Mamá (2013), no mires dentro del armario
Nota: 6’5
Director: Andrés Muschietti
Guión: Andrés Muschietti, Neil Cross, Barbara Muschietti
Reparto: Jessica Chastain, Nikolaj Coster-Waldau, Megan Charpentier, Isabelle Nelisse
Fotografía: Antonio Riestra
Duración: 100 Min.
Algo tiene Guillermo del Toro para hacer siempre del terror un plato fuerte digno de saborear. El cineasta ha demostrado ser capaz de adaptar para la masa moderna un género últimamente trillado por cintas de gore de todo a cien. Títulos como El espinazo del diablo o El laberinto del fauno sirven en bandeja el thriller romántico sin renunciar a los monstruos y a toda la fantasía oscura inherente al terror más psicológico, violento y demoledor. Y aunque el mexicano esta vez se ha puesto la capa de productor, no es difícil atisbar en Mamá rasgos característicos de su cine. Sobre todo por esa forma de dotar al elemento sobrenatural (fantasma, bestia, etc.) de cierta humanidad para justificar sus actos de violencia, y por rodear a los protagonistas de roles secundarios que acaban jugando un papel importante en la trama.
Del Toro trabajó con Andy y Barbara Muschietti para desarrollar el guión usando el cortometraje homónimo (2008) como punto de partida, sirviéndose de la idea principal y de su atmósfera. Ahora ese corto es solo una pequeña parte de una historia cuanto menos inquietante, con un prólogo en clave de incógnita que no termina de desvelarse. Pero es algo completamente secundario para lo que inmediatamente sigue al devenir de dos niñas pequeñas, halladas por fortuna tras vivir a su suerte durante años en mitad de un inhóspito bosque.
¿Cómo han sobrevivido? No tarda en aparecer la pareja encargada de resolver esta cuestión, de hacerles volver a la normalidad a base de mimo y mucha, mucha paciencia. Jessica Chastain -Annabel- está físicamente desconocida, morena y rockera, pero con el habitual temperamento y buen hacer que demuestra en sus últimos films. La heroína de Zero Dark Thirty echa por tierra sus temores para enfrentarse sola a la maldición que rodea la casa donde ha de «cuidar» de las criaturas. Y es bajo el umbral de esas niñas donde se esconde la clave del misterio ‘malrollero’ que la va desquiciando y la separa de su novio Lucas (Nikolaj Coster-Waldau). De forma que serán ellos mismos los que, poco a poco, verán cómo su propia normalidad cotidiana desaparece para no volver, mientras se ven acosados por un alma en pena cruel, destructiva y aparentemente implacable.
En el armario de este claustrofóbico guión se esconde un terror poco convencional que impide al espectador parpadear en escenas largas pero también le obliga a sonreír en algún que otro momento entrañable. Juega una labor importante el diseño a ordenador de esa fantasía paralela que se describe tanto en sueños como en la vida real. Consigue sobresaltar y confundir al público incontables veces, lo que refuerza la tensión y la curiosidad tanto por el origen de la amenaza como por el destino que aguarda a los protagonistas.
Vale, a primera vista parece el clásico cuento que nos contaban por las noches nuestros hermanos mayores para asustarnos. Pero una vez visionado cabe reconocer que Andrés Muschietti ha aprobado con creces su examen de conductor novel. Además de contar con unas actuaciones de lujo, su ópera prima se aleja de violencia barata, mantiene la intriga en todo momento y embellece la historia a base de golpes sentimentales entre un susto y otro. Por ello sería razonable adjudicarle al film la etiqueta de «película familiar». Es una historia para todo tipo de espectador sin bypass, capaz de dejar satisfecha a padres e hijos cansados de ver cuentos de coches y animalitos en 3D.
Comentar que últimamente parece estar de moda conceder a los benjamines una gran dosis de intervención en papeles bizarros. Si hace una semana os hablábamos de la soberbia Quvenzhané Wallis en Bestias del sur salvaje, Megan Charpentier e Isabelle Nelisse no se quedan atrás en interpretación pese a la limitación del diálogo.
En definitiva, sin ser un peliculón, pongo la mano en el fuego a que Mamá meterá miedo a los más sensibles. Tiene potencial de sobra para dejar satisfechos a los fans del género menos exigentes, y sobre todo para abrir camino al cine de terror a otro cineasta con mente perversa. Siempre es bienvenido.
Manu Sueiro