando otros nuevos, evitando caer en la reiteración.
Se agradece su posicionamiento frente a la industria, rechazando la comodidad que supondría la utilización de fórmulas de eficacia probada, y arriesgando en cada propuesta con el único propósito de avanzar en su técnica y versatilidad. Sus guiones, siempre de autoría propia, cuentan historias con las que todos nos podemos sentir identificados, pero siempre sumergiéndonos en su universo particular; de esta forma, nos ayuda a desconectar de nuestro día a día.
Estas son las razones por las que considero al director de «El Protegido» un Autor en peligro de extinción. Así mismo, este artículo también explica porque espero cada uno de sus nuevos proyectos con la ilusión de un niño al despertarse cada seis de diciembre. Espero que estas líneas ayuden a valorar en su justa medida la filmografía de un cineasta tan singular como genial.
Os dejo un vídeo que contiene una interesantísima entrevista que le hicieron en la época de «El Sexto Sentido» y que ayuda a entender su cine un poco más.
Carlos Fernández Castro
Me ha gustado mucho tu crítica. Coincido prácticamente en todo, si acaso discrepo en tu valoración de la Joven del agua, que me parece su película más flojita, muy original pero algo complaciente y alejada del nivel de las otras. Por contra, el bosque me parece su obra maestra y la película más compleja y arriesgada que ha realizado. Por desgracia, una absurda campaña de publicidad la hizo polvo promocionándola como filme de terrror, cuando no tenía nada que ver… En cualquier caso es un director personalísimo y con verdadero talento para narrar con imágenes, para escribir diálogos e involucrarnos con los personajes. Ojalá después de los Airbender vuelva por sus fueros, yo tengo la apuesta de que si es así, filmará algún clásico de la historia del cine. Talento no le falta para ello.
A mí también me ha encantado tu crítica. Coincido absolutamente en todo lo que has dicho. Quizás yo hubiera ensalzado más The Village, para mí la cumbre de su obra. Es simplemente exquisita. La escena de Howard y Phoenix cogidos de la mano entrando en casa es simplemente mágica. Cine puro.
Todos los planos, diálogos, música, personajes, escenarios…están pensados al detalle. Cada uno de sus gestos en la pantalla están cuidadosamente tratados. No lo sé, puedo entender que el público no entendido pueda despreciarlo, pero la crítica, que se supone que tiene un nivel, lo haya destrozado como lo ha hecho.
Gracias Gina. Francamente, yo tampoco entiendo porqué se le ha vapuleado siempre de esa manera. Yo le considero uno de los grandes narradores de nuestra época.